Puedo cambiar mi destino
El destino nunca está marcado, nunca depende de otros y nunca es definitivo.
El destino debe ser siempre decidido en primera persona.
No culpes al destino de no darte lo que mereces, la vida no es justa, al menos para quien nunca va a buscar lo que considera que merece. Ser conformista puede ser tu destino, pero solo si te encargas de que así sea.
Un día leí una frase que decía “si el final no es bonito, solo significa que no es el final” y ahí está la clave, en continuar. Debemos aprender de cada momento, comprender que si así no hemos logrado lo que queremos, debemos intentarlo de otro modo, cambiar de ruta o de estrategia, pero nunca abandonar, ese es el único fracaso que nos merecemos, si no luchas por lo que quieres nunca lo tendrás.
Navegar a la deriva no es navegar
Desde la terminología náutica, la deriva se definiría como “la desviación de la derrota (dirección) de una embarcación por efecto de la corriente”. ¿Esto qué quiere decir? Que si nadie gobierna el barco, este es arrastrado por la corriente en cualquier dirección. Lo mismo ocurre con nosotros, si no cogemos el timón de nuestra vida, nos estaremos dejando llevar por las circunstancias y nuestra forma automática de comportarnos.
Para cambiar el destino de nuestra existencia, lo primero que tenemos que hacer es aprender navegar. Agarrar el timón con fuerza y decidir qué rumbo queremos seguir. Quizá lleguemos a puerto o quizá no, pero sin duda, si cogemos las riendas de nuestra vida la dirección elegida será más cercana a dejarnos llevar por la deriva. La famosa frase “que sea lo que tenga que ser”, no es más que dejarnos llevar por la inercia de nuestro comportamiento y por las circunstancias externas.
En lugar de ello, podemos cambiarlo con más facilidad de la que pensamos. Cambiar el destino sólo depende de cambiar nuestro rumbo. Si siempre caminamos sobre los mismos pasos, llegaremos al mismo lugar. Sin embargo, si comenzamos a caminar por nuevos senderos lo más probable es que nos encontramos con un nuevo destino.
Atrévete a cambiar el destino
Las prioridades cambian, y con ello nuestros actos y nuestras decisiones, pero siempre que estés siendo coherente con lo que buscas en ese momento, vivir merece la pena. Es bueno intentar cambiar el destino con nuestros actos. Está claro que son muchas las ocasiones en las que nos encontramos con elecciones en las que tenemos que decidir, entre malo y peor, en ese momento solo queda postergar el éxito al futuro y considerar que elección solo retrasa que alcance el destino que ahora tengo en mente.
El destino nunca debe estar atado a algo material, o a otra persona que no seas simplemente tú. Por supuesto que es viable tener como meta vivir para lograr algo, pero ¿qué sucede cuando se consigue? Debemos permitirnos ser ambiciosos, querer lograr cosas nuevas continuamente, pero cuando se trata de cosas materiales, siempre ambicionamos más, y eso nunca nos permite disfruta de lo que tenemos en el presente.
La felicidad es más fácil de conseguir cuando establecemos el destino como un camino y no como una meta
¿Cómo cambiar el destino?
¿Qué camino quieres llevar en la vida? El destino no debe estar atado a ser padre, sino a ¿qué clase de padre quiero ser? A tener un oficio concreto sino a ¿qué clase de trabajador quiero ser? O a tener amigos. Lo que nos hace felices es sentir que soy la persona que quiero ser. ¿Cómo alcanzar, cómo cambiar el destino? Es simple, coordina tu comportamiento con lo que quieres llegar a ser, y antes de lo que piensas ya serás una persona con la que te sientes cómodo.
No hay nada más difícil que vivir sin estar orgulloso de lo que eres, si te encuentras en este punto en cualquier ámbito de tu existencia, coge las riendas de tu vida, puedes cambiar el destino. Es simple solo hay que intentarlo, por muy complicado que resulte y puestos a sentir malestar, que sea a cambio de acercarme a algo que realmente me importa.
Son muchas las cosas que no están bajo nuestras decisiones, nuestra nacionalidad, nuestro sexo, nuestra raza, enfermedades determinadas por nuestra genética, nuestra familia, nuestra cultura, nuestra orientación sexual o nuestros miedos. Pero siempre podemos elegir cómo vivir con todo ello, esto nos condiciona, pero nunca nos determina. Siempre tenemos algo que aportar al destino con nuestra forma de afrontar las circunstancias.
No justifiques la resignación, acepta las barreras y continúa tu viaje.