¿Por qué se produce el olvido?
Todos hemos entrado alguna vez en una habitación y nos hemos quedado quietos, porque no recordamos para qué fuimos hasta allí. Si nos preguntáramos qué cenamos el martes pasado, es probable que no lo recordaríamos o nos costaría hacerlo. Todo esto se relaciona con un fenómeno que se produce en nuestro cerebro y que por norma nos ayuda; sin embargo, de vez en cuando también nos juega malas pasadas. Hablamos del olvido.
Así las cosas, es importante entender cómo funciona la atención y cómo conjuga su funcionamiento con la memoria para recordar una información y olvidar otra. Asimismo, nos preguntamos por qué olvidamos datos que son relevantes.
¿Cómo funciona la memoria?
La memoria es la capacidad para retener, conservar y recuperar información. Es tan importante que en ella reside buena parte de nuestra identidad. Además, colabora en la configuración de nuestra manera de actuar y de procesar datos. Hay que recalcar que la experiencia es quizás nuestra principal guía a la hora de tomar decisiones.
Por medio de la memoria, las personas obtenemos los conocimientos necesarios para comprender el mundo en el que vivimos, dándonos la capacidad de recoger nueva información y organizarla. Así, le podemos dar un significado, para recuperarla cuando sea necesario. Se enfoca en tres procesos fundamentales:
- Codificación: aquí ocurre la transformación de los estímulos en una representación mental.
- Almacenamiento: este proceso se relaciona con la retención de los datos, para que puedan ser utilizados posteriormente
- Recuperación: es la manera en cómo la persona accede a la información retenida. Este proceso se puede dar de manera voluntaria o espontánea.
Asimismo, es importante indicar que existen múltiples clasificaciones alrededor de la memoria. En esta ocasión, nos centraremos en la clasificación que toma como criterio su temporalidad. Así, hablaríamos de la memoria sensorial o inmediata, la cual registra la información que proviene del ambiente durante un tiempo muy breve.
En segundo lugar, está la memoria a corto plazo. Su función es analizar y organizar la información, además se encarga de unirla a nuestras experiencias. Su capacidad es limitada, por lo tanto, está muy relacionada con el olvido.
Por último, está la memoria a largo plazo. En ella están contenidos todos los conocimientos y experiencias que tenemos a lo largo de la vida. Su capacidad es ilimitada e intenta tener una organización que se pueda acceder a ella con facilidad.
¿Qué factores se pueden relacionar con el olvido?
Como conocemos, el olvido representa la incapacidad para recordar información necesaria, de manera voluntaria, en un contexto específico. Esto implica problemas en el desarrollo de algunas actividades, ya que en muchas ocasiones dependemos de estos datos, por ejemplo, en un examen.
En la actualidad existen múltiples factores que se relacionan con el olvido. Entre los principales están los que exponemos a continuación:
Falta de procesamiento o recuperación
En este caso pueden ocurrir dos situaciones. Una de ellas se da cuando desde el primer momento no se procesó de manera adecuada la información, por lo tanto, el proceso de almacenamiento se ve afectado. También puede ocurrir que, si no se recupera en un tiempo, toda o parte de la información se olvide (curva del olvido).
Interferencia
Esta se produce cuando hay una competencia entre las propias experiencias que la persona vive. Existen dos tipos de interferencia. La primera es la retroactiva, y en ella los nuevos aprendizajes afectan el recuerdo de información que había sido aprendida con antelación. La segunda es la interferencia proactiva, en la cual una información ya aprendida dificulta el aprendizaje de nueva información, por ejemplo, aprender una nueva lista de mercado.
Contexto inadecuado
Se ha encontrado que, en ocasiones, la información es más difícil de recordar si se aprendió en un ambiente diferente. Por norma, una información es más fácil de recordar si este intento de recuperación se produce en el contexto en el que se almacenó.
Por ejemplo, hacemos la lista para el supermercado antes de salir de casa, pero no nos damos cuenta y dejamos un producto por anotar. Al llegar al supermercado tenemos la sensación de que algo nos falta, un algo que solo recordamos al llegar de nuevo a casa, donde sí lo incluimos en nuestra lista mental.
Las asociaciones y el olvido
La calidad y cantidad de información que podemos olvidar depende mucho de cómo la aprendamos. En el caso de que el proceso se haga de manera mucho más superficial, la huella que dejará será mucho más frágil.
Por el contrario, cuando memorizamos el nuevo conocimiento estableciendo asociaciones con lo que ya sabíamos, este será más difícil de olvidar.
La atención, proceso fundamental para evitar el proceso de olvido
Lo cierto es que tenemos la capacidad de controlar nuestra atención. De alguna manera, podemos liberarla para que sea el entorno quien la dirija o podemos ponernos nosotros al mando y dirigir nuestro foco de concentración allí donde queremos.
Así, nuestra intención es ponerla, cuando deseamos memorizar, es en el mensaje que queremos asimilar. De manera inconsciente, sin haber leído ningún estudio, sabemos que esto ayuda. De hecho, podemos llegar a sentirnos bastante molestos cuando alguien o algo intenta distraernos.
Esto es fundamental, porque la atención, entendida como concentración, es muy importante para hacer una codificación de calidad o, lo que es lo mismo, para generar una huella fuerte asociada al recuerdo.
¿Qué podemos hacer para retrasar el proceso de olvido?
Existen varios procesos que se pueden realizar para fortalecer la memoria y, por ende, disminuir la cantidad de olvidos. Una de las estrategias es aumentar la atención/concentración en el momento de la asimilación. Otra consiste en separar la información relevante de la irrelevante o dividirla por capas, de manera que el recuerdo de lo importante active la recuperación de los detalles.
Repetir y darle sentido a la información es otra estrategia utilizada para evitar el olvido. En este caso, atender y organizar de forma correcta la información ayuda al aprendizaje de la misma. Asimismo, se pueden usar herramientas para que la información sea más clara. Por ejemplo, si necesitamos aprender nombres de conceptos, podemos generar acrónimos y formar una palabra.
Por otro lado, darle sentido a la información que se quiere aprender ayudará a que los procesos de codificación y almacenamiento sean mucho más rápidos y efectivos. Además, cuando se conecta con información ya aprendida, esto ayudará demasiado al recuerdo de la misma.
Conclusión
El proceso de olvido de información es natural y vital para el funcionamiento adecuado de la memoria. En muchas ocasiones recordamos lo que nuestro cerebro considera esencial y útil en el momento de realizar cualquier tipo de actividad. Aun así, es importante tener en cuenta que la motivación, la emoción y la atención son aspectos fundamentales en este proceso.
Por lo tanto, si se quieren disminuir los olvidos, hay que seleccionar la información que es relevante. De igual manera, el asociar la información con una ya aprendida ayudará a un mejor almacenamiento, facilitando la retención —supervivencia del recuerdo— y la recuperación —acto de recordar—.
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