Soñar despiertos, una forma de ser más inteligentes
Cerrar los ojos y soñar despiertos nos permite ir a cualquier lugar, realizar cualquier deseo y enfrentar cualquier miedo. Pero, ¿para qué sirven este tipo de viajes? La ciencia ha descubierto que este sencillo y agradable ejercicio incrementa tu inteligencia, además de darte un rato de placer.
Hay muchas culturas y entornos en las que la imaginación está casi proscrita. Soñar despiertos se ve como una forma de perder el tiempo y como un ejercicio que no tiene mayor utilidad. Hoy sabemos que no es así.
Se suele decir también que soñar despiertos está asociado a la adopción de una posición pasiva. No se cree que esto sea una actividad, sino que, por el contrario, es algo que inhibe la acción. De nuevo, esto es un error. Hoy por hoy se ha detectado que la imaginación puede ser un gran estímulo para la acción. Hablemos de todo ello.
“En un mundo que nace de él, el hombre puede llegar a ser todo”.
-Joé Bousquet-
Soñar despiertos: su impacto en la memoria
El psicólogo Alan Pavio dice que cerrar los ojos y visualizar ideas tiene un efecto excelente sobre las habilidades intelectuales. Este experto canadiense, famoso por sus estudios acerca de la imaginación en los años 70, encontró que para las personas es más fácil cerrar los ojos e imaginar cosas concretas, como flor o sol.
Por el contrario, resulta muy más difícil imaginar y recordar conceptos abstractos, como bueno o malo, feliz, equilibrado, etc. De toda esa observación concluyó que la visualización concreta de las ideas, en la mente, ayuda a potenciar la memoria. En otras palabras, traducir las ideas en imágenes mentales hace que las recordemos mejor.
Esto fue corroborado por la neurocientífica Eleanor Maguire. Esta experta de la Universidad de Londres estudió a los famosos “atletas de la memoria”, esas personas que ganan concursos porque son capaces de recordar en un rango extraordinario. Descubrió que casi todos ellos emplean la técnica de la visualización mental para fijar en su memoria la información.
El poder de la imaginación
Steve Kosslyn, de la Universidad de Harvard, es otro de los expertos que se ha interesado en el fenómeno de la imaginación o creación de imágenes mentales de la realidad. Sus estudios le llevaron a concluir que, cuando se imagina un objeto, se activan dos terceras partes de las zonas cerebrales que participan cuando lo vemos en la realidad.
También se ha comprobado que imaginar sucesos muy negativos afecta emocionalmente a las personas. Cerrar los ojos y soñar despiertos con un desastre, genera miedo y angustia, aunque seamos conscientes de que esto no está ocurriendo en el mundo real.
Lo bueno es que también ocurre lo mismo con los sucesos positivos. Cerrar los ojos y soñar despiertos con eventos deseados o gratificantes genera emociones de bienestar. Ayuda a reducir el estrés y nos relaja. Incluso, contribuye a que aumente la productividad.
Más imaginación, más inteligencia
Los datos disponibles indican que es posible entrenar la imaginación para mejorar la memoria y optimizar el aprendizaje. Se le considera una vía para incrementar la inteligencia en su conjunto, mejorar el estado de ánimo e incluso estar en mejor forma física.
Es muy conocida una anécdota al respecto del neurocientífico Vinoth Ranganathan. En 2004, evidenció que si una persona imagina que está flexionando un músculo, esto tendría un efecto físico. En efecto, se puso de manifiesto que quienes realizaban este ejercicio mental, pasadas algunas semanas, tenían más fuerza en el músculo que habían ejercitado solo en el plano mental.
También probó que varios meses después de interrumpir el entrenamiento, el músculo en cuestión conservaba su fuerza. Con todo ello evidenció que si se hace una tarea imaginaria repetida y por un buen tiempo, se generan cambios fisiológicos plenamente comprobables.
El gimnasio de la imaginación
Soñar despierto y dejar volar la imaginación es una actividad que puede convertirse en un excelente aliada. De hecho, sin darnos cuenta, todo el tiempo estamos imaginando y visualizando situaciones.
El secreto está, entonces, en hacernos más consciente de todas esas imágenes mentales que pasan por nuestra cabeza. Dirigirlas en forma deliberada y hacer que jueguen a nuestro favor en diversas situaciones. En otras palabras, aprovechar el amplio potencial de la imaginación.
Como toda habilidad, esta también requiere de práctica. Como lo señaló Ranganathan, de lo que se trata es de formar una imagen mental concreta y soñar despiertos con ella, de forma repetida. Imágenes de bienestar personal, de cambios positivos, de desarrollo de alguna habilidad. Todo indica que hay un punto en el que esto se materializa en la realidad.
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- Ferraris, M. (2019). La imaginación (Vol. 95). Antonio Machado Libros.