Somos un globo de emociones en un mundo de alfileres
Es simple. Somos un globo de lleno emociones en un mundo lleno de alfileres. Te hablo de ti, que todo te emociona y que vives con los sentimientos a flor de piel. Por supuesto, es lo que te caracteriza. Destacas por tu sensibilidad especial.
Pero hay un precio que tienes que pagar por ser excepcionalmente emocional. Tus inquietudes, tus emociones y tu forma de sentir no te dan tregua. Están contigo en las duras y en las maduras.
Y luego están los alfileres, que pinchan tu globo y esparcen tus emociones. Ellos no comprenden que tu piel es frágil y que, si se acercan a ti, provocarán una explosión, una ruptura irreparable.
Intentas contener a tus emociones en el aire pero no siempre lo consigues, solo a veces. Te acabas quedando con una parte de ellas en la mano y con otra parte esparcida por el suelo.
Y cuidas que nadie las pise, claro, porque entonces perderías parte de ti y habría que construir otro rompecabezas.
Ahora tienes que hacerte con otro globo, esta vez un poco más resistente. Sabes que tarde o temprano llegará otro alfiler y que explotarás de nuevo. Sin embargo, seguro que este nuevo alfiler tiene que acercarse un poco más hacia ti.
“Voy a meter mi globo dentro de otro globo. Ganaré en protección”, piensas. Y es así como has acabado poniéndote capas y capas para protegerte del exterior. Como si fueses una cebolla.
“El alfiler que quiera llegar hasta mis emociones tendrá mucho trabajo. No permitiré que me vuelva a dañar”. Pero no es ni tan raro ni tan difícil que otro alfiler acabe explotando todas tus barreras.
Y vuelta a empezar. Recoger tus emociones, con mucho cuidado, para ir a comprar otros cuantos globos de calidad que las protejan.
Esta vez pintarás cada globo de un color y escribirás unas palabras para que todos lo vean:
#1- Yo siempre estoy bien, no me pasa nada.
Negar nuestros sentimientos es uno de los globos más comunes. Esto nos hace no ser conscientes de lo que nos está sucediendo y, por supuesto, no afrontarlo.
Si no somos capaces de describir momentos de nuestra vida con detalle es que hemos dejado de pensar en lo cotidiano. Esto, por supuesto, tiene consecuencias nefastas. Si no aprendemos de lo vivido cometeremos cada vez más errores y no nos reconoceremos en nuestras acciones.
#2- No me hace falta un abrazo
Hay otro globo especializado en negar el contacto. Este es uno de los más oscuros porque nos aleja del mundo real, haciéndonos rechazar la posibilidad de reencontrarnos con esos pedazos de vida que nos ofrecen los demás.
Dijo Frida Kahlo que amurallar nuestros sentimientos es arriesgarnos a que nos devoren desde el interior. Queremos ser amados pero sin mostrar fragilidad, sin abrir nuestro corazón. Existen abrazos que pueden recomponer nuestras partes rotas, pero tenemos que dejarnos abrazar.
#3- Yo puedo con todo
“Tengo superpoderes y nada me desborda. He construido las murallas más fuertes jamás vistas.”
Pero la realidad es que moverse con las corazas es complicado y nos resta libertad. Al final hemos inflado tantos globos que no sabemos cómo mantenernos en el aire y relajarnos.
Es probable que mantener esta actitud nos dé cierta ilusión de control sobre nuestras emociones, pero es un espejismo. Algo doloroso pasó, pero el miedo al sufrimiento nos hace enmascarar nuestra verdadera realidad.
#4- Es mi carácter, soy como soy
Está bien, eres como eres y defiendes tu derecho a serlo… Pero, ¿hablas por ti o por tu coraza? Es probable que estés poniéndote una máscara, un antifaz para que nadie sepa lo que hay dentro de ti.
Este globo podrá protegerte de muchos alfileres. Sin embargo, aunque pueda facilitarte volar sobre algunas situaciones complejas, en otros momentos se convertirá en una carga aún mayor. Esta situación, lejos de minimizar el sufrimiento, generará aún más.
Nos protegemos de quienes creemos que somos poniéndonos globos-barrera. Pero, un buen día, quedamos atrapados tras ellos y no podemos salir ni respirar.
Podemos huir, enfrentarnos o victimizarnos, pero eso no nos ayudará a ser nosotros mismos. Nuestros globos tienen sabor a pasado. Un pasado que tenemos que empezar a superar.