Rui katsu, la sanadora terapia del llanto de Japón
Rui katsu puede traducirse como “buscando las lágrimas”. Se trata de la conocida terapia del llanto de Japón, un recurso que gana cada vez más adeptos en una sociedad en la que la expresividad y el desahogo emocional está mal visto. Son muchos los nipones que suelen engullir, silenciar y dejar a un lado sus tristezas y frustraciones hasta que, poco a poco, trazan sin saberlo, el relieve de la depresión.
El país del sol naciente evidencia un problema de salud pública que sale con cuenta gotas a la luz pública. El índice de suicidios se eleva cada año. Un ejemplo, hace solo unos días, se conoció la muerte de una de sus actrices más conocidas: Yuko Takeuchi. La mujer, de 40 años y con una vida aparentemente idílica, decidió suicidarse para sorpresa de todos y, en especial, de su entorno más cercano.
Su caso no es el único en lo que respecta a celebridades. No obstante, los datos son más llamativos entre las personas anónimas, entre toda esa población de entre 20 y 44 años que elige dar fin a su existencia. La presión por la exigencia y la tendencia a esconder sus preocupaciones, tristezas y sufrimientos aboca al suicidio miles de personas cada año; en especial, mujeres.
Tener espacios seguros en los que desahogar los abismos internos del sufrimiento y compartirlo con otros sana y libera. No es la solución a los problemas de la vida, claro está, pero es un recurso adecuado y un buen punto de partida. Profundicemos.
Terapia del llanto de Japón ¿en qué consiste?
En el país nipón se ha consolidado desde el 2013 una nueva categoría laboral: el buscador de lágrimas. Tras ese evocador término está Hidefumi Yoshida, un hombre especializado en la terapia del llanto en Japón. Este académico de la Universidad de Toho facilita tanto la formación de otros terapeutas como la propia dinámica de estas sesiones orientadas a favorecer el desahogo emocional entre grupos de personas.
Ahora bien, es interesante detenerse un momento en la figura del doctor Yoshida. Fue él quien asentó y popularizó este tipo de recurso terapéutico a raíz de algo muy común en este país. Allí es habitual llevar a cabo múltiples tareas de manera grupal (ceremonias del té, grupos de búsqueda de trabajo, de mujeres embarazadas ofreciéndose consejos…). Todas estas actividades se recogen en el término katsu que significa ‘tareas colectivas’.
Hidefumi Yoshida fue consciente de que era necesario iniciar o mejor dicho normalizar dinámicas orientadas a la gestión emocional, a la terapia de grupo y, sobre todo, a normalizar la necesidad de hablar sobre aquello que duele. El primer intento lo hizo con los divorcios. Organizó ceremonias de divorcio donde diversas parejas pudieran hablar entre ellas para dar fin de manera positiva al final de su relación.
El resultado fue un éxito y desde entonces, sumadas a estas ceremonias, se iniciaron también las terapias del llanto de Japón. Veamos en qué consiste.
Rui-katsu, llorar entre extraños una vez al mes
¿Es más fácil desahogarnos entre personas desconocidas? Parece ser que sí y el que esto sea así define el relieve psicológico de esta sociedad. Un ejemplo, desde el Centro de Promoción de Contramedidas contra el Suicidio en Japón, señalan lo siguiente: “no es solo que las personas sientan que no pueden acudir a un psicólogo porque no está bien visto. Muchos asumen que ni siquiera pueden mostrar sus debilidades, miedos y preocupaciones a las personas cercanas”.
Algo así, es desolador y preocupante. De este modo, las terapias del llanto de Japón facilitan que cualquiera pueda acudir una vez al mes a estos grupos para desahogarse. Lo hará ante un grupo de completos desconocidos. Nadie juzga, nadie les recrimina nada ni esperan que muestren esa entereza nipona en la que brilla la eficacia, la perfección y la elegancia. Aquí, basta solo con ser persona y dejar fuera lo que hay dentro.
Poesías, películas y contadores de historias tristes en la terapia del llanto de Japón
¿De qué manera se lleva a cabo este tipo de terapia? La estrategia es sencilla. Las reuniones son a última hora del día, ajustándose a los intensos horarios laborales. Cada persona coge una silla y se le ofrece comida y bebida si lo desea. Seguidamente, se inician diferentes actividades orientadas a despertar la empatía, la proyección, la identificación de esas emociones dolorosas… Se presentan cortometrajes, se recitan poesías y también se cuentan historias.
Aquí tenemos precisamente la figura del nakugo, narrador de cuentos tristes que aparece con la vestimenta tradicional de Bután. Su objetivo no es otro que conectar con ese laberinto de sentimientos dolorosos en los que se esconden muchas personas. Facilitar que puedan salir de ese abismo intrincado no es difícil, basta con relatarles historias de desamor, sueños perdidos o soledades.
Esas reuniones mensuales ayudan, pero en realidad no resuelven nada cuando alguien lidia con una depresión. Los japoneses tienden a proyectar una imagen pública positiva. Les han educado para ello y es lo que cuidan cada día. Para ellos, existe una estricta división entre uchi (el hogar interno) y soto (el hogar externo). Las emociones quedan reservadas en esa esfera interna que socava en silencio y que cada año se acaba llevando miles de vidas.
Este tipo de realidad no se puede cambiar en un día ni en un año. Se necesitan medidas, recursos y, por encima de todo, un cambio profundo en la mentalidad nipona. Esperemos que, poco a poco, esto acabe sucediendo.