Quien enfrenta la adversidad se merece la fuerza
La vida te golpea en más de una ocasión y a veces, además, lo hace con toda la fuerza de la que dispone: parece que te sitúa ante la adversidad de una profunda tormenta eterna que remueve todo tu equilibrio emocional y lo pone a prueba.
Al principio tienes la sensación de que algo malo va a ocurrir y de que tu cielo se está nublando. Acto seguido descubres que era cierto: te encuentras ante un viento que aprieta contra las paredes y te llena de ansiedad. Llueve e, incluso, graniza.
“Cuando salgas de esta tormenta no serás la misma persona que entró en ella”.
-Murakami-
Cuando estás en este momento de deficiencia anímica la tormenta te obliga a tomar una decisión: recibirla como una ocasión para enfrentar la adversidad hasta que la tormenta pase o dejarte caer, derrotado, en la eterna lluvia. Necesitas afrontar la adversidad con tu fuerza interior y continuar hacia delante.
La luz entra gracias a las grietas
Es totalmente entendible que si estás dentro de una tormenta lo único en lo que pienses sea en el frío, la oscuridad, la humedad que el cuerpo siente. Sin embargo, no puedes olvidar que, hasta en la más sombría de las circunstancias, el cielo siempre guarda detrás la luz del sol.
Puede parecer cursi o difícil de poner práctica, sobre todo si lo estás pasándolo mal. Pero, la luz entra siempre gracias a las grietas y tu corazón cuando más se resiente es cuando más grietas tiene.
“La adversidad es ocasión de virtud.”
-Séneca-
Por esa razón muchos son los que han dicho que la adversidad es una oportunidad de dolerte por dentro y aprender por qué lo haces. También que pude ser una manera de conocer algo de ti mismo que no conocías que tenías.
Sacar fuera los sentimientos
A muchas personas les ocurre algo muy importante que puede incrementar su dolor y tú quizás seas una de ellas: en aquellos instantes en los que se sienten peor, paradójicamente, no son capaces de expresar sus sentimientos ni desahogarse con los demás. Esto es un problema porque sacar los sentimientos fuera significa ver cómo te liberas de ellos y dejar que otros puedan ayudarnos.
Si un ser querido ha fallecido y te ha dejado un gran vacío, si has roto con tu pareja, si sufres una enfermedad que te está condicionando la vida… Sea cual sea el motivo de la adversidad que está te haciendo tantas heridas, es beneficioso que lo compartas con alguien que esté dispuesto a escucharte y a prestarte una mano.
“La adversidad tiene el don de despertar talentos
que en la prosperidad hubiesen permanecido durmiendo.”
-Horacio-
Por el contrario, si eso también te resulta complicado puedes enfocar tus sentimientos hacia otra actividad que te permita exteriorizarlos: escribir, pintar, bailar o cualquier otra cosa que te guste y te haga sentir cómodo. Recuerda que lo que la boca no es capaz de decir, el cuerpo lo enseña y lo manifiesta con problemas de salud.
Pierde el miedo
Por regla general las tormentas nos dan miedo y nos incitan a buscar cobijo y refugio. En la vida real ocurre exactamente lo mismo: cuanto mayor es la adversidad que nos aflige y el abismo que tenemos enfrente, mayor es también la voluntad de encontrar un lugar donde sentirnos a salvo.
Este anhelo de calor en los días más fríos de nuestra vida es lo que te empuja a mirar al miedo con valentía: únicamente ahí puedes darte cuenta de la fuerza que de verdad llevas dentro. Aferrarnos a la idea de que podemos vencer la debilidad que sufrimos, nos da esperanza y nos mantiene con motivos para vivir.
Llega un momento en el que te toca luchar, romper la coraza que te paraliza y saltar para no caer con el miedo y el dolor al vacío. Entonces habrás enfrentado la adversidad y habrás merecido la fuerza, aquella que no creías poseer pero que te pertenece. Porque recuerda: quien enfrenta la adversidad, merece la fuerza y por eso es tuya.
“Tuve el privilegio de sentir que lo había perdido todo.
Tuve la suerte de descubrir así qué era lo que realmente necesitaba.
La tristeza a veces sabe a paz.”
-Sara Bueno-