Resonancia empática, la conexión emocional profunda
La resonancia es un fenómeno muy común en el universo musical. Se dice que si colocamos dos diapasones uno en frente de otro y hacemos vibrar cualquiera de ellos, el otro emitirá de forma espontánea el mismo sonido. La resonancia empática, entendida como la conexión intensa de las realidades emocionales y cognitivas entre las personas, parece seguir un sendero parecido.
Resonar es una de las palabras más bellas de nuestra lengua. Es como el eco, como el sonido que parte de un lado e impacta en muchos lugares a la vez. Es un estímulo que trasciende y deja huella de múltiples maneras. Hablamos de un área que lleva décadas despertando la curiosidad de los psicólogos.
Muchos habrán oído hablar, por ejemplo, del liderazgo resonante, al que dio forma Daniel Goleman. Esta forma de ponerse al frente caracteriza a la persona que es capaz de conectar y comprender las emociones de su equipo y valerse de ello para mejorar su desempeño. Este tipo de líderes son capaces de leer lo que sienten las personas a las que dirige, utilizando ese conocimiento para generar un cambio o un apoyo que le beneficie.
Sentir la resonancia emocional de la otra persona es la forma de conexión empática más profunda y enriquecedora.
¿Qué es la resonancia emocional?
El psicoterapeuta humanista Carl Rogers fue uno de los grandes exponentes de la resonancia emocional al aplicarla en su terapia centrada en la persona. Uno de sus objetivos fue siempre conectar y comprender las emociones de quien tenía ante él, para transmitirle a su vez, una empatía auténtica, intensa y acogedora. El objetivo era lograr que esa persona se sintiera escuchada, comprendida y acompañada durante todo el proceso terapéutico.
Además, queda claro que el profesional no debe quedar nunca “contagiado” o “arrastrado” por ese complejo emocional del cliente. De lo contrario, no podría ejercer su labor como psicólogo, como agente transformador y promotor del cambio.
Así, uno de los componentes de la resonancia emocional es también la protección de quien experimenta en piel propia la resonancia emocional del otro. Conozcamos más datos.
Un paso más allá de la empatía
Si tuviéramos que nombrar un término que siempre resulta inspirador y positivo, este sería sin duda «empatía». Sin embargo, en ocasiones descuidamos que esta realidad psicológica tiene importantes matices que no la hacen tan excepcional como creemos.
Para empezar, hay quien solo experimenta empatía emocional. Es decir, están los que saben que estás sufriendo, pero no comprenden por qué. Por otro lado, la empatía cognitiva les permitiría ir un poco más allá y comprender cuál es tu problema.
Tenemos también la empatía instrumental, es decir, los que conectan contigo pero con un fin: manipularte. Sin embargo, el factor más importante que define a las personas empáticas es el claro deseo de actuar. Es quien siente tus emociones, qyuen entiende y se decide a actuar…
La empatía se diferencia de la resonancia empática en la profundidad de la conexión. Es una apertura total para captar la realidad de quien tenemos en frente, comprendiendo emociones, pensamientos y situaciones personales. Asimismo, cuando algo nos “resuena” nos invita a actuar, a promover conductas de ayuda, de apoyo…
La resonancia empática, una forma de ecpatía
La ecpatía fue un término introducido por el catedrático de psiquiatría J.L. González. Define la capacidad de conectar empáticamente con alguien pero sin quedar impregnado de las emociones del otro. Así, la resonancia empática hace uso también de esa misma característica, la de no dejarse arrastrar por los sentimientos ajenos y poder actuar de manera activa y práctica.
Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Toronto, nos hablan de que la resonancia empática es una habilidad imprescindible que debe desarrollar todo psicoterapeuta. Conectar con la persona, hacerle ver que es entendida y ser capaces de actuar sin sentirse bloqueados por la realidad emocional del paciente/cliente es clave.
¿Cómo podemos ser más resonantes desde un punto de vista empático?
La empatía, como la resonancia empática, son dos dimensiones que deberían estar más presentes en la sociedad. Necesitamos personas que miren a los ojos y que comprendan emociones, que atisben necesidades y que actúen. Las prisas, las relaciones superficiales, el universo digital de las nuevas tecnologías e incluso el narcisismo creciente, opacan por completo esta competencia.
¿Hay algún modo de desarrollar esa resonancia empática? En efecto, hay varias estrategias, pero la más decisiva es la voluntad. El interés auténtico por quien tenemos en frente y la proactividad son básicas. Esta dimensión implica conectar, comprender y actuar.
Veamos ahora una serie de estrategias muy básicas:
- Aprender a focalizar la atención en el momento presente. A nuestro alrededor están sucediendo cosas de las que no nos damos cuenta. Bajemos el ritmo y pongamos la mirada en el aquí y ahora.
- Trascendencia y significado. Para empatizar de manera resonante hay que trascender, ir más allá de lo que ven nuestros ojos para hallar significados. Sé que mi compañero de trabajo parece cansado, pero ese cansancio revela más bien tristeza. Tal vez tenga problemas en casa, lo mejor es que le pregunte si necesita ayuda de algún tipo.
- Voluntad y proactividad. ¿Qué puedo hacer para que esa persona se sienta mejor? ¿Cómo puedo darle apoyo?
Para concluir, todos somos capaces de activar y desarrollar esta habilidad. Podemos conseguir que las emociones de los demás resuenen en nosotros de una manera lo suficientemente significativa como para hacer intervenciones valiosas que se basan en ese conocimiento. Una manera de proceder que nos permitiría dar forma a un mundo más humano, afectuoso y altruista.
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