Problemas y oportunidades

Problemas y oportunidades
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 agosto, 2023

Cada vez que mi abuela Mercedes me veía atrapada en una de esas encrucijadas cotidianas de la vida, me observaba con cuidado y de manera infalible se acercaba para repetirme un refrán con el que ella sorteaba todo problema: “La buena vida cansa, y la mala vida amansa”. Confieso que de niña me irritaba. Lo de “amansa” me parecía más apropiado para caballos salvajes o fieras de circo. Pero al crecer descubrí la delicada sabiduría de esa sentencia y también comprendí que, efectivamente, en nuestro interior hay fuerzas que necesitan ser domesticadas.

Los seres humanos nos pasamos la vida sintiendo nostalgia por una felicidad que jamás tuvimos. Una vida en la que no hay problemas, ni pérdidas, ni contradicciones. Solamente logros, días apacibles y risas eternas. Rara vez caemos en la cuenta de que si acaso hemos experimentado todo eso, ha sido apenas por un momento pasajero.

También nos acostumbramos a reaccionar con prevención frente a todo conflicto. La palabra “problema” tiene una connotación de fastidio en nuestra mente. La alejamos. “Vade retro” decimos cuando aparece en el horizonte. La pregunta entonces es: ¿los problemas son algo tan malo como parece?

El aprendizaje

Seguramente te acuerdas de las clases de Aritmética. El maestro indicando la tarea a elaborar y titulándola: “Problemas”. Luego te ponían un ejercicio que incluía una situación en la que Juan le vendía a Pepe no sé cuántas manzanas, a tanto dinero y debías buscar el camino para saber cuándo había pagado Pepe finalmente. Si hacías el proceso correctamente, al final lo sabías.

Algo similar ocurre en la vida.

Mujer con problemas pensando en su cama

Nos guste o no, se aprende a través de los problemas. No problemas de Aritmética, sino otros no tan cuantificables que se nos presentan incluso desde cuando despertamos: “¡Qué sueño tengo! ¡No quiero levantarme, pero tengo que hacerlo!” Durante el día pueden aparecer nuevos conflictos, más grandes y más pequeños que éste. Y a lo largo de la vida ocurre lo mismo. Sólo que ya no se trata de aplicar una fórmula, sino de elegir el mejor camino posible con base en los recursos que tengamos como seres humanos.

No hay salidas mecánicas. Por eso todo problema lleva implícito un aprendizaje. No somos iguales antes y después de resolver una situación porque para solucionarla hemos debido confrontarnos con nosotros mismos. Los problemas nos obligan a preguntarnos, otra vez, qué es en definitiva lo que realmente queremos, cuál es el rumbo que deseamos darle a nuestra vida. Por eso, lejos de ser un fastidio, los problemas son grandes maestros que nos invitan a aprender.

La perspectiva

El problema es un punto de quiebre en donde se ponen en tensión fuerzas opuestas. Puedes verlo como una molestia, o puedes asumir una perspectiva de apertura y darte cuenta de que se está haciendo visible una contradicción que antes no habías tomado en cuenta.

Mujer pensando en aprender de sus problemas

Tu perspectiva puede ser la de ocultar o reprimir el problema, como estrategia para eliminarlo. Pero no tardará en reaparecer, a veces con mayor fuerza. Por eso quizás el verdadero problema no está en la situación que genera conflicto, sino en la forma como la ves y la trabajas. Algunos logran incluso darle la vuelta y convertirlos en una oportunidad. Como Demóstenes, el más grande orador de la Grecia Antigua, que de niño tenía problemas en el habla y trabajó con ahínco hasta alcanzar prácticamente la perfección en el arte de la oratoria.

Dice un refrán popular, que también sigue repitiendo mi abuela: “Si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada”.


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