El secuestro de la amígdala

El secuestro de la amígdala
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 16 junio, 2019

¿Alguna vez te has sentido arrastrado irremediablemente por una emoción muy poderosa que te ha hecho perder el control?, ¿alguna vez te has dejado llevar y has dicho cosas de las que luego te has arrepentido?, ¿alguna vez has sentido que era una emoción la que dirigía tu cerebro? Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas significa que has sido secuestrado en algún momento por tu amígdala.

El secuestro de la amígdala o “Amygdala Hijack” es un término acuñado por el psicólogo Daniel Goleman para explicar este tipo de reacciones emocionales incontrolables. Goleman, como experto en inteligencia emocional, nos cuenta que el secreto de que nos volvamos irracionales tiene que ver con la falta momentánea e inmediata de control emocional porque la amígdala asume el mando en nuestro cerebro.

“Las emociones negativas intensas absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa”

-Daniel Goleman-

¿Qué es la amígdala?

La amígdala es una estructura subcortical situada en la parte interna del lóbulo temporal medial, que suele reconocerse fácilmente porque tiene forma de almendra. Junto con el hipocampo, hipotálamo y la corteza orbitofrontal forman parte del conocido con el nombre de cerebro emocional o Sistema Límbico.

El Sistema Límbico regula las respuestas fisiológicas frente a determinados estímulos, es decir, que todas sus estructuras son esenciales para el control emocional de la conducta del ser humano. Pero lo que hace que la amígdala destaque dentro del Sistema Límbico es que es clave para la supervivencia, debido a que su principal función es integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a estas, ya sea a nivel fisiológico o a nivel conductual.

Aunque lo más importante para entender su capacidad de secuestro emocional es comprender que la amígdala no solo produce una reacción emocional, sino que, debido a su vinculación con el lóbulo frontal, también permite la inhibición de conductas.

cerebro-gif

¿Cómo se produce este secuestro por parte de la amígdala?

El secuestro de la amígdala es una reacción emocional inmediata y desproporcionada en relación al estímulo que la ha desencadenado porque se percibe como una amenaza a la estabilidad emocional. Esto se produce porque la amígdala roba la activación de otras áreas cerebrales, sobre todo el córtex, dominando la conducta del sujeto, y apagando el área que nos hace más racionales, más humanos.

El área frontal del córtex que queda inhibida con el secuestro es la responsable de nuestro pensamiento lógico o la planificación de nuestras acciones. En cambio, la amígdala forma parte de las estructuras más primitivas de nuestro cerebro y es la que regula las emociones. Así, nuestro pensamiento lógico queda supeditado al mando de nuestras emociones.

“Hay que tener en cuenta que el impulso es el vehículo de la emoción y que la semilla de todo impulso es un sentimiento expansivo que busca expresarse en la acción”

-Daniel Goleman-

Quizás te resulte algo extraño que la parte más desarrollada de nuestro cerebro, como es el córtex, pueda ser dominada por una estructura tan primitiva como la amígdala; sin embargo, es algo que tiene sentido si lo miramos desde una perspectiva evolutiva. Hace miles de años, era cuestión de supervivencia.

Cuando cazábamos en la selva, y, por ejemplo, nos encontrábamos a un león, nuestra amígdala desactivaba el resto de funciones cerebrales porque no es momento para pararse a pensar en el peligro o para hacer la digestión u ovular, sino que es momento para la respuesta de lucha/huida.

Pero, en el mundo actual, cuando nos encontramos delante de un estrés importante, aunque no amenace nuestra supervivencia, como puede ser un atasco de tráfico, nuestra amígdala nos secuestra. Esto hace que todo nuestro cuerpo se llene de adrenalina y cortisol, que alteran nuestro cuerpo durante, lo que se calcula, unas cuatro horas de secuestro emocional.

Y por ello, después de una emoción intensa producida por un gran estresor, solemos sentir durante un tiempo lo que podemos llamar una “resaca emocional”. Esta resaca, se debe a las hormonas que circulan todavía por nuestro organismo y que hacen que el malestar dure mucho más tiempo.

Hombre sujetando corazón y cerebro

¿Qué podemos hacer ante estas situaciones?

Quizás hayas escuchado eso que se suele decir de que “cuando te encuentres enfadado cuenta hasta diez, pero si estás realmente enfadado cuenta hasta mil”. Esta es una estrategia muy inteligente porque, cuando empiezas a contar activas tu córtex, la parte frontal y lógica de tu cerebro, que como hemos dicho anteriormente durante el secuestro emocional se encuentra inhibida.

Así que, si empiezas a contar cuando una emoción intensa causada por el estrés surge, puedes distanciarte de la misma, darte espacio y entender en ese momento lo que está pasando. Puedes volver a usar la parte lógica de tu cerebro para evitar esas respuestas impulsivas producidas cuando estás bajo el secuestro de la amígdala.

Otra estrategia que suele funcionar es centrarte en la respiración de manera consciente, la respiración típica del mindfulness. Cuanto tu atención se centra en tu respiración, cada vez que tomas aire, te traes a ti mismo al momento presente y te mantienes calmado. Activas tu sistema nervioso parasimpático, que inhibe al sistema nervioso simpático que es el que se encuentra activado durante la experiencia del secuestro de la amígdala.

En definitiva, para poder salir del secuestro de la amígdala cuando un estresor importante lo activa, hay que poner espacio entre lo que ha ocurrido y el momento presente. Resulta muy recomendable realizar actividades que activen la parte lógica de tu cerebro u otras, como el mindfulness, que te centren en el presente y te enseñen nuevas vías para vivenciar la emoción que estás sintiendo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.