Perdonar es dejar que el resentimiento se marche

Perdonar es dejar que el resentimiento se marche
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 12 agosto, 2019

Perdonar significa mucho más que el simple hecho de decir “te perdono”, mucho más que retomar una relación perdida y más incluso que olvidar el acto que nos causó dolor en un momento puntual de nuestras vidas. Cuando perdonamos de verdad a alguien, hacemos las paces con nuestro propio ego y nos sentimos en un estado de plenitud, calma y libertad, pues el resentimiento se ha esfumado para siempre.

Llegar a perdonar a de forma sincera a quien nos hizo daño es uno de los actos más difíciles de llevar a cabo que pueden existir. Requiere de una gran fortaleza emocional y valentía que no muchos poseemos.

Cuando hemos sido heridos, ya sea física o emocionalmente, entramos en un estado de rabia. La ira, si bien puede ser una emoción útil si es que queremos defendernos de un peligro presente, carece de sentido en el momento en el que ese peligro ya no está.

La ira prolongada en el tiempo nos va envenenando poco a poco, nos llena de rencor, de odio, de sed de venganza, las cuales son todas emociones negativas que no sirven para absolutamente nada. No borrarán el pasado y tampoco funcionarán en el presente o el futuro.

Perdonar de forma racional

Para librarnos de emociones tan negativas, como la ira, podemos utilizar el poder de nuestras ideas y nuestros pensamientos, de manera que tomemos el control de nuestra mente y se lo arrebatemos a la emoción. Pensar de manera racional implica no dejarnos llevar por los impulsos, por nuestra imaginación, no exagerar ni dramatizar sobre los hechos y, sobre todo, abandonar los llamados “deberías”.

Cuando estamos siendo dirigidos por nuestra rabia estamos suponiendo que las demás personas deberían haberse comportado de una manera concreta y por ello no somos capaces de llegar a perdonarlos de manera real.

mano con corazón

Lo cierto es que cada cual es libre de actuar conforme a su propio criterio y no guiado por el nuestro, nos guste más o menos. Aceptar esta realidad y ser capaces de soportarla sin demasiada negatividad al respecto, hará que consigamos finalmente perdonar a quienes nos hirieron.

Por lo tanto, para poder liberarnos de ese pesado sentimiento de rencor, de venganza o de tristeza, debemos pensar que las demás personas no son precisamente perfectas, al igual que nosotros tampoco lo somos. Es natural que el ser humano cometa errores, que esté confundido, que actué de forma visceral. Por algo nuestra parte emocional forma parte de nuestro cerebro más primitivo.

Aunque el daño repercuta en nuestra persona, la rabia no hará que sea diferente y tendremos dos problemas: el daño sufrido a causa de las acciones de la otra persona más la ira que nosotros mismos nos imponemos, la cual genera aun más dolor.

Otro pensamiento racional que puede ayudarnos es aquel que dice que nadie puede provocar en nosotros sufrimiento sin nuestro consentimiento. Esto puede sonar raro, pero es la realidad. Si sabemos quienes somos, tenemos una autoestima equilibrada y la cabeza bien amueblada, es imposible que nos hagan daño; al menos no mediante palabras o hechos que no impliquen daño físico.

Un insulto solo puede dañarme si yo me digo que esa persona no debería insultarme jamás o si directamente “compro” el insulto de esa persona, me lo acabo creyendo y lo hago mío. Es entonces cuando estoy abriendo la puerta a que aquello me provoque dolor.

mujer autonomía emocional

Puedes creer que esto es sumamente difícil de conseguir y tienes razón al pensar así. Nadie nos enseña a pensar de este modo, sino más bien a defender a capa y espada nuestra dignidad, a sacar a relucir nuestro ego como si cada uno de nosotros fuese el ser más importante del planeta.

Esto al final se vuelve en nuestra contra porque los que sufrimos a nivel emocional somos nosotros mismos y, si nos paramos bien a pensarlo, veremos que no merece la pena en absoluto porque nunca conseguiremos nada. La rabia hacia otra persona nunca es práctica.

¿Cómo puedo saber si he llegado a perdonar?

Aunque perdonar es un acto realmente difícil y requiere de una gran valentía, todos podemos llegar a hacerlo. Los pensamientos racionales antes descritos son el comienzo, pero no acaba ahí. Para poder perdonar, es necesario creerse y conectar con lo que nos estamos diciendo.

Has sido capaz de perdonar si sientes en tu interior cada uno o, al menos, algunos de estos puntos:

  • No piensas que el otro sea mala persona, solo que se ha confundido.

Sabes que el ser humano es bueno por naturaleza, quiere colaborar y no competir, pero estas sociedades tan artificiales muchas veces nos enseñan otras cosas y estamos confundidos. Todo el mundo puede fallar alguna vez en su vida porque eso es lo normal. Has perdonado definitivamente a la otra persona cuando eres capaz de reconocer esto y este pensamiento ha terminado con la emoción negativa.

  • Has aceptado el acto que hizo la otra persona

Toleras, aceptas y eres consciente de que la vida no es perfecta y las personas mucho menos, por lo tanto aceptas que hay situaciones, actos, hechos que no van a ser de tu agrado e incluso que irán contra ti. Forma parte de la vida y si lo vemos y sentimos así, no nos provocará tanto daño. Es desagradable que no todo sea como nos gustaría, pero no el fin del mundo.

  • No sientes rabia o ira cuando ves a esa persona, sino que más bien te apetece ayudarle o que le vaya bien en la vida.

Si tus sentimientos son más de compasión que de rabia, entonces has logrado perdonar para siempre. Tienes tus mejores deseos hacia esa persona, quieres de corazón que le vaya bien y que rectifique su comportamiento, que no es más que un signo de la desgracia que seguramente ya cargue a sus espaldas.

Perdonar no es un acto mental nada fácil, ya que en muchas ocasiones nace de su triunfo en una dura batalla frente a las emociones negativas. Sin embargo, al hacerlo el primer beneficiado eres tú, ya que puedes dejar de sufrir mentalmente por aquello que ya pasó; hacerlo es soltar peso inútil de esa mochila con la que cargamos todos.


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