¿Podrán las aplicaciones del móvil tratar problemas de salud mental?
Parece una contradicción, pero en realidad este propósito lleva en práctica varios años. Es cierto que casi siempre ponemos el foco en lo perjudicial que resultan los móviles en ocasiones y en cómo su uso excesivo se relaciona con los sentimientos de soledad, aislamiento o ansiedad.
Sin embargo, cuando situamos las tecnologías a nuestro favor, los beneficios son innegables. Ahora bien, no podemos negar que en este tema existe cierta controversia y una profunda inquietud. ¿Sustituiremos la terapia psicológica por este tipo de apps? La respuesta claramente es no. Una app no puede reemplazar la labor de un profesional.
A pesar de ello, no podemos negar que la inteligencia artificial avanza cada vez más y uno de sus logros innegables es monitorear nuestro estado de ánimo mientras usamos nuestras redes sociales. Los avances en esta área se han volcado ya hacia aplicaciones que se promocionan como de “salud mental”.
Tanto es así, que disponemos de recursos que hacen un seguimiento de nuestro estado de ánimo y que rastrean pensamientos negativos y de ideación suicida. Dichas apps pueden servirnos como mecanismo para detectar ciertas realidades y necesidades psicológicas que más tarde pueden ser consultadas (y tratadas) con un especialista.
El objetivo de buena parte de las aplicaciones de salud mental es monitorear nuestro estado de ánimo, no tratarlo.
Aplicaciones del móvil y problemas de salud mental: ¿cómo se relacionan?
El auge de aplicaciones que buscan ser las aliadas de nuestra salud mental es ya imparable. El desarrollo de estos recursos ha aumentado de manera exponencial. Son sencillas, accesibles y lo más importante: económicas. Asimismo, se da otro hecho: buena parte de estas apps están desarrolladas por psiquiatras y psicólogos.
Un ejemplo de ello es mindLAMP. Esta aplicación está diseñada por el psiquiatra John Torous y sus colegas en el Centro Médico Beth Israel Deaconess. El objetivo no es tratar o intervenir, sino monitorear la salud mental de los usuarios. Es decir, se insta a que la persona describa cómo se siente y se efectúan juegos mentales que ponen a prueba capacidades cognitivas como la atención y la memoria.
La persona puede tomar conciencia de cómo se encuentra y eso le puede instar a efectuar cambios. Por tanto, ante la pregunta de si podrán las aplicaciones del móvil tratar problemas de salud mental, podemos decir que a día de hoy solo buscan evaluar y promover mejores estilos de vida.
Sin embargo, en el futuro, la tecnología sí tiene como propósito ser ese servicio auxiliar capaz de sustituir a los profesionales…
¿Serán las aplicaciones de salud mental el fin de la terapia?
De momento, las aplicaciones de salud mental no sustituyen la labor de los profesionales. Sin embargo, algo que parece quedar en evidencia es que estas apps buscan ofrecer un apoyo a personas que por diversos factores (en especial económicos) no pueden acceder a dichos recursos.
Los móviles y sus aplicaciones son económicos, accesibles y facilitan el anonimato. Esto a veces es fundamental para algunas personas, puesto que en la actualidad siguen existiendo notables estigmas alrededor de la salud mental. Ahora bien, ante la cuestión de si podrán las aplicaciones del móvil tratar problemas psicológicos cabe señalar un matiz.
La tecnología convivirá con nosotros de múltiples maneras en el futuro. La aplicación ideal para el día de mañana será aquella en la que múltiples profesionales de la salud mental estén en línea 24 horas 7 días a la semana para nosotros. Servicios cubiertos y financiados por los estados.
Psicología digital: tipos de aplicaciones existentes
Muchos las hemos visto o incluso hemos usado alguna de estas aplicaciones de salud mental. Son atractivas, nos llaman la atención y es fácil recurrir a ellas cuando nos sentimos algo más agobiados, preocupados o incluso angustiados.
Asimismo, tal y como hemos señalado, algunas están diseñadas por profesionales y pueden ser útiles en algún aspecto puntual. Lo analizamos.
- Aplicaciones para adolescentes. Existen recursos para el móvil que ayudan a los adolescentes a ponerse en contacto con especialistas cuando pasan por un mal momento. Pueden hacer registros de sus pensamientos y emociones.
- Aplicaciones para la prevención del suicidio. Este tipo de apps aún deben desarrollarse un poco más, pero son útiles para detectar pensamientos negativos y de ideación suicida. Disponen también de una línea que conecta con profesionales.
- Las aplicaciones para la ansiedad. Cuentan con ejercicios de meditación, relajación profunda y ejercicios basados en la terapia cognitiva-conductual.
- Aplicaciones para el control de las adicciones. Este es otro recurso muy común que busca ayudar a las personas con diversas adicciones a controlar impulsos, pensamientos, etc.
De momento no hay evidencia
Las aplicaciones de salud mental, también llamadas MHapps, cuentan ya con varias investigaciones para valorar su utilidad. Ejemplo de ello fue la realizada en el 2016 en la Universidad de Monas, que demostró la falta total de evidencia terapéutica de dichos recursos.
Sin embargo, podemos citar trabajos más recientes, como los efectuados por la Universitat Jaume I en colaboración con la Universidad de Dalhousie. En estos análisis se destaca la poca fiabilidad a la hora de tratar condiciones como la depresión, la ansiedad, el trauma, el estrés, las adicciones, el espectro esquizofrénico y otros trastornos psicóticos.
Eso sí, se destaca que los teléfonos móviles pueden ser recursos con un gran potencial para mediar en nuestro bienestar psicológico y que se necesitan desarrollar procesos un poco más innovadores para lograr un beneficio real.
Para concluir, el futuro de la salud mental requerirá de profundos cambios y avances. Sin embargo, para que sean útiles, todos ellos deben seguir un principio fundamental: facilitar el acceso de los psicólogos a las personas. El simple hecho de dotar a la atención primaria de este tipo de profesionales sería algo esencial.
La tecnología no reemplazará la terapia psicológica ni los fármacos, pero puede ser un recurso auxiliar y complementario.
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