La personalidad explosiva: ¿sabrías reconocerla?
La agresividad tiene muchas formas y no todas tienen que ver únicamente con la violencia física e instrumental. Abundan quienes estallan en ataques de ira sin saber muy bien por qué. Son individuos con escaso control de los impulsos que pueden ser nuestros compañeros de trabajo o incluso un familiar de lo más problemático. Presencias complicadas y a menudo hasta hostiles…
Es posible que no a todo el mundo le suene el término “trastorno explosivo intermitente” (TEI). Sin embargo, los datos estadísticos nos señalan que esta condición tendría una incidencia del 7 % en la población. La cifra es elevada y lo es porque, por término medio, aparece junto a realidades clínicas como el trastorno límite de la personalidad o el trastorno bipolar. También en personas que consumen sustancias.
El desafío está en que, muchas veces, se asume que esa agresividad comportamental es simplemente un tipo de carácter. Nos decimos aquello de “Juan siempre ha tenido problemas para controlar los impulsos, como su padre”, o “Elena siempre ha sido muy extrema en su forma de ser y reaccionar”. Se confunde la forma de ser con la patología y esto puede ser un gran riesgo.
La personalidad explosiva es un trastorno psicológico que ocasiona gran sufrimiento en el entorno. También en el propio paciente, quien incapaz de controlar sus propios brotes de ira, queda atrapado en profundos sentimientos de culpa y tristeza. Reconocer las características que esculpe esta condición nos puede ser de gran ayuda.
El trastorno explosivo intermitente es persistente y estable en el tiempo. El deterioro que produce en la vida del paciente es inmenso.
Así es la personalidad explosiva (trastorno explosivo intermitente)
La personalidad explosiva puede manifestarse en la infancia, pero es sobre los 14 años cuando se hace patente. En estos casos, tenemos adolescentes que evidencian serias dificultades interpersonales y habilidades sociales muy deficientes. Insistimos en que no estamos ante una forma de ser un rasgo temperamental o de carácter.
Las personas que explotan cada poco con conductas desajustadas y agresivas evidencian un trastorno explosivo intermitente (TEI). El DSM 5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) lo clasifica dentro de los trastornos del control de los impulsos. Así, si bien es cierto que determinadas relaciones sociales pueden ocasionarnos algún problema o desafío, la conflictividad con quien evidencia esta condición psiquiátrica es constante.
Lo saben, por ejemplo, las familias con un hijo que siempre ha mostrado una gran agresividad. Lo entiende también quien convive con una pareja que intimida, con escaso control financiero y que recurre a menudo a la violencia física o verbal. Estamos ante individuos altamente problemáticos y también peligrosos. Tanto para sí mismos como para los demás.
Veamos cómo identificar a la personalidad explosiva.
Detrás de las personas que sufren un trastorno explosivo intermitente puede existir un trauma sufrido en la infancia.
1. Personas cambiantes que parecen tener múltiples personalidades
La personalidad explosiva no tiene nada que ver con el trastorno de identidad disociativo. Es decir, no estamos ante alguien con múltiple personalidad (pero casi). Porque si hay algo que nos llama la atención son sus cambios en su forma de ser y actuar. Son auténticos Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pudiendo ser de lo más amables en un momento y amenazantes al cabo del momento.
Esa incertidumbre comportamental y el no saber cómo pueden reaccionar sumen al entorno en una angustia persistente.
2. Los ataques de ira surgen sin ningún desencadenante claro
Una investigación de la Universidad de Chicago señala que las reacciones de ira, agresividad y violencia no siempre tienen desencadenantes claros. Según indican en el propio trabajo, esa conducta impulsiva no es premeditada, sino que se debe más bien a factores neurológicos.
A menudo, se especula con que el trastorno explosivo intermitente (TEI) puede relacionarse con traumas de la infancia temprana y con problemas en el apego.
3. Necesidad constante por tener el control
La personalidad explosiva siente, necesita y se obsesiona por tener el control de cada situación. Es así como puede demostrar a los demás que es capaz y competente. Sin embargo, cuanto más se esfuerza por demostrar resolución, más le falla la paciencia y recae en la impulsividad.
Asimismo, la frustración que experimentan al comprobar que todo acaba escapando de sus manos y de su control eleva aún más su agresividad. La violencia comportamental y verbal se convierte en ese mecanismo de catarsis con el que liberar su negatividad.
Cabe señalar, eso sí, que la violencia que demuestra la personalidad explosiva no es instrumental. Es decir, no busca hacer daño, sino que dichas reacciones son producto de su estado de ánimo alterado.
Quien evidencia un trastorno explosivo intermitente puede estallar en un ataque de ira por situaciones de lo más inexplicables. Como ver que no queda cierta bebida en el supermercado o al ver que alguien lo mira demasiado en la calle.
4. La personalidad explosiva y la comunicación por WhatsApp
Sabemos que la comunicación con un individuo definido por una personalidad explosiva es compleja y violenta. Sin embargo, en la actualidad y dado que la interacción se da con frecuencia en el plano digital, es importante hacer referencia a este canal. Por curioso que nos parezca, es aquí donde más se visibiliza el trastorno explosivo intermitente.
La persona con esta condición evidencia una interacción caótica, errática, cambiante y amenazante. Pueden mandarnos mensajes amables, pero en caso de no responderles con inmediatez (por ejemplo), pierden la paciencia y no dudan en derivar en el insulto. Asimismo, también es común que envíen audios perturbadores, con mensajes y comentarios que no terminamos de comprender.
¿Cómo se trata este trastorno de los impulsos?
El trastorno explosivo intermitente se aborda partiendo del diagnóstico individual de cada paciente. Tal y como hemos señalado, esta condición suele aparecer junto a un trastorno bipolar, un trastorno límite de la personalidad o incluso asociarse a la adicción de sustancias.
La mayor parte de las veces nos encontramos con personas con una depresión profunda, con desarraigo familiar y con una clara incapacidad para mantener un empleo. En estos casos, la terapia cognitiva conductual nos puede ser útil para reducir los brotes de ira y aumentar control sobre la conducta.
El objetivo principal es conseguir que adquieran competencias para regular sus emociones y comportamiento, logrando así mejorar sus habilidades para relacionarse con los demás.
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