¿Por qué mi relación de pareja sale de una crisis y entra en otra?
“¿Por qué antes era distinto a ahora?”, seguro que esta pregunta se te ha pasado por la cabeza alguna vez cuando estabas en una relación. Esta cuestión te ha provocado dudas, desconfianza y una gran inseguridad. Pero sobre todo, ha causado que tu pareja y tú estéis en casi una constante crisis.
Las crisis en las relaciones de pareja son algo que no tiene por qué alarmarnos. Normalmente suceden cuando la pareja experimenta una transición de etapa y se necesita un cambio. Ahora bien, lo que sí debe alarmarnos es la forma de afrontarlas.
Culpar a la otra persona, ignorar lo que sucede o creer que es el fin y confiar a ciegas en determinadas creencias que están minando el vínculo que tenemos con el otro es algo que tendremos que analizar. Es normal que en una relación con el paso de los años tengamos que enfrentarnos a nuevos retos o a planes que ni siquiera habíamos imaginado. La cuestión es cómo afrontarlos.
La mayoría de las parejas tienen gran miedo al cambio. Si la relación no es como era al principio y algo se ha visto modificado puede que exista una crisis.
Creencias y comportamientos que provocan crisis
La relación de pareja es algo muy importante para nosotros. Sin embargo hay múltiples creencias y comportamientos que provocan que algo bonito se transforme en un verdadero tormento. Por ejemplo, cómo creemos que tiene que ser una relación de pareja e incluso, la concepción que tenemos sobre el amor o la creencia de cuál debería ser el comportamiento adecuado del otro. Todo ello nos influye y puede ser determinante para la aparición de una crisis.
“La crisis es un estado de cosas en que es inminente un cambio, en un sentido o en otro”.
-Webster-
Otra ejemplo, aunque no lo pensemos de manera consciente, es que a la mayoría de nosotros nos gustaría que la fase de enamoramiento no tuviera fin. Cuando la intensidad de esta etapa disminuye, empezamos a ver a nuestra pareja tal cual es. Es entonces cuando las expectativas e idealizaciones desaparecen y pueden dar lugar a una crisis.
Tras descubrir que nuestra pareja no es como pensábamos, que nos habíamos puesto una venda en los ojos, intentaremos que la relación continúe de la mejor manera posible. Para ello, en algunos casos, intentaremos cambiar al otro. Moldearlo y dirigirlo hacia esos ideales y expectativas que no se han cumplido.
Sin embargo, esto no es aceptar al otro sino intentar hacerlo a nuestra imagen y semejanza. Así, cuando nos obcecamos en este tipo de comportamientos, el otro puede sentirse ofendido y muy probablemente surgirá una crisis y es que ¿cómo nos sentiríamos si alguien intentase cambiar quienes somos? Pedir cambios a nuestra pareja es válido siempre y cuando no se exijan y se cuente con la opinión del otro.
Otro error es creer que una vez que hemos conseguido tener a nuestro lado a esa persona que tanto amamos ya no tenemos que esforzarnos. El amor tiene que cultivarse día a día, pero por algún motivo lo que consideramos tener asegurado nos relaja. De manera que olvidamos demostrarle a nuestra pareja lo mucho que la valoramos, deseamos y queremos. Algo fundamental si quieres mantener una relación sana, basada en la admiración y respeto.
Culpar a la otra persona de todo lo que ocurre dentro de la relación, indica que no deseas asumir tu parte de responsabilidad. Una pareja es un equipo y, de esta manera, no hay equipo.
Pero sin duda, un aspecto que originará la mayor parte de las crisis será la falta de comunicación. No decir lo que nos molesta en el momento, sino guardárnoslo hasta que no podamos más y explotar; dudar de la otra persona, pero no decir nada y vivir en una constante desconfianza; tomar decisiones que competen a la pareja, pero cada uno por su lado. Todo esto, hará que el vínculo se resquebraje.
Cada uno de los miembros tiene que tener su espacio
Otro aspecto que puede fomentar la aparición de una crisis es la dependencia emocional. Un problema fruto de determinadas creencias como que el otro es la fuente de felicidad de la persona que lo sufre y que no sería nada sin él, dependiendo así totalmente de su pareja. Tanto para hacer actividades como para sentirse bien.
No obstante, en toda relación es necesario que cada uno de los miembros goce de su propio espacio en el que puedan estar sin la pareja, con sus amigos, realizando aquello que les gusta… Porque la pareja no es el centro del mundo y porque si uno continua con esta dinámica, al final se termina asfixiando.
Además, esta dependencia total hacia la otra persona puede provocar miedos, inseguridades y dudas sobre la relación que harán que esta pueda entrar en una crisis inmediata.
Una pareja no es una media naranja, una pareja no nos completa. La persona con la que deseamos compartir nuestra vida es un compañero de viaje, no el motivo de nuestra existencia.
Por otro lado, puede que en ocasiones comparemos nuestra relación con la de otras parejas. Quizás las observamos y pensamos que son perfectas, que hacen todo juntas y no se separan lo más mínimo… Esto también puede influir en nuestra relación y hacer que deseemos estar así de bien. La cuestión es que no sabemos qué ocurre cuando cruzan el umbral de sus casas, puede que incluso tengan crisis casi todos los días…
Comparar nuestra relación con otras es un acto injusto y sin sentido ya que no somos las mismas personas, no hemos vivido lo mismo y tampoco hemos hecho frente a las mismas cosas. Cada pareja es un mundo y esto es importante tenerlo en cuenta.
“El amor maduro atrae sin prometer y une sin atar. Se alimenta del aprecio y se expande con libertad”
-Ari Shemoth-
Una crisis es una oportunidad
Como vemos, las crisis no son más que oportunidades para cambiar, para transformar nuestra relación, ya sea para avanzar o para terminar. Las crisis son puntos de inflexión que nos indican que hay que reflexionar sobre la relación.
Por ello, para resolverlas el primer paso es estar predispuestos a ello, es decir, querer hacerlas frente de la mejor manera posible tanto nuestra pareja como nosotros. Esto supone no solo reflexionar y dialogar en conjunto sino también haberlo meditado de forma individual.
En el momento de la conversación es importante librarse de quejas y reproches y actuar desde un enfoque práctico y positivo. De nada vale recordar lo que se ha hecho mal de forma constante sino pensar la forma de resolver o mejorar lo sucedido para adquirir un compromiso. De lo contrario, nuestra relación se encontraría en una continua crisis. Si no fuera posible resolverlo de este modo, acudir a un especialista en relaciones de pareja podría ayudarnos.
Las crisis pueden suponer la ruptura o no de la relación. Pero, en ambos casos, serán experiencias que tenemos que afrontar si queremos avanzar tanto a nivel personal como relacional.
Imágenes cortesía de Caroline Andrieu