El síntoma de la depresión del que nadie habla
Decía el escritor C.S. Lewis que el dolor mental es menos dramático que el dolor físico, pero lo cierto es que es más común y también más difícil de soportar. Entre los sufrimientos más silenciosos del ser humano está sin duda la depresión. Este trastorno del estado de ánimo es como un complejísimo puzle conformado por muchas piezas, variables y circunstancias personales.
No es fácil definirlo e incluso prevenirlo. Uno puede tener buenas herramientas de base y una actitud altamente resiliente, pero a veces determinadas experiencias, e incluso el contexto social, pueden rompernos. Según datos de la OMS, casi el 3,8 de la población lidia con esta condición mental. Aunque las cifras podrían ser mayores, dado que no todo el mundo solicita ayuda y recibe un diagnóstico.
A esta realidad se le añade otra más problemática: la depresión es todavía un área incomprendida entre la sociedad. Hay quien la relaciona con falta de proactividad, debilidad y falibilidad. Asimismo, solemos tener una visión incompleta sobre dicho trastorno, asociándolo únicamente a la tristeza y la falta de energía.
Sin embargo, hay factores que conforman la depresión que pasamos muchas veces por alto. En esta ocasión, profundizaremos en uno de ellos. En una variable que puede resultar sorpresiva: el aburrimiento.
Si llevas una época en que nada te interesa, nada atrae tu atención y lo que antes te apasionaba ahora te agota, no dudes en solicitar ayuda experta.
El aburrimiento crónico y la depresión: cuando nada entretiene o interesa
El síntoma de la depresión que muchas veces no atendemos es el aburrimiento crónico. Es cierto que nada es tan común como estar aburridos de vez en cuando. También es verdad que este tipo de emoción resulta útil para instarnos al cambio y que, en el caso de los niños, resulta hasta necesaria. El niño que se siente aburrido termina potenciando el pensamiento crítico y la autosuficiencia.
Ahora bien, este estado tiene un reverso altamente problemático y hasta patológico. Las personas que arrastran un aburrimiento crónico tienen un mayor riesgo de sufrir depresión. También de padecer ansiedad e incluso un riesgo mayor de derivar en adicciones a sustancias (alcohol, drogas) o a adicciones comportamentales, como el juego.
Una investigación de la Universidad Internacional Alliant, en California, destaca este vínculo. El aburrimiento no deja de ser un sentimiento aversivo de cansancio, inquietud y frustración que puede ser muy nocivo cuando se vuelve crónico. Pensemos que la persona aburrida deja de tener alicientes en su día a día, con lo cual, poco a poco, se sentirá más desconectada de su realidad. La deriva que toma este estado puede ser problemática.
La depresión va más allá de un rostro emborronado por la tristeza, la desesperanza o la necesidad de aislamiento. Hay factores que conforman este trastorno psicológico y que muchas veces pasamos por alto.
Cuando la desesperanza se encuentra con el aburrimiento persistente
¿Qué pasa cuando tenemos a alguien que no se entretiene con sus aficiones? ¿Qué ocurre cuando, además, siente que no tiene nada importante que hacer? Imaginemos a esa persona desempleada que, frustrada por no recibir ofertas, ya no disfruta con nada y nada le interesa. Es fácil reconocer que este tipo de situaciones elevan el peligro de sufrir un trastorno depresivo.
Por ello, es crucial clarificar un detalle. El aburrimiento por sí mismo no hará que suframos un trastorno psicológico. En una depresión confluyen múltiples factores, tales como la angustia, la desesperanza, la negatividad, el sentimiento de culpa, el insomnio, las alteraciones en la alimentación, etc.
La apatía, la anhedonia y la abulia son esos tres elementos en los que está presente el aburrimiento crónico. Es decir, lo que se experimenta es ausencia de placer, pérdida del interés y motivación e impotencia para llevar a cabo cualquier tarea. Es un sentimiento difuso y opresivo en el que la persona siente que su vida del todo estancada.
El aburrimiento existencial, cuando dudamos de nuestra importancia en el mundo
“¿Qué hago yo aquí, cuál es mi función, qué es lo que debería estar haciendo ahora?”. La persona que lidia con la losa de un problema de salud mental se hace preguntas constantes. Esas interrogaciones están llenas de veneno, porque carcomen y apagan aún más el ánimo. Además, engrosan aún más la desesperación.
Por ello, ese síntoma de la depresión que deberíamos tener muy presente es el aburrimiento crónico o existencial. El escritor y exdirector de atención primaria en la Universidad de Chicago, Alex Lickerman, acuñó este término definiéndolo como la incapacidad de encontrar algo interesante en la vida.
Cuando una persona no disfruta de ninguna afición y no encuentran nada interesante que hacer, termina dudando de su lugar en el mundo. De su importancia en él. Esta visión es una línea roja que nunca debemos cruzar, puesto que ese es el momento en el que nos asalta la peligrosa idea de que esta vida no tiene ningún sentido.
Nuestra sociedad, tan cargada de estímulos, puede hacer que nos sintamos sobrecargados y aburridos. Esta es una realidad que experimentan muchos jóvenes.
¿Cómo abordar el síntoma de la depresión del que casi nunca se habla?
El síntoma de la depresión del que no hablamos demasiado es más importante de lo que pensamos. “Aburrirse es besar a la muerte”, decía el escritor Ramón Gómez de la Serna. Y los jóvenes, por ejemplo, están cada vez más aburridos. Las nuevas tecnologías y las redes sociales los someten a un estado de sobrecarga de estímulos en los que es muy fácil sentirse superado y también apático.
Poco a poco sus realidades dejan de tener estímulos novedosos y si a ello le añadimos un futuro incierto, es común que desarrollen en algún momento un trastorno de ansiedad o depresión. ¿Qué hacer ante este panorama? ¿Cómo actuar? Veamos algunas estrategias:
- Busca apoyo en los tuyos, comenta con tus amigos, pareja o familia cómo te sientes. Explícales tus sentimientos de vacío y aburrimiento. Clarifica que no es algo puntual, sino que esa sensación es constante y que cada vez te sientes peor.
- Solicita apoyo psicológico. Como bien hemos señalado, el aburrimiento crónico se combina con más variables que podrían trazar una depresión. Tener un diagnóstico y unas herramientas para manejar lo que nos sucede es decisivo.
- Inicia nuevas actividades y reformula tus metas. Debes buscar nuevos alicientes. Bien es cierto que te puede costar, que cuando la apatía te hace cautivo es complicado encontrar nuevos motivantes. Sin embargo, nada es más importante que activarte, que moverte y poner en marcha nuevas tareas. Es así como tu enfoque emocional variará.
Para concluir, si te quedas quieto y permites que esos sentimientos de desidia, desilusión y aburrimiento constante te engullan, no avanzarás. Hay luz al final del túnel, habla con alguien y déjate ayudar. Ese abismo de frustración que te tiene atrapado se acabará yendo.
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