¿Qué es exactamente la envidia?
Todos conocemos la envidia, una emoción social con la que nos encontramos a diario. Y a pesar de que en la mayoría de los casos tiene una connotación negativa, cumple funciones importantes. La psicología nos enseña que las emociones no son malas ni buenas (fuera de aspectos patológicos), simplemente pueden ser agradables o desagradables. Además, siempre cumplen una función.
La envidia en sus aspectos más simples, se representa en una relación triádica de desigualdad. Esta relación estaría compuesta por dos personas y un objeto. Y la desigualdad se genera en el hecho de que una de esas personas tiene el objeto y la otra no, pero lo desea. Por la tanto, estamos ante una emoción donde surge la comparación social.
La comparación social
Los seres humanos vivimos en sociedades complejas, donde el estatus social va influir en nuestra vida. Por ello tiene sentido, desde un punto de vista adaptativo, que nos preocupemos de nuestra vida social. Aquí es donde nace la comparación social, en un esfuerzo por estar mejor posicionado y tener mejores recursos sociales.
La comparación social puede darse de dos formas: (a) ascendente, comparándonos con personas que están/percibimos mejor que nosotros, o (b) descendente, comparándonos con aquellos que están/percibimos peor que nosotros. Cada una de ellas cumple una función y tiene sus razones, pero para el estudio de la envidia nos interesa la comparación ascendente: envidiamos a aquellos que tienen algo que deseamos.
La comparación social ascendente suele tener como objetivo identificar aquello que nos diferencia de la persona de mayor estatus, para igualarla o superarla. Este objetivo puede variar dependiendiendo del contenido de la comparación y la persona a comparar. Por ejemplo, pueden surgir emociones de orgullo si nos comparamos con una persona allegada en un aspecto que no es relevante para nosotros.
La envidia va a cumplir un papel esencial a la hora de intentar igualar o superar el estatus en esa comparación ascendente. Nuestra motivación será conseguir ese estatus superior debido a los recursos sociales extras que nos aportaría respecto a la otra persona. Y para lograr esto la envidia puede actuar de distintas maneras, que abordaremos más adelante.
¿Qué es la envidia?
La envidia es una emoción social dolorosa en cuanto a que es producto de una relación de desigualdad. Como hemos mencionado está relacionada con las comparaciones sociales y la evaluación de nuestro yo. Por ello, a veces nos podemos referir a la envidia como un termómetro social que nos permite calibrar nuestro estatus social y tomar medidas en caso de que no sea el que nos gustaría.
Aunque en alguna ocasión la envidia se expresa abiertamente como señal de admiración (¡Qué envidida me das!), lo normal es que se oculte. En este sentido, ocultar la envidia forma parte de nuestro protocolo social. Esto cumple dos claras funciones: por una parte, evita que el envidioso haga pública su carencia, protegiéndose así de una posible devaluación del yo; y la otra para evitar que la persona envidiada se sienta amenazada.
El objeto de la envidia puede aludir a una gran variedad de elementos. Puede abarcar posesiones, pero también características personales o reconocimientos. Este adquirirá su característica de objeto de envidia, cuando sea deseado por una persona, esta no lo posee y lo identifica en otra. El deseo puede venir dado en gran medida por el intento de restaurar una posición de inferioridad o desventaja. Es decir, no por lo que el objeto es, sino por lo que el objeto representa.
Ahora bien, ¿cómo podemos reaccionar cuando aparece en nosotros la emoción de la envidia? Aquí es donde entran los dos tipos de respuestas envidiosas y sus consecuencias, de las que hablamos en el siguiente apartado.
Tipos de envidia
Podemos decir que existen dos grandes vertientes: podríamos hablar de una envidia benigna y de una envidia maligna (también conocida como schadenfreude). La envidia benigna, surge cuando el envidioso siente malestar por el bienestar o éxito del otro, pero no alberga malos deseos hacía él. La conducta que se desprende de este tipo de envidia van a ser intentos, por parte del envidioso, de mejorar su estatus. Esto lo va a lograr a través de la adquisición del objeto de envidia sin intervenir en el envidiado.
En la maliciosa, por el contrario, además del malestar por el éxito, existen malos deseos hacia el envidiado. Por lo tanto, ya no vamos a ver conductas de mejora; lo que aparecerá serán intentos de depreciar el valor del objeto de envidia, o incluso intentos de decrecer el estatus del envidiado quitándole el objeto.
Ambos tipos de envidia buscan lo mismo, el envidioso quiere tener un estatus igual o superior al envidiado. En la maligna lo conseguiría reduciendo el estatus del envidiado, y en la benigna aumentando el estatus del envidioso. Aunque la primera tiene un carácter prosocial, no hay que olvidar que el schadenfreude también es una emoción muy presente en nuestras vidas.
Una pregunta para reflexionar: cuando envidiamos a otra persona, ¿qué predomina en nosotros, una envidia benigna o schadenfreude?