Ser amable es maravilloso
La amabilidad es una cualidad que todos valoramos y apreciamos en los otros. Nos encanta estar cerca de esas personas positivas, comprensivas y dulces que nos tratan con respeto y consideración. Sin embargo, esta es también una característica escasa y difícil de encontrar. ¿Por qué cuesta tanto ser amable? Tal vez, porque no nos hemos parado a reflexionar acerca de su importancia.
En efecto, pocas veces escuchamos a un padre decir que una de sus metas es que su hijo sea amable. Tampoco los adultos nos esforzamos en trabajar este rasgo. Estamos más centrados en el éxito, la riqueza o el estatus cuando, en realidad, son estas hebras que tejen las relaciones humanas las que tienen un mayor impacto positivo en nuestras vidas. Por eso hoy queremos recordarte lo maravilloso que es ser amable.
¿Qué es la amabilidad?
La amabilidad es uno de los cinco grandes rasgos de la personalidad definidos tras una abundante investigación psicológica. Varios autores encontraron que los diferentes tipos de personalidad pueden clasificarse básicamente en torno a cinco dimensiones (apertura a la experiencia, extraversión, responsabilidad, amabilidad y neuroticismo) y en función del grado en que cada individuo las presenta.
Así, la amabilidad se define como la tendencia de la persona a ser altruista, amistosa, considerada y confiada. Las personas amables son tolerantes y tranquilas, humildes y sencillas; sienten una gran empatía hacia los sentimientos ajenos y están dispuestos a asistir y hacer sentir cómodos a quienes les rodean.
Como todo elemento de la personalidad, este se presenta en diferente grado en cada uno de nosotros. Bien sea por herencia genética, por factores ambientales y educacionales o por una mezcla de ambos, lo cierto es que no todos somos igualmente amables. Sin embargo, podemos trabajar para desarrollarnos en este aspecto y así alcanzar los beneficios que nos proporciona.
La amabilidad es un bálsamo para el corazón
En primer lugar, cuando somos amables endulzamos y facilitamos la vida de quienes nos rodean. Una mirada comprensiva, una palabra reconfortarte o una sonrisa cómplice son capaces de iluminar el día gris de otra persona. Todos lo hemos experimentado: la tristeza, la ira y la decepción se alivian ante el calor humano recibido de allegados o extraños. Por ello, ya que no sabes las batallas que está librando el otro, sé siempre amable con él: tu actitud puede marcar la diferencia en su día.
“Cada persona que conoces está luchando con sus propios problemas. Sé amable con ella. No serás capaz de resolverlos en su lugar, pero tu bondad quizás pueda ser el milagro que estaba esperando”.
-Anónimo-
Ser amable te acerca al lado más brillante de la vida
Uno de los aspectos más positivos de ejercer esta cualidad es que beneficia a todos los involucrados. Y es que, al ser amables, no solo hacemos más agradable la experiencia de la otra persona sino que generalmente recibimos lo mismo de vuelta. Todos respondemos mejor a quienes se dirigen a nosotros con cordialidad y respeto, y estamos más dispuestos a ayudarles, a devolverles la sonrisa y a mantener una interacción positiva. Así, sé tú quien de el primer paso.
Por otro lado, ser amables también contribuye al bienestar psicológico. Nos ayuda a enfocarnos en los aspectos más agradables y bondadosos de la vida. Esperamos lo mejor de los demás y, por lo mismo, somos más capaces de percibir y rescatar sus virtudes. Confiamos, comprendemos y miramos con buenos ojos y al hacerlo experimentamos una vivencia mucho más positiva. Quien se aleja de la amabilidad vive sumido en la hostilidad y la suspicacia, y esto lo perjudica a él más que a nadie.
“Cuando puedas elegir entre tener razón o ser amable, elige ser amable”.
-R. J. Palacio-
Empieza por ti
Si la amabilidad tiene el poder de transformar el estado de ánimo de una persona, nuestro deber es comenzar a aplicarla con nosotros mismos. Ser amables con nuestros errores, con nuestros miedos, con nuestras carencias, es parte fundamental del amor propio. Aprende a mirarte con compasión, a acogerte con dulzura y a apoyarte incondicionalmente; deja de ser tu crítico más feroz y conviértete en tu gran apoyo, en tu mejor amigo.
Ser amable con quienes menos lo merecen es un acto de nobleza
Por último, es indudable que practicar la amabilidad no siempre es sencillo. Algunas personas responden a nuestros buenos gestos con dureza e ingratitud y esto puede llevarnos a querer pagarles con la misma moneda. No obstante, has de saber que quien menos merece tu amabilidad suele ser quien más la necesita. Así, cuando alguien se muestre hostil, irritable o maleducado, ten la valentía de responder de forma amable. No permitas que otros decidan cómo vas a comportarte, esa es tu elección.
“Ser amable con quien no te agrada no significa que eres hipócrita, sino que tienes la suficiente madurez para tolerarlo”.
-Anónimo-
Para ser amable has de trabajar en ello
En definitiva, ser amable puede llegar a suponer todo un reto, especialmente en ciertas circunstancias. A pesar de ello, los beneficios que se derivan de esta actitud son tan grandes que merece la pena hacer un esfuerzo para implementarla en el día a día. Apela a tu tolerancia y a tu compasión y en lugar de tomarte algo de forma personal recuerda que todos somos humanos y podemos tener un mal día.
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- García-Álvarez, D., Hernández-Lalinde, J., Espinosa-Castro, J. F., Cobo-Rendón, R., & Soler, M. J. (2020). Virtudes y fortalezas del carácter en la adolescencia: medición, comparación y relación con bienestar psicológico. Archivos Venezolanos de Farmacología y Terapéutica, 39(4), 476-484.