Seguro es que no existe nada seguro
El ser humano está continuamente buscando la seguridad. La quiere conseguir en el trabajo, en la pareja, con la familia, con el dinero… y es de lógica, ya que nuestro fin último es sobrevivir.
Cuando nos preocupamos por las cosas, creemos que así vamos a prevenir ciertas circunstancias desagradables que pueden ocurrir en nuestras vidas y el problema de esto es que llegamos a obsesionarnos con la seguridad, lo que repercute muy negativamente en nuestra salud emocional.
En el trastorno de ansiedad generalizada podemos comprobarlo muy claramente. Estas personas se preocupan en exceso por cualquier circunstancia vital, pues creen que lo que va a ocurrir en el futuro va a ser negativo, y se lo creen al cien por cien. Además de preocuparse por los acontecimientos de su vida, se preocupan por estar preocupados, lo que crea un círculo vicioso del que es difícil escapar.
Ocuparse sí, preocuparse no
Evidentemente, en nuestras vidas existe la responsabilidad y es necesario que nos ocupemos lo mejor posible de nuestros asuntos. Pero hay que tener muy clara la diferencia entre ocupación y preocupación.
Ocuparse es tener una actitud activa y de búsqueda de soluciones, pero siempre teniendo claro que hay ciertas cosas que se escapan de nuestro control, y esto va a ser así siempre, por mucho que nos preocupemos y nos pongamos ansiosos.
Por otro lado, preocuparse es ocuparse de antemano, es viajar con nuestra mente al futuro -que aun no existe- y además ponernos en el peor escenario posible, lo que nos genera una ansiedad exagerada que lo único que hace es bloquearnos.
Preocuparse no tiene utilidad ninguna, es más bien al revés. Pero ocuparse de la parte sobre la que uno tiene control, aceptando la incertidumbre de las cosas es un signo de madurez psicológica y genera sosiego.
“Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas”
-Osho-
La seguridad no existe
El mundo es inseguro por naturaleza, es una de sus características. Esto no quiere decir que siempre estemos expuestos a peligros, ni mucho menos, como hemos dicho antes, de nada sirve ponerse en lo peor.
Pero hay que tener en cuenta que lo realista es saber que un día tienes algo y que mañana lo puedes perder, y al revés, hoy no tienes nada y mañana la suerte te sonríe y aparece aquello que negativamente pensabas nunca iba a aparecer.
Hay que aceptar con profundidad esta inseguridad ya que la aceptación nos dejará fluir por el mundo, vivir livianos y sin límites pero con responsabilidad. Tener clara la idea de que las certezas no son reales nos ayuda a tomar perspectiva sobre los problemas y nos sirve para afrontar mejor las situaciones y vivir tranquilos.
Saber que lo único seguro es que nos encontramos en una absoluta inseguridad nos flexibiliza la mente y en consecuencia, nos hacemos personas más fuertes a nivel emocional, más racionales.
Dejamos a un lado los apegos pues sabemos que nada nos pertenece, nada es totalmente de nuestra propiedad, ni una pareja, ni un trabajo, ni nuestra propia salud y ni siquiera los hijos.
Si lo tenemos, disfrutaremos de ello lo máximo posible, pero seremos conscientes de que el día de mañana eso de lo que gozamos hoy puede no existir más en nuestras vidas y no nos quedará otra alternativa que aceptarlo de la forma más alegre posible. La emoción exagerada no nos va a ayudar a recuperarlo.
Es por esto que preocuparse no sirve de nada, pues lo que tenga que suceder, va a suceder, nos preocupemos o no, da igual. Ni el mundo, ni la vida nos preguntarán nunca qué planes tenemos para el fin de semana. La vida funciona así y esta es la única realidad.
“Si tu problema tiene solución, ¿por qué te preocupas?. Y si no la tiene ¿por qué te preocupas?”
¿Cómo podemos tolerar la inseguridad?
La inseguridad cuando nos acompaña nos dejar un sabor amargo y de descontrol, que nos cuesta soportar. A continuación, te ofrecemos algunas estrategias para que comiences a tolerarla.
- Aprende a manejar tu diálogo interno: ¿Qué te estás diciendo a ti mismo cuando estás preocupado por algo? Lo más probable es que tu autodiálogo tiende al catastrofismo y a la negatividad con pensamientos del tipo “necesito que el mundo sea seguro y tenerlo todo bajo control o no lo podré soportar”. Debes de cambiar estas frases interiores por otras más realistas: “No necesito tener toda la seguridad ni controlarlo todo porque no va a ser así de todas formas”
- Busca riesgos y llévalos a cabo: Con riesgos nos referimos a cosas que te gustaría hacer y no llevas a cabo por miedo a que no salga bien. Recuerda que no hay nada seguro y si nunca lo intentas, nunca sabrás que podría haber sido. Despréndete de esos miedos limitantes y que pase lo que tenga que pasar, bueno o malo.
- Mantén una actitud de afrontamiento: hay cosas que podemos controlar y cosas que no. Céntrate en las soluciones del problema e intenta resolverlo lo mejor que puedas, pero olvídate de aquello que se escapa de tus manos. Por lo tanto, debes abandonar la preocupación y no creer que mágicamente preocuparte te ayuda a prevenir porque eso no es real.