¿Por qué perdemos la fuerza de voluntad cuando más la necesitamos?
No es extraño que comencemos un proyecto con todo el entusiasmo y que una vez que ya nos hemos “embarcado” en él, poco a poco vayamos perdiendo esas ganas que atesorábamos cuando lo comenzamos. Incluso hay veces que postergamos indefinidamente esa iniciativa o la abandonamos por falta de voluntad.
Los expertos dicen que hay varios “síntomas” o factores que nos pueden indicar que la fuerza de voluntad nos abandona justo cuando más la necesitamos.
“A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.”
-Victor Hugo-
Cinco signos para explicar la falta de voluntad
Estos cinco aspectos, analizados detalladamente, nos pueden dar una pauta de qué es lo que nos está ocurriendo y por qué nos cuesta tanto llevar adelante un proyecto, o mejor dicho, terminarlo tal y como lo habíamos planeado desde un principio. Toma nota y analiza con lo que experimentas a diario, tal vez puedas encontrar una solución a tu problema.
1. Exceso de autocontrol
Quizás parezca que es un contrasentido porque la falta de voluntad no tiene que ver, justamente, con el control. Sin embargo, los especialistas dicen que todo se trata de un “juego de equilibrio”. La voluntad no es una capacidad que nunca se agota, sino algo en lo que debemos ir “dosificando”, usando la inteligencia con la que contamos.
Estudio sobre autoindulgencia han demostrado que los seres humanos somos vulnerables a caer en ciertas tentaciones cuando nos estamos controlando más. Un ejemplo muy sencillo de comprender y muy ilustrativo es el de aquel que está llevando una dieta estricta y cuando tiene un “desliz” o un minuto de no pensar en ese régimen, se da un “atracón”.
Las personas también sufren de mayor infelicidad cuando cae la noche y eso no es casualidad. Se debe a que las reservas de autocontrol que lo dominan durante el día van disminuyendo al anochecer. Entonces, el exceso de fuerza de voluntad puede convertirse en tu peor enemigo en el momento de lograr tus objetivos. ¿La solución? Esforzarse en las tareas que valen la pena y darse un respiro en las menos importantes.
2. Sesgo de moderación
La gran mayoría de nosotros subestimamos o sobrestimamos la fuerza de voluntad que poseemos. Por ello es tan común que la gente abandone su carrera, deje de ir al gimnasio o a un curso, etc. Es frecuente que los primeros meses del año las academias estén completas y que luego, pasadas algunas semanas, se empiecen a vaciar.
Muchos “prometemos” cuando comienza enero hacer lo que no cumplimos el año anterior, pero esa voluntad va desapareciendo. Esto se debe a que creemos o pensamos que somos controlados, fuertes y perseverantes y que esta vez “sí” llegaremos a diciembre con la misma rutina que en enero.
Es recomendable que no te expongas a aquellas situaciones en las que puedas caer en la tentación de abandonar o que te hagan caer en las redes de la haraganería, la pérdida de ganas, las excusas para no asistir, etc. Si no te gusta ir al gimnasio, prueba con otra actividad para hacer ejercicio, no te “obligues” a lo que no te agrada, porque es más fácil que te alcance la falta de voluntad, que lo abandones.
3. Creencias negativas muy arraigadas
Esto puede estar presente en nuestra mente desde que eramos pequeños o jóvenes. Por ejemplo, si en la familia nunca creían en nosotros o nos exigían demasiado, si consideramos que el éxito es para las personas adineradas o que no tenemos la capacidad de tener nuestra propia empresa porque no contamos con las habilidades requeridas, etc.
Si tu idea o meta es obtener un mejor puesto en tu empleo o emprender en un negocio ambicioso, una creencia contrapuesta puede retrasarte, al pensar que no eres lo suficientemente merecedor, bueno o inteligente para lograrlo. Para poder sobrellevar esto, primero deberás saber cuáles son estas ideas que rodean tu mente, trabajar en ellas, modificar los pensamientos y añadir ideas que te motiven al éxito. Una buena alternativa es colocar en lugares visibles frases de motivación y autosuperación.
4. No fijarnos en el contexto social
No eres una “isla” autosuficiente, necesitas interactuar con los demás, eso está más que claro. Si bien lo sabes, desestimas esta idea y crees que lo puedes todo, que no precisas de nadie que te ayude, que lo harás mejor si es a tu manera. Estableces objetivos como si llevarlos a cabo solamente dependiera de ti y te olvidas que vives en un contexto, por más de que no compartas casa o piso con nadie.
El mundo está repleto de personas y también de tentaciones, una de ellas, sin dudas, es creernos “omnipotentes”. Al plantearte cualquier meta, haz que los demás (familia, amigos, pareja, compañeros) te ayuden, participen, se involucren y sirvan para enfrentar los obstáculos que seguramente aparecerán.
5. Cansancio
La falta de sueño nos hace estar más propensos a claudicar y abandonar nuestros proyectos. El tan conocido “estrés”, del que somos víctimas millones de personas en el mundo entero deja de lado la motivación. Esta última es la encargada de “inyectarnos” de energía extra a diario, para poder mantenernos despiertos cuando lo necesitamos.
Sin embargo, la ansiedad, los nervios y las preocupaciones no dejan que descansemos lo suficiente. El cansancio prolongado tarde o temprano nos pasa factura, ya sea con alguna enfermedad o con la falta de voluntad. Si estás pensando en un proyecto ambicioso y deseas llegar a la meta, duerme la cantidad de horas necesarias, para poder tener tu nivel de recarga completo.