¿Qué es el doomscrolling y por qué debemos detenerlo?
Psicólogos de todo el mundo nos están advirtiendo de un hecho cada vez más común (y preocupante). Doomscrolling es un término que define nuestra reciente obsesión por leer noticias negativas o deprimentes. Desastres naturales, relatos de personas que han perdido a seres queridos a causa de determinadas enfermedades, noticias alarmantes de última hora…
Muchos negaremos con la cabeza y diremos que no, que nosotros no hemos caído en ese hábito. Sin embargo, aunque no seamos conscientes de ello lo hacemos a diario. Caemos en ello porque la fluencia de noticias negativas supera a las positivas en los últimos meses. Dicho de otro modo, estamos expuestos casi sin darnos cuenta a este tipo de estímulos de calado psicológico adverso.
¿Nos hemos habituado quizá a “consumir” este tipo de noticias hasta el punto de normalizarlo? Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a entrar en las redes sociales y tropezarnos con estas realidades. Sin embargo, no nos hemos habituado porque el cerebro sufre, porque el número de trastornos de ansiedad y depresiones se elevan cada vez más y esta es una más de esas causas.
¿Qué es el doomscrolling?
En un contexto lleno de cambios e incertidumbres constantes es común que estemos más pendientes que nunca de nuestro teléfono móvil y, en concreto, de las redes sociales. El doomscrolling es un nuevo término que surgió en twitter a lo largo de este año y que define la repentina tendencia a leer noticias deprimentes o negativas.
En los últimos meses, ha empezado a popularizarse mucho más desde que la revista Los Angeles Times habló de ello. Lo hizo para referirse a todas esas palabras que, de algún modo, describen nuestra situación actual. Al fin y al cabo, el lenguaje no es más que el reflejo de las realidades sociales de las personas y de ahí su riqueza, su cambio, dinamismo y particularidad.
Formas en que se manifiesta el doomscrolling
El doomscrolling llega a casi cualquier generación que tenga, sobre todo, acceso a las nuevas tecnologías. No obstante, la fluencia de malas noticias también es una constante a nivel televisivo, con lo que podemos tener a nuestros mayores pendientes de este tipo de “productos”, de estas informaciones de corte negativo, triste o alarmista.
- Lo experimentamos cuando elegimos detenernos ante una noticia sombría y la leemos o escuchamos al completo.
- La noticia suele tener un impacto emocional breve.
- El problema llega cuando la exposición es continuada, de manera que poco a poco se genera una acumulación de emociones negativas.
- Asimismo, también se da un hecho evidente. No ponemos filtros. Nos desplazamos por las redes sociales (hacemos scrolling) y al final nos detenemos en esa noticia de última hora alarmante o triste. Nuestra mirada se detiene en ese hilo de twitter que nos explica una experiencia personal adversa…
- Casi sin darnos cuenta, la mente hace acopio de un cúmulo inmenso de datos, imágenes y relatos que calan en el bienestar psicológico.
¿Por qué lo hacemos?
En algunos medios se nos habla de una nueva tendencia en las personas para buscar este tipo de información más desagradable. No es del todo cierto. En realidad, en los últimos meses este tipo de publicaciones proliferan de manera llamativa. Estamos más expuestos y, por lo general, el cerebro tiene mayor tendencia a buscar “lo malo” antes que lo “positivo”.
- En un contexto como el actual, queremos estar informados y, por lo general, la exposición a las redes sociales es mayor.
- Tenemos más tiempo. También hay un hecho evidente: nos sentimos más preocupados, la incertidumbre pesa y queremos saber qué sucede en nuestro mundo casi a cada segundo.
- Eso hace que estemos más pendientes de las noticias negativas porque la mente siempre está alerta y sobreexcitada.
¿Qué efecto tiene sobre la salud mental?
El doomscrolling no es inocuo, tiene un serio impacto sobre el bienestar psicológico y debemos tenerlo presente. Estudios como los realizados en la Universidad de Sussex, por ejemplo, nos indican que las noticias negativas no solo elevan la preocupación, también alteran el estado de ánimo.
Tanto es así que, en muchos casos, este hecho puede sumarse a otros para derivar en una depresión o en un estado de ansiedad Lo más complejo es que esta realidad actúa como un círculo vicioso. Es decir, no podemos dejar de escuchar este tipo noticias y aunque sabemos que nos afecta, no podemos dejar de hacerlo porque necesitamos saber qué está pasando.
Se añade otro hecho: las noticias negativas se recuerdan más que las positivas. Además, si fuera poco, los algoritmos de las redes sociales e internet nos seguirán exponiendo a este tipo de información sin que nos demos cuenta. Los efectos sobre la salud pueden ser muy adversos.
¿Cómo podemos reducir el doomscrolling?
El modo de reducir el efecto del doomscrolling es evidente: restringir el tiempo que pasamos ante las redes sociales. Algo que parece tan evidente resulta más complicado de lo que parece. La adherencia psicológica que tenemos hacia las tecnologías es tan elevada que no somos conscientes de ello. Es necesario que hagamos un ejercicio de reflexión al respecto y empecemos a reducir ese tiempo de exposición.
Hay que evitar que las redes sociales nos roben no solo el tiempo, sino también la salud mental. Por tanto, sería muy recomendable que estableciéramos unos momentos concretos del día para revisar las noticias. Contestar solo los mensajes más importantes también es otra estrategia. Evitemos por ejemplo que mirar el móvil sea lo primero que hagamos cuando nos levantamos o nos vamos a la cama.
Por último y no menos importante, el doomscrolling se reduce enfocando la atención en tareas, intereses y actividades más positivos y gratificantes. Una charla o un paseo son ejercicios reconfortantes que optimizan la salud mental. Invirtamos mucho más en estas áreas, hallemos un necesitado equilibrio más allá de las pantallas.
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- Johnston, Wendy & Davey, Graham. (1997). The psychological impact of negative TV news bulletins: The catastrophizing of personal worries. British journal of psychology (London, England : 1953). 88 ( Pt 1). 85-91. 10.1111/j.2044-8295.1997.tb02622.x.