¿Por qué hay gente que nos da mala espina?

¿Te has preguntado alguna vez por qué hay gente que te da mala espina? Tiene mucho que ver con la parte más emocional del sistema nervioso. En este artículo, te lo contamos.
¿Por qué hay gente que nos da mala espina?
Marián Carrero Puerto

Escrito y verificado por la psicóloga Marián Carrero Puerto.

Última actualización: 06 octubre, 2020

¿Te has preguntado alguna vez por qué hay gente que nos da mala espina? ¿En alguna ocasión te ha provocado rechazo una persona sin conocerla? ¿Por qué nos sucede esto a los seres humanos? ¿Qué nos ocurre a nivel cerebral para que podamos experimentar ese sentimiento de rechazo? Bien, iremos resolviendo estas y otras cuestiones a medida que avancemos en el artículo.

Son muchas las expresiones en las que el vocablo “espina” se utiliza y cuyo significado hace referencia a dolor, malestar o sufrimiento. Como dato curioso, se piensa que la expresión “dar mala espina” tiene su origen en el sufrimiento de la corona de espinas que Jesucristo sostenía sobre su frente y su cabeza en la iconografía cristiana.

A continuación, vamos a profundizar en el hecho de que haya gente que nos da mala espina y trataremos de definir esta expresión que probablemente hayamos podido escuchar o que incluso hayamos utilizado en más de una ocasión a lo largo de nuestra vida.

“Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la inconsistencia del carácter humano, y en lo poco que se puede uno fiar de las apariencias de bondad o inteligencia”.

-Jane Austen-

Mujer pensando mal de su amiga

¿Qué queremos expresar cuando decimos que alguien nos da mala espina?

Antes de hablar de por qué hay gente que nos da mala espina, vamos a dar a conocer lo que significa esta expresión para los que no la conozcáis. Dar mala espina se usa cuando una situación nos hace sentir o presentir que algo malo va a suceder y que incluso nos hace estar en una posición de alerta. Cuando notamos la tragedia frente a un hecho o acontecimiento venidero o que está sucediendo en ese mismo momento.

También puede ocurrir que una persona nos produzca cierto recelo o rechazo cuando sospechamos que es una “mala persona”, aunque no sepamos identificar los hechos que han motivado este pensamiento; o quizás por la interpretación que hacemos sobre algo que ha dicho o hecho en un determinado momento y ahora tenemos un sentimiento de desconfianza hacia esa persona.

“La fuerza es confiada por naturaleza. No existe un signo más patente de debilidad que desconfiar instintivamente de todo y de todos”.

-Arturo Graf-

Chica pensando en que su amigo le da mala espina

Gente que nos da mala espina: ¿qué ocurre en el cerebro?

A nivel cerebral, es la amígdala la que se encarga de este proceso. En la amígdala se registra cualquier tipo de actividad considerada como amenazante, es la que dispara la señal de alerta o alarma en los seres humanos.

Dicho de otro modo, la amígdala se encarga de evaluar la importancia y calificar como positivas o negativas las situaciones previas con las que lo asemeja por situaciones pasadas, iguales o similares. Actúa como un mecanismo de supervivencia que nos pone en alerta ante circunstancias que nuestro cerebro tiene catalogadas como peligrosas o amenazadoras.

Lazarus (1991), en su teoría del appraisal, describe este proceso de valoración como el conjunto de decisiones que se toman según la percepción, en un momento concreto, de los efectos que la información recibida puede tener en el bienestar personal.

La amígdala es la primera en reaccionar a un evento emocional desencadenando una serie de reacciones
instantáneas dentro del centro emocional. Ondas de impulsos nerviosos viajan por el tallo cerebral produciendo una respuesta inmediata a lo largo del cuerpo.

En este sentido, para Bisquerra (2000) “las emociones son reacciones a las informaciones que recibimos en nuestras relaciones con el entorno (…) que impulsan hacia una forma definida de comportamiento de las situaciones que han provocado las emociones”.

Cabe matizar que la intensidad de las reacciones varía en función de las evaluaciones subjetivas que las personas realizan sobre la forma en la que la información recibida afecta a nuestro bienestar. Es decir, una emoción depende de lo que es importante para nosotros, y en este proceso intervienen los conocimientos previos, las creencias, objetivos personales, percepción del ambiente, etc.

“Nos abrimos a los demás reduciendo la desconfianza, nos trae un sentido de conexión con los otros y el sentido de propósito en la vida”.

-Dalai Lama- 


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  • Bisquerra, R. (2000): “Educación emocional y bienestar”. Barcelona: Wolters Kluwer. Goleman, D. (1995): “Inteligencia Emocional”. Barcelona: Kairós. Lazarus, R. S. (1991). Emotion and adaptation. New York, NY: Oxford University Press Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE) (Ley Orgánica 8/2013, 9 de diciembre). “Boletín Oficial del Estado, nº 295”, 2013, 10 de diciembre.

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