Pluviofilia: una especial fascinación por la lluvia
En el mundo hay lugares en los que llueve casi todos los días y otros en los que pueden pasar años antes de ver una gota de lluvia. Aun así, sea por su frecuencia o por su ausencia, la lluvia ha despertado el interés de los seres humanos, se ha convertido en símbolo de romance, transición y transformación.
Es un tópico recurrente en la literatura y en el cine, e incluso su sonido ha inspirado numerosas composiciones musicales. Hay, no obstante, un tipo de fascinación con este fenómeno natural, la pluviofilia, que va más allá del simple gusto o curiosidad.
La pluviofilia no está como categoría en ninguna clasificación clínica. Se refiere simplemente al amor por la lluvia y a los comportamientos que de allí se derivan. En este artículo conoceremos las características de las personas pluviófilas y algunas curiosidades sobre esta particular afición.
Características de la pluviofilia
Las personas que sienten esta especial atracción por la lluvia suelen distinguirse por dos grandes características:
Disfrutan sensorialmente de la lluvia
En primer lugar, los pluviófilos experimentan un enorme placer sensorial asociado a la lluvia. Esto quiere decir que todos (o casi todos) los sentidos se ven involucrados en el disfrute de la lluvia.
Por un lado, adoran ver caer las gotas de lluvia, ya sea directamente o a través de las ventanas. La contemplación de la lluvia, seguir el recorrido que traza cada gota por el cristal de la ventana, ver cómo se estrellan contra el suelo les proporciona una enorme sensación de tranquilidad y regocijo, les permite reconciliarse con la naturaleza y regalarse un momento de pausa y reflexión.
Por otro lado, tienen un excepcional gusto por empaparse en los aguaceros o, al menos, por sentir la llovizna sobre su piel. La pluviofilia hace que el sentido del tacto se active ante el contacto con la lluvia y genere sensaciones de bienestar y libertad. Este gusto por sentir la lluvia los lleva incluso a ponerse en riesgo de sufrir resfriados u otras afecciones respiratorias.
Sumado a esto, las personas pluviófilas aman el sonido de la lluvia. Hay investigaciones que demuestran que el sonido de tormentas o lloviznas es útil para relajarnos o a potenciar nuestra concentración, pues en general se trata de sonidos suaves y monótonos. No obstante, particularmente estas personas sienten especial fascinación por el sonido de la lluvia y, por supuesto, por la combinación sensorial de verla y escucharla simultáneamente.
Finalmente, a estas personas les encanta el olor que queda después de que llueve. El petricor, es decir, ese olor a tierra mojada que podemos percibir tras pasar un aguacero es una fuente de deleite para los pluviófilos. Este olor es el resultado de la combinación de elementos como la geosmina, molécula producida por un tipo particular de actinobacterias, aceites vegetales y otras sustancias presentes en la tierra y que son activadas gracias al agua de lluvia. Para los pluviófilos el petricor está asociado a sensaciones de cambio, transición y renovación.
Sienten gusto por los días grises
Otra gran característica de estas personas es la relación que tienen con los cielos grises. A diferencia de la mayoría de las personas, a quienes aman la lluvia les resulta tranquilizador y confortable un cielo gris y cargado de nubes oscuras. Incluso, pueden sentirse animados ante un día lluvioso y disgustados ante días soleados.
¿Cuál es el origen de la pluviofilia?
Como cualquier afición, no es posible determinar un origen exacto y unívoco del amor hacia la lluvia. Teniendo en cuenta esto, tal vez pueda existir una asociación entre la lluvia y los recuerdos de momentos tranquilos y felices de nuestra infancia.
También este interés puede estar relacionado con el clima en el que crecimos o en el que hemos vivido más tiempo. Es decir, puede que esta fascinación por la lluvia haya aparecido porque es un fenómeno natural muy frecuente y cotidiano, o porque es escasa y ocasional.
Finalmente, es posible que la pluviofilia pueda aparecer en algunas personas que sufran intolerancia al calor, esto hará que prefieran los climas fríos y lluviosos, pues los climas cálidos les pueden producir alergias, salpullidos, inflamación o quemaduras solares.
En cualquier caso, no es casualidad que la lluvia aparezca de manera reiterada en la poesía y en las imágenes más bellas y dramáticas del cine. La lluvia tiene el poder de inspirarnos, liberar nuestra imaginación y reconectarnos con la naturaleza y con la belleza escondida del mundo.
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