7 maneras de ser emocionalmente más fuertes
Ser emocionalmente más fuertes no tiene nada que ver con la fortaleza física, sino más bien con la resistencia, con la habilidad de encarar los altibajos, con tener una mente flexible capaz de reinventarse, de asumir desafíos con confianza, con valiente resolución. Estamos ante una herramienta valiosa que todos deberíamos desarrollar para disfrutar de una mejor calidad de vida.
Decía Lao-Tse, con gran acierto, que fuerte es quien conquista a los demás, pero poderoso es quien es capaz de conquistarse a sí mismo. Tal hazaña, lo creamos o no, nos puede llevar una vida entera; aún más, hay quien avanza por todos sus ciclos vitales sin llegar a asumir nunca tal objetivo, tal principio de crecimiento personal con el que adquirir una mejor perspectiva del propio ser y del mundo que le rodea.
“Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia”.
-Herman Hesse-
Así, la fortaleza emocional nos dota de recursos psicológicos adecuados con los que hacer frente a cualquier reto. Para que esto ocurra, para ser emocionalmente más fuertes, necesitamos tomar conciencia de lo que deseamos ser y de lo que queremos y no queremos en nuestras vidas. Una vez quedan claras las prioridades, ya no dejaremos espacio para las inseguridades o rendiciones.
Cómo ser emocionalmente más fuertes: 7 pasos que poner en práctica
La fortaleza emocional no es algo que uno adquiera tras un largo viaje o tras embarcarse en una valerosa aventura donde hallar un tesoro, un supuesto grial. En realidad, para ser emocionalmente más fuertes se requiere solo de un adecuado trabajo interior, de una artesanía privada, íntima y cuidadosa donde movilizar adecuados recursos psicológicos.
Veamos a continuación unos pasos con los que poder lograrlo.
1. La autoconciencia: 20 minutos de reflexión personal al día
Al igual que dedicamos una parte de nuestros días a hacer deporte, a leer o ver la televisión, sería muy recomendable que además, nos regalásemos un intervalo de tiempo para reflexionar, para practicar la autoconciencia.
Algo que necesitamos para ser emocionalmente más fuertes es aprender a tomar distancia de todo lo que nos rodea y poder así reconocer nuestras necesidades, adentrándonos en nuestros más profundos laberintos y percibir con claridad qué nos molesta, qué nos preocupa y cómo nos afectan determinadas cosas.
2. Acepta las emociones negativas
Pensemos en algo durante un momento. Nos han convencido durante mucho tiempo de que “debemos ser felices”, nos lo han repetido tantas veces que al final nos hemos convertido en adictos de las emociones positivas. Algo así provoca que, de algún modo, no toleremos o no entendamos el objeto de las emociones negativas.
La tristeza nos bloquea, la rabia nos desborda y nos tragamos una decepción tras otra sin saber muy bien qué hacer con toda esas emociones adversas. Por su parte, las personas emocionalmente fuertes aceptan ese tipo de realidades internas. Ahora bien, aceptación no es sinónimo de rendición, sino de asunción de unos hechos internos que hay que saber gestionar y encarar.
3. Entiende que los obstáculos no son muros, son desafíos
Los recursos psicológicos que vamos a tener que desarrollar para ser emocionalmente fuertes no siempre son fáciles ni rápidos de asumir. Una tercera estrategia que nos puede resultar útil es la de darle un sentido distinto a los obstáculos. Hablar de ellos, con nosotros y con los demás como si fueran retos y no puertas sin salida o amenazas.
A veces, lo que a simple vista parece un final no es más que una invitación directa a crear algo nuevo, a cruzar una frontera que nos traerá nuevas oportunidades.
4. En lugar de atención ajena, reclama respeto
Hay quien pasa gran parte de su vida nutriéndose de la atención ajena. La necesita tanto como el oxígeno que respira, porque de otro modo, se sentiría indefenso o perdido. Así, al disponer de la aprobación de los demás, de la complacencia de los amigos y de la familia, logran validarse y alimentar la propia autoestima.
Esta práctica insana nos impide ser emocionalmente más fuertes. Lo que necesitamos no es atención, es respeto, el mismo que ofreceremos a los demás para que de este modo, todos avancemos siendo libres, personas realizadas que no necesitan que otros les digan qué hacer o cómo mostrarse.
5. Recuerda, el cambio forma parte de la vida
Algo que caracteriza a las personas fuertes emocionalmente es el entusiasmo. La personalidad entusiasta tiene una fuerza en su interior que le anima a superarse, a encontrar nuevos desafíos con los que crecer, a hallar ese impulso con el que dejar atrás los entornos tóxicos, las personas que no aportan y hacen daño.
El cambio forma parte de la vida, y lo que se estanca, lo que se queda quieto y atrapado, acaba estropeándose, acaba perdiendo ese maravilloso entusiasmo. Recordemos, por tanto, el valor del cambio y la propia necesidad de renovarnos cada poco tiempo para ser más fuertes en todos los sentidos.
6. Aprender a dar gracias
Puede que a simple vista nos parezca algo ingenuo o incluso poco científico, pero en realidad el acto de dar gracias cada día por lo logrado, por lo que uno tiene, por lo que uno es y le rodea, es en realidad un ejercicio altamente saludable.
Intentemos llevar un diario de gratitud, un cuaderno donde reconocer todo lo positivo que nos caracteriza, que nos envuelve y que de algún modo debe proporcionarnos motivación y seguridad en cada momento.
7. El mejor día para conquistar tus sueños siempre es hoy
Ser emocionalmente más fuertes implica también ser capaces de luchar por aquello que deseamos sin miedos, sin inseguridades, sin tener que aplazar para mañana las necesidades que tenemos hoy. Aceptémoslo, muchos de nosotros nos decimos eso de “algún día” le diré a esa persona cuánto me gusta, “algún día” le pediré a mi jefe un aumento, “algún día” haré ese viaje increíble, etcétera.
Sin embargo, “algún día” nunca aparece en el calendario. Dejamos pasar el tiempo y la vida se nos escapa por las tuberías de la indecisión o el miedo . ¿Vale la pena? Desde luego que no. Por tanto, aunemos confianza, autoestima, determinación y unas gotas de coraje para escalar nuestros sueños, para defender las propias necesidades.
Para concluir, ser emocionalmente más fuertes es una tarea que en realidad nunca se termina. Es un quehacer cotidiano, es un tendón psíquico que cuidar y que ejercitar en cada reto, que aplicar en cada adversidad y en cada sueño. Es un acto de confianza en uno mismo donde entender que la felicidad se trabaja, que el bienestar se cultiva con cariño y amor propio.