¿Por qué soy tímido? La razón por la que deseas ser invisible
La persona que es tímida toma constancia de su rasgo de personalidad de manera muy temprana. Porque si hay algo que descubre a los pocos años de edad es que situaciones que para otros niños son normales y divertidas, para uno son amenazantes. Hasta el punto de necesitar esconderse, de buscar refugios tras la barrera de esos universos sociales que suscitan incomodidad y angustia.
Ahora bien, ¿es la timidez algo realmente problemático o patológico? Lo primero que debemos saber es que estamos ante un rasgo de la personalidad que presenta diversos grados. Hay personas que evidencian en su registro comportamental cierta timidez, mientras otras ven su vida totalmente limitada. No obstante, estamos ante un tipo de perfil en el que es común experimentar ansiedad social y sufrimiento.
Es importante destacar este término, “sufrimiento”, porque ese es el elemento que diferencia a un introvertido de un tímido. El miedo al rechazo, el terror a hacer el ridículo y el pavor a quedar en evidencia ante los demás. Son dimensiones muy limitantes provocadas por un sentido de autoconciencia muy crítico y desgastante que ocasionan un malestar silencioso, pero recurrente.
Quienes se identifiquen con este perfil es muy probable que no siempre se sientan bien consigo mismos. El mundo parece pertenecer a los extrovertidos, a quienes no conocen el miedo y se atreven a hablar en voz alta. ¿A qué se debe? ¿Por qué hay personas que nacen siendo eternamente cohibidas y otras conquistan todo escenario con su chispeante extroversión?
“Muchas personas están encerradas en sí mismas como cajas, pero se abrirían, desarrollándose maravillosamente, si estuvieras interesado en ellas”.
-Sylvia Plath-
Los árboles tímidos y las raíces en las que crecemos
La primera vez que se usó el término “timidez” fue en el siglo XVIII en el Reino Unido para hacer referencia a los caballos que eran propensos a asustarse. Sin embargo, y como podemos imaginar, las personas que se atragantan con la vergüenza y la inseguridad siempre han estado ahí, tras una ventana, lejos de la muchedumbre, viendo la vida discurrir desde una prudencial distancia.
En el mundo de la naturaleza, por llamativo que nos parezca, existen los llamados árboles tímidos. Hay bosques de gran frondosidad, como los tropicales, en los que puede apreciarse un llamativo fenómeno. Ninguna rama de un árbol se toca con otra, de manera que al levantar la vista nos encontramos con un llamativo entramado geométrico separado por vetas de entre 10 y 50 cm.
Este espectáculo debe tener algún sentido ecológico, pero lo cierto es que aún no está claro del todo. Tal vez sea para evitar enfermedades, permitir el paso de la luz o para evitar que la fricción del viento haga que se golpeen entre sí. Según los expertos, es como si existiera una determinación genética para evitar dicho contacto y formar ese fantástico dosel con vetas.
¿Ocurre lo mismo en la naturaleza humana? De algún modo, todos los que lidian a diario con la fobia social y el miedo al rechazo se hacen la misma pregunta: ¿por qué soy tímido? ¿Qué me ha hecho ser de este modo?
La persona introvertida se siente bien consigo misma, le agrada su personalidad y, cuando así lo desea, socializa sin problemas. El tímido desearía poder exponerse a más de una situación social, pero se siente incapaz y atenazado por la vergüenza e inseguridad.
1. Más que los genes, importa el entorno
Una parte amplia de la población opina que los niños tímidos llegan al mundo con ese temperamento inhibido. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Para empezar, diremos que buena parte de los estudios sobre este rasgo de personalidad provienen de investigaciones con gemelos idénticos.
La Universidad de Colorado en Boulder realizó un destacable trabajo en el 2012 analizando este tema. Sabemos que, efectivamente, la timidez tiene un desencadenante genético, pero esta variable no es concluyente ni definitoria al 100 %. Según los investigadores, el ambiente es más importante que los genes a la hora de desarrollar un patrón de personalidad tímido e inhibido. A veces, aún siendo gemelos, cada uno desarrolla un carácter.
Algo bien conocido por todos es que cuando un niño llega a los 18-20 meses de vida empieza a comprender los estándares sociales. Es entonces cuando se cruza esa línea que los hará más seguros de sí mismos o les instalará en el ámbito de la timidez. Las primeras experiencias que tengamos con nuestro entorno social a partir de los dos años esculpirán buena parte de nuestro carácter.
2. Los cuidadores también influyen en el desarrollo de la timidez
Cuando alguien se pregunte “¿por qué soy tímido?”, es conveniente que eche la mirada atrás y piense en su infancia. En ese entorno y sustrato psicosocial que, como los árboles tímidos, extendimos nuestras raíces para crecer y desarrollarnos. Preguntémonos, por ejemplo, cómo fue nuestra educación y qué dinámicas ponían en práctica nuestros progenitores.
Es fundamental saber que a menudo, aunque un bebé tenga el gen de la timidez y su temperamento oscile hacia ese polo, un entorno social dinámico, abierto, solidario y seguro, amortigua este rasgo. En cambio, si crecemos en una familia autoritaria, crítica, poco afectiva y severa, es muy probable que esa timidez se asiente en el niño y lo acompañe hasta la edad adulta.
Tengamos en cuenta, por ejemplo, a ese niño que se adentra en la adolescencia y está dominado por sus inseguridades y el miedo a ser rechazado cuando inicie el instituto. Si cuenta con unos padres que saben cultivar en él habilidades de seguridad personal y le guían para racionalizar sus miedos y potenciar sus fortalezas, ese chico reducirá su ansiedad social.
Una crianza y educación sensible, segura, estimulante y hábil para fomentar en el niño una buena autoestima puede amortiguar el desarrollo de la timidez y el gen que está presente en él/ella.
3. La internalización y el miedo excesivo
Además de los genes y el entorno familiar, hay un tercer elemento que alimenta las raíces de la timidez, y es el miedo excesivo. Una investigación realizada por la doctora Nancy Eisenberg destaca que esta personalidad correlaciona con una internalización de emociones negativas. Es algo que se manifiesta en la infancia y que, en caso de no abordarse, se intensifica.
Los niños tímidos desean involucrarse en situaciones sociales, jugar con sus iguales, experimentar y abrirse al mundo. Lo desean con todas sus fuerzas, pero no pueden. Porque el miedo social les supera e inhibe cualquier acercamiento y toma de contacto con las situaciones nuevas y con las personas.
El temor a ser juzgados, criticados, el miedo al error, a exponerse y a sentir vergüenza se internaliza en ellos de forma intensa. Y sufren, lo pasan mal al carecer de toda herramienta de afrontamiento ante el miedo. Por ello, cuando nos preguntemos ya en la edad adulta “por qué soy tímido”, es bueno poner la mirada en nuestro interior y tomar una decisión.
Si creemos que la vida se nos escapa por nuestros miedos, si estamos perdiendo oportunidades laborales y nos gustaría conocer a más gente, hagámoslo. Es necesario racionalizar todas esas emociones negativas que nos atenazan y que nos cortan las alas. Hay técnicas psicológicas que nos permitirán manejar la timidez y la ansiedad social. No dudemos en dar ese paso si así lo necesitamos.
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