Principio de placer: ¿qué es?
Hay momentos en los que nos sentimos dichosos. Sentimos que la felicidad nos desborda. Sobre todo, se trata de aquellos instantes en los que sentimos que cumplimos aquello que tanto deseábamos. Todo esto podría estar asociado con el principio del placer.
Hablar del principio del placer es hacer referencia a uno de los conceptos esenciales de la teoría psicoanalítica. Sigmund Freud fue el padre de esta corriente y quien nos dejó quizás una de las reflexiones más ricas sobre este concepto.
Te invitamos a que nos acompañes para conocerlo un poco mejor. Te mostraremos de qué se trata, porque va más allá de lo sexual y cuáles son las objeciones al principio del placer que encontró Freud a lo largo de su exploración clínica.
¿En qué consiste el principio del placer?
El principio del placer es un concepto que forma parte del modelo económico del psicoanálisis, que es aquel que destaca un hecho: contamos con fuerzas que nos empujan a buscar un fin y que en el marco en el que estamos se llaman pulsiones.
Sigmund Freud hace hincapié en este concepto en su libro denominado Más allá del principio del placer. Se trata de la búsqueda que hacemos para conseguir satisfacer nuestras necesidades. En otras palabras, la evitación de lo que no nos genera placer. Además, a través de este principio se buscaría el equilibrio para mantener la excitación al mínimo.
Entonces, a partir del principio del placer liberaríamos tensiones, porque hay una descarga para poder volver al equilibrio. El placer sería el que ocasiona que se reduzca dicha tensión. El principio del placer está estrechamente relacionado con el “ello”, es decir nuestra parte instintiva. También se relaciona con el “yo” y el “superyó”, pero el ello es el que intenta descargar para volver al equilibrio.
Principio de placer más allá de lo sexual
Podríamos pensar que el principio de placer está íntimamente relacionado con la sexualidad. Puede estar presente porque algunas situaciones vinculadas asociadas con la sexualidad implican la liberación de tensiones. Sin embargo, no siempre es así, la búsqueda del placer no siempre implica la sexualidad. Se evita el dolor para que no afecte el equilibrio. Por ejemplo, el hambre y la sed interrumpirían el equilibrio. Por ello, el principio de realidad actúa.
Entonces, este principio impulsa la satisfacción de todas nuestras necesidades. Además, no actúa solo; va de la mano del principio de realidad y los procesos primarios.
El principio de realidad es aquel que regula nuestros apetitos, es decir, facilita que pospongamos nuestras necesidades y deseos en pro de nuestra supervivencia. Y, los procesos primarios, son aquellos asuntos inconscientes que permiten que consigamos la satisfacción de nuestros deseos; un ejemplo, serían los sueños.
Objeciones al principio del placer
El principio del placer también tiene que ver con el de constancia; es decir, aquel que ayuda a que nuestro aparato psíquico mantenga la cantidad de excitación a un nivel bajo o lo más constante posible. Ahora bien, durante su práctica clínica Sigmund Freud formuló algunas objeciones al principio del placer, veamos algunas de ellas:
- Principio de realidad. Porque según vamos madurando psíquicamente vamos comprendiendo que no todos los placeres los podemos con seguir, y por ello a veces hay que postergarlos, transformarlos o no cumplirlos.
- Las neurosis de guerra y las pesadillas. Freud se dio cuenta de que estas no eran el cumplimiento de un deseo, sino una forma de que la persona que no ha llegado a vivir angustia, lo pueda hacer, por ejemplo, a través del sueño.
- Compulsión de la repetición. Es decir, revivir aquello que no resulta placentero, en lugar de evadirlo. Esto lo haría la persona a través del síntoma psíquico.
- Juego for da. Se trata de un juego a partir del cual el niño llega a elaborar las ausencias maternas repentinas, un suceso que antes vivenciaba de forma pasiva.
Ahora bien, Freud se dio cuenta y lo expreso en Más allá del principio del placer, que debe haber algo más allá del principio del placer. Entonces, sugirió las pulsiones de vida, que son aquellas que van de la mano de la autoconservación. Y, lo que está más allá de estas pulsiones que se asocian a la destrucción, a lo que llamó pulsión de muerte.
El principio del placer es necesario para nuestra supervivencia, pues va en sintonía con ella, pero no seríamos nada sin los otros mecanismos asociados. Por ello, aunque busca la satisfacción de nuestras necesidades y deseos, existen otros principios, como el de realidad, que ayudan a que no siempre sea así.
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- Freud, S. (1976/1920). Más allá del principio del placer. Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.
- Spilka, J. I. (1997). Reflexiones en torno a: Más allá del principio de placer. Revista de psicoanálisis, 26, 83-106.