Sentirse descuidado en una relación: cuando el amor tiene frío
A veces, el amor siente frío. Es una sensación punzante y extraña, es casi como andar desnudo, como sentir que falta algo y que se algo, en realidad, lo es todo. Sentirse descuidado en una relación afectiva duele y nos pone en alarma. Es fácil llegar a pensar que la pareja está perdiendo el interés y que, poco a poco, estamos dejando de ser prioridad para ser alguien al que simplemente, dar por sentado.
Quien ha pasado por una experiencia de este tipo conoce las sensaciones. Entiende también qué tipo de pensamientos son los que rondan en la mente y qué forma tienen los miedos que asaltan y atenazan el día a día.
Se teme, por encima de todo, que la causa de ese descuido y de ese frío sea el desamor, que más tarde o más temprano debamos dejar ir a quien ahora da tanto significado a nuestra vida.
Porque, más allá de lo que podamos pensar, amar es cuidar y cuando no se percibe ese interés donde hay atenciones, afecto desinteresado y un cariño que se siente y que reconforta, es lógico que surjan las dudas y el pinchazo del miedo.
Así, algo que vienen señalando tanto los sociólogos, como antropólogos y psicólogos es que este tipo de miedos son el resultado de un cambio de expectativas en esta materia.
Se dice que ahora somos mucho más exigentes. Que queremos a un mejor amigo a nuestro lado, a un amante, a un alma gemela, a ese compañero de vida que nos enriquezca emocional e intelectualmente… Nos queremos libres y, a la vez, unidos en cada fibra, coincidentes en cada pensamiento y deseo. Tal vez sea así, puede que nuestras expectativas sean cada vez más altas y afinadas.
Sin embargo, ello no quita que todos merezcamos esa atención que se deriva del cuidado. Porque quien ama no descuida y, si esto ocurre, debemos entender qué puede estar sucediendo.
Sentirse descuidado en una relación: ¿por qué sucede?
Pocos fríos hay más incómodos que el de la negligencia emocional. El hecho de sentirse descuidado en una relación puede deberse perfectamente a esta dimensión, al percibir que ya no tenemos en la persona amada a nuestro soporte. Las parejas que negligentes son aquellas que ya no confieren comprensión, que están presentes pero ausentes y que, además, son incapaces de nutrir al otro en afectos y en comunicación.
Han pasado de ser cómplices a convertirse en extraños compañeros de cama y de sofá. Ahora bien, además de este abandono emocional, hay otras dimensiones que pueden explicar ese descuido. Esa sensación de ausencia, de frío y dejadez afectiva. Analicémoslo a continuación.
Un pecado capital: cuando el amor se da por sentado
A veces lo hacemos. Las personas somos cómodas y tendemos muy a menudo al sedentarismo. Y no nos referimos solo a la simple falta de ejercicio, al pasar más horas viendo series de televisión que gastando suelas de las zapatillas haciendo deporte. En materia afectiva también hay vagos y sedentarios emocionales.
Son esas personas que dan por sentado que quien hoy les ama, lo hará siempre. Son quienes confunden estabilidad con dejadez, compromiso con devoción ciega. Y esa fórmula no funciona porque olvidan algo esencial: el amor se trabaja a diario, en cada detalle, en cada palabra y en cada comportamiento.
Sentirse descuidado en una relación puede deberse por tanto a este tipo dejadez. El amor puede seguir existiendo, pero si no se atiende, si no se le saca brillo a diario, esa llama se desvanece.
Problemas personales y posibles trastornos psicológicos
Hay un hecho evidente que no podemos dejar de lado: la salud psicológica. Puede que nos sorprenda, pero son muchas las personas que sobrellevan a duras penas sus vidas sin saber que sufren ansiedad, que el estrés está cambiando su personalidad o que ese malestar que les atenaza a diario, es una depresión.
Este tipo de realidades psicológicas impactan de manera directa en una relación de pareja. Resulta muy difícil cuidar y amar a la pareja como se merece si uno mismo ha dejado de quererse, si ya no conecta consigo mismo.
Cuando alguien pierde la motivación y ya no le ve sentido a muchas de las cosas que hace, es casi imposible ser un buen amigo, un buen amante, un alma gemela. En estas situaciones, es esencial detectar qué ocurre, apoyar y acompañar a la pareja en busca de ayuda profesional.
Cuando necesitamos más de lo que nuestra pareja puede, quiere o sabe darnos
Sentirse descuidado en una relación tiene otro tipo de factores explicativos. Hablamos, por ejemplo, de esas situaciones en que uno necesita más de lo permisible, de lo que es lógico y esperable en una relación de pareja.
A veces, hay quien presenta una baja autoestima y un alto grado de dependencia. En estos casos, lo que se necesita del otro es «todo» creándose así vínculos muy asfixiantes.
Por otro lado, también puede suceder otro tipo de realidad. Nos sentimos descuidados porque quien comparte vida con nosotros, no sabe respondernos. Factores como la alexitimia, la inmadurez emocional o simplemente, esa incompetencia donde no entender qué es ser pareja, puede ser otro elemento explicativo.
Por último, tampoco podemos descartar un hecho evidente: hay quien ama a su manera. De un modo que a nosotros nos resulta insuficiente o nos es dañino. Son esas situaciones donde se posicionan en sus actitudes y no ceden, no cambian ni nunca lo harán. Todo ello genera, como podemos imaginar, un elevado dolor.
El desamor y sentirse descuidado en una relación
Sentirse descuidado en una relación puede ser a veces, el preludio del propio desamor. Esa frialdad de la que hablábamos al inicio es la señal evidente de que hay algo que está pasando, algo que fricciona, que no encaja y que asusta. Lo más adecuado en este tipo de circunstancia, es hablarlo. La comunicación es clave.
Debemos expresarle a la pareja qué sentimos y preguntar qué puede estar ocurriendo. Poner medidas, intentar resolver, generar cambios entre los dos puede dar un buen impulso a la relación y sacarla a flote de nuevo.
Otras veces, como bien sabemos, no queda más opción que dejar marchar. Alargar lo que duele y lo que ya no tiene solución, es una forma de sufrimiento inútil que debe evitarse.
Para concluir, intentemos siempre mantener una comunicación fluida. El diálogo emocional, la empatía y la comprensión deben ser nuestros mejores aliados en todos los casos.