Si estás vivo abandona la pelea con los muertos
Cualquier lectura de esta sentencia, puede dar lugar a multitud de interpretaciones, pero sospecho que podría venir muy bien como lección para entender lo que se debe o no se debe hacer en determinadas situaciones.
Evidentemente, pensemos que en sentido literal no hace falta estar muerto, o ser un cadáver. Todos sabemos que muchas personas que nos rodean a diario y como resultado de la perdida de energía, ilusiones, alegría, entusiasmo, etc., parecen difuntos con piernas.
Todos, absolutamente todos, tenemos derecho a librar batallas con nuestros momentos de derrota y de tristeza, pero debemos de intentar salir de esa guerra. La misma claridad debemos de tener para saber que las depresiones y frustraciones por hechos o situaciones desesperadas tarde o temprano se convertirán en pasajeras.
Sin embargo, algunas personas a pesar de ofrecerles ayuda, no llegan a salir nunca del estado de debilidad y postración al que están acostumbrados, sino que pretenden que les acompañemos en su drama y se disgustan si no participas o te solidarizas con su desconsuelo.
Debemos de utilizar todos los medios posibles, para ayudarles y convencerles de que abandonar esa actitud derrotista y lastimosa es lo más beneficioso. Pero una vez que hayamos dejado nuestra pelea y esfuerzo en el intento por restarles oscuridad, si no es posible conseguirlo, entonces: deja de pelear, abandona la lucha, pues será su elección y no la tuya.