¿Por qué dormimos un tercio de nuestra vida?
A pesar de los grandes avances de la ciencia, el sueño sigue siendo un terreno poblado de misterios. De hecho, todavía no sabemos responder con precisión a por qué dormimos y menos a por qué pasamos buena parte de nuestra vida haciéndolo.
Hasta hace poco, se pensaba que el sueño era un estado de descanso para el cerebro. Hoy en día se sabe que no es así. Si bien nos sentimos cansados y esto nos lleva a cerrar los ojos, lo cierto es que el cerebro sigue trabajando de manera intensa. Esto abre todo un mundo de conjeturas respecto al por qué dormimos.
La ciencia sabe que durante el sueño hay una especie de depuración, que permite organizar mejor la información asimilada o recogida durante el día. También sabemos que pasar una noche en blanco afecta diversas funciones cognitivas. Sin embargo, aún se mantiene vivo el misterio de por qué dormimos una tercera parte de nuestra vida.
“No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”.
-Camilo José Cela-
Matthew Walker y por qué dormimos
Matthew Walker es un neurocientífico que ha dedicado varios años de su vida a estudiar el sueño. Incluso tiene un libro titulado Por qué dormimos, en el que intenta ordenar lo que se sabe respecto al tema. Sin embargo, no se queda solo en ello, sino que también lanza sugestivas hipótesis al respecto.
Walker dice que a primera vista el sueño es uno de los fenómenos más absurdos de la biología. En ese estado no es posible hacer algo diferente a soñar y lo peor es que el durmiente queda en un estado de gran indefensión, hasta cierto punto.
Al buscar el rastro de la forma como duerme el ser humano, Walker encontró que hubo un punto en el que los homínidos dejaron de dormir en los árboles. Sugiere que esta conducta pudo convertirse en un punto de quiebre dentro de la evolución humana. ¿Qué tiene que ver la evolución con el hecho de dormir en posición horizontal?
Cambios en el sueño, cambios en el cerebro
Matthew Walker explica que muchos animales duermen en los árboles porque esto es mucho más seguro que hacerlo en el piso. Por un lado, esto los protege de los depredadores nocturnos, que tienen mejor oportunidad de atacar si su presa está a ras de piso. Por otro lado, los insectos pueden ser un auténtico atentado contra el buen dormir.
La conclusión a la que llega es que lo único que pudo permitir el sueño en posición horizontal fue el invento del fuego. Este mantenía lejos a los depredadores y a la vez el humo se convertía en un excelente antídoto contra los bichos. Además, cuando el hombre caminó erguido, ya no pudo colgarse de los árboles como antes.
Sin embargo, el fuego, por sí solo, no era un factor que alejara por completo los peligros de la noche. Así, Walker cree que el sueño tuvo que volverse más eficiente para evitar sorpresas desagradables en medio de la oscuridad. De este modo, y dentro del proceso evolutivo, el sueño se volvió más corto, pero más intenso. De esta manera, aparecieron los ciclos al dormir.
El sueño REM y la inteligencia
La fase REM corresponde a las etapas de sueño profundo y a juicio de Matthew Walker estas solo aparecieron cuando el homínido dejó de dormir en los árboles. Un sueño muy hondo en un árbol entrañaba el riesgo de caer. Al dormir en el piso ya no existía ese peligro y por eso se desarrolló la fase REM.
Todo indica que contar con esa nueva fase de sueño profundo permitió que el cerebro estableciera nuevas y múltiples redes de conexiones. Se hizo más complejo y, con ello, aumentó la inteligencia. Incrementó el control sobre las emociones primitivas y también elevó la creatividad.
La mayor inteligencia y creatividad se relacionan con la fase REM del sueño. Durante la misma, hay una especie de reorganización de recuerdos y una suerte de depuración cerebral. De este modo, tras dormir el cerebro es más capaz de encontrar soluciones, porque piensa mejor.
Una persona que duerme adecuadamente es más saludable y feliz, pero justamente lo que se ve en el mundo es un gran aumento de los trastornos del sueño. Tampoco es claro cómo es que estos se producen. De hecho, la pregunta de por qué dormimos sigue sin tener una respuesta definitiva, pero si el cuerpo le dedica a esta actividad un tercio de la vida, la razón, necesariamente, es muy relevante.
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- Pawley, M. (2020). ¿Por qué dormimos? Astronomía, (247), 22-22.