Reconoce y enfrenta tus miedos
El miedo, esa emoción primaria que todos compartimos y experimentamos en algún momento. Su función es mantenernos a salvo, alejarnos del peligro o impulsarnos a combatirlo. No obstante, cada vez con más frecuencia sentimos la presencia en nuestra vida de un miedo desadaptativo: aquel que resulta infundado y que nos roba la libertad. Enfrenta tus miedos y romperás las cadenas que te impiden ser quien realmente eres.
Las formas en que el miedo puede manifestarse son diversas. En algunos casos la gravedad es tal que termina convirtiéndose en un trastorno de ansiedad. Pero, incluso en los casos menos extremos, esta emoción puede sabotear nuestras oportunidades y limitar nuestra vida. Por ello ha llegado el momento de hacerle frente.
El miedo nos limita
No existe ninguna persona que no le tema a nada. Cada uno de nosotros, con nuestra idiosincrasia particular desarrollamos distintos temores a lo largo de los años. Aunque no seamos del todo conscientes, esta desagradable emoción nos condiciona y nos priva de actuar libremente.
Quien experimenta miedo ante las situaciones sociales es incapaz, muchas veces, de disfrutar de la compañía de los otros o de realizar acciones tan sencillas como una llamada de teléfono. La persona que teme a las tormentas puede permanecer encerrada en casa cada día de mal clima, y quien siente miedo al compromiso puede perder a la pareja que amaba.
El miedo es una máscara, un excesivo e irracional escudo de protección que, lejos de mantenernos a salvo, en realidad nos aísla. Mientras permanece a nuestro lado nos roba la confianza y nos convence de que no somos capaces. Nos repite (desde dentro) que no somos lo suficientemente válidos, lo suficientemente fuertes para enfrentarnos al mundo.
Tus miedos hablan de ti
Es evidente que el miedo es una emoción que nos resulta desagradable y, por tanto, de la que tratamos de librarnos lo antes posible. Así, llevamos a cabo conductas de escape y evitación con el fin de terminar con el malestar que la situación temida nos genera. Esta actitud puede proporcionarnos un alivio temporal pero, paradójicamente, resulta completamente contraproducente a largo plazo.
Cada vez que huyes de tu miedo él gana poder y tú lo pierdes. Cada vez que actúas dominado por él, estás sucumbiendo a una fuerza que te irá aprisionando más cada día. ¿Y si cambiamos el enfoque?. El miedo, al igual que cualquier otra emoción, tiene una función y aporta un mensaje. Aquello que temes habla de tus límites actuales pero también de tu potencial.
Comienza a pensar en el miedo como una señal que te alerta de aquellas áreas de tu ser que necesitan ser atendidas. El miedo al rechazo lanza un claro mensaje: necesitas aprobarte primero tú, trabaja tu autoestima. El temor al abandono puede estar hablando de un pasado sin sanar que aún encadena. Y, en general, cualquier miedo que se presente en tu vida te está dando la clara oportunidad de superarte a ti mismo y evolucionar.
Enfrenta tus miedos
Por tanto te invito a que, a partir de ahora, acojas tu miedo y lo utilices a tu favor. Comienza por conocerte y quitarte la máscara, descúbrete y observa lo que, quizá, lleves años negando. Identifica tus miedos y acéptalos: temer no te hace más débil, te hace humano. De nada sirve vivir encerrado en una pose, en una actuación constante que trate de tapar tu temor. Tienes derecho a tener miedo, forma parte de ti y no te hace menos válido.
A continuación permítete indagar en el origen, pues a veces no es tan claro a simple vista. ¿Por qué temes mostrarte firme y poner límites?, ¿por qué temes mostrarte vulnerable?, ¿cuál es la consecuencia que tanto deseas evitar?. Conocerse a uno mismo es un viaje apasionante y enriquecedor que conduce a la liberación más satisfactoria. Comprende tus miedos y acéptalos.
Finalmente, enfrenta tus miedos, emprende un cambio de estrategia. Deja de huir, evitar y escapar de las situaciones que temes y comienza a enfrentarlas de forma gradual (sin prisa pero sin pausa). Sé consciente de tu conducta y pregúntate en cada momento si esta es fruto del miedo. Cuando la respuesta sea afirmativa, decide conscientemente romper el ciclo: no actúes como siempre lo hiciste, prueba algo nuevo. Comienza a actuar como si no existiera el miedo, hasta que este comprenda que en tu vida ya no hay lugar para él.
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