Recupera el control de los hijos mediante la palabra
En la actualidad, los padres tienen muchas dificultades para encontrar modelos claros de educación y esta situación les genera desde una gran desorientación hasta incluso, una actitud de desinterés y apatía. Así lo describe Jaime Barylko en libro El miedo a los hijos. De hecho, según el autor ha surgido una nueva categoría de padres que están desconcertados frente a su rol paterno y que temen invadir la intimidad de sus hijos.
El modelo educativo en el que el padre regía absolutamente la vida de sus hijos con control férreo ha pasado de moda. Hoy en día, es más frecuente encontrarnos padres con roles flexibles, más abiertos a escuchar y a tratar de entender a los niños. Sin embargo, aunque esto tiene algunos aspectos positivos, los nuevos paradigmas vienen con una serie de retos propios que hay que superar.
Por otro lado, algunos padres han trasladado su rol hacia otras instituciones. Con la actual cultura y los horarios incompatibles con la vida familiar, muchos tienen dificultades para mantener el control de los hijos. Pero los pequeños necesitan una figura de referencia en sus vidas que les enseñe cómo comportarse. Por eso, en este artículo vamos a ver cómo recuperar la autoridad en casa.
El reto, por supuesto, es conseguir adquirir el control sin convertirse en un tirano. Debido a ello, los modelos que vamos a ver a continuación tienen en cuenta las dificultades a las que los padres tienen que enfrentarse en el mundo contemporáneo. Profundicemos en tres modelos constructivos de control de los hijos.
El ritmo de vida actual presenta muchas dificultades para mantener la autoridad y el control de los hijos. No obstante, los niños necesitan una figura de referencia para aprender cómo comportarse. El afecto, las palabras y los límites son buenos aliados para ello.
Tres modelos constructivos de control y autoridad
Autoridad basada en el ejemplo
El control de los hijos es necesario para su educación y crecimiento, al igual que es fundamental que ejemplo y autoridad se complementen. Ahora bien, de nada sirve que tratemos de inculcar unos valores y unos patrones educativos a nuestros hijos, si nosotros no predicamos con el ejemplo. Por eso, lo primero que debemos tener en cuenta es que los niños suelen comportarse según cómo nosotros actuemos.
“No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”.
-Louis Pasteur-
Si les dices una cosa y luego haces otra, tus hijos tenderán a actuar en base a la forma en que te comportes. Debido a ello, tu responsabilidad es muy alta en cuanto a la educación de tus hijos.
Autoridad basada en el prestigio y en el servicio
El ejercicio de la autoridad educativa requiere una base de prestigio fundado en el propio bien ser y bien hacer. En la educación de los hijos, los padres deben ejercer la autoridad como un servicio ordenado al bien de estos. Solo existe auténtico control de los hijos cuando está encaminado al servicio de la educación y mejora del comportamiento de los pequeños.
Autoridad basada en el uso del lenguaje
Para tener autoridad mediante la palabra, el adulto debe ser plenamente consciente de todo lo que dice a sus hijos. Aunque usar las palabras no basta, se debe también cuidar en todo momento la forma y el tono en que se emplean.
Utilizar el lenguaje para recuperar el control de tus hijos requiere que seas plenamente consciente de lo que dices en cada situación.
Formas efectivas de comunicarte con tus hijos
Cómo te comunicas con tus hijos es unos de los pilares fundamentales para su educación y desarrollo, siempre y cuando vayan acompañadas de actos. Por ello, a continuación de dejamos varios ejemplos sobre cómo hablar con ellos. En cada uno de ellos, podrás observar la comparación entre una forma no muy efectiva de comunicarte y otra que sí. La principal diferencia es que en las segundas la autoridad se consigue a través del cariño, en lugar de la coacción.
- “Tráeme eso” frente a “¿Te importaría traerme eso? Papá y mamá estarían encantados”.
- “Te vas a enterar” frente a “¿Dime, por qué haces eso si sabes que nos molesta?”.
- “Ahora mismo todos a recoger o vais a saber quién soy yo” frente a “¡Los primeros en recoger se llevan el premio! Venga, a sus puestos… ¡Preparados, listos, ya!”.
- “Recoge o estás castigado” frente a “Esto está muy desordenado. Me voy a ir y vuelvo en un ratito. Si está bien cuando vuelva, mañana te llevo tu merienda preferida al salir del cole”.
- “Vete a dormir ya” frente a “Vamos a la cama y me cuentas que soñaste ayer. A ver si hoy puedes continuar el sueño, voy a ayudarte con un cuento”.
- “Me estás molestando” frente a “Déjame descansar un ratito, así mamá podrá jugar más tiempo contigo luego”.
- “Estos pantalones están muy sucios, qué desastre” frente a “Es una pena que te ensucies tanto todos los días, así no podemos ir a ningún lado. Si intentas no ensuciarte, podrás ir más veces a casa de tus amigos”.
La idea no es solo que tu hijos obedezcan, sino que hagan un ejercicio de comprensión. De esta manera, el control que tendrás sobre su conducta será mucho más efectivo y duradero, además de establecer una conexión con el valor de portarse bien para vivir mejor con ellos mismos y con los demás.