Soy una persona auténtica, no me gustan las falsas apariencias
Soy una persona auténtica, íntegra con mis principios y que no busca aparentar más que nadie ni mostrar algo que no me define únicamente para complacer a los demás. Soy todo lo que ves, y sólo entiendo un lenguaje: el de la sinceridad.
La autenticidad de mente, espíritu y voluntad es algo que no se practica muy a menudo. Y la razón es sencilla: las personas necesitamos aparentar en ocasiones determinadas cosas con el fin de encontrar aprobación o integración entre nuestras relaciones sociales cotidianas.
La persona auténtica ha recorrido un largo camino en el cual, ha ido desprendiéndose poco a poco de muchas cosas que erosionaban su felicidad: el miedo a la soledad, la inseguridad, los prejuicios, la necesidad de agradar a todos…
La vida, en realidad, es un largo camino en el cual ir dejando artificios para quedarnos con lo que de verdad importa, con lo que es “auténtico”. Y pilares tan básicos como el amor propio, la integridad y el respeto por uno mismo y por los demás son esas cualidades que deberían definirnos a todos.
No obstante, queda claro que no siempre es fácil mantener esa actitud sincera de la que te hablamos aquí. En ocasiones, andar por nuestro sendero vital mostrándonos tal y como somos, puede traernos más de un conflicto con los demás, pequeños o grandes roces con los cuales, chocar con algún que otro sentimiento contrariado.
Se trataría más bien de mantener un equilibrio. Porque la autenticidad, por encima de todo sabe respetar, y sería más bien un “yo soy yo pero respeto tu forma de ser”. Estamos en un mundo donde todos tenemos cabida, y donde una de las cosas que más daño puede hacernos, son las falsas apariencias.
La persona auténtica busca la esencia de las cosas
Buscar la esencia de las cosas significa valorar por encima de todo la autenticidad de la vida. Y algo así lo encontramos llevando una existencia desde el corazón, y sabiendo observar las cosas que de verdad son importantes: valiosas.
La persona auténtica busca la esencia del día a día siendo fiel a si mismo y a su vez, construyendo su destino: porque son seres libres que han roto las cadenas de su pasado, y de todo aquello que era falso o negativo.
Sabemos también que en los últimos años se ha popularizado mucho el término “personas auténticas”. Tanto es así, que más de uno verá estas palabras con algo de escepticismo, como si todos nosotros no fuéramos de por sí, “reales y auténticos”.
Por ello, y para ayudar un poco más en su definición, vale la pena tener en cuenta estas pequeñas pinceladas.
- En un artículo de principios del 2015 en la revista “Psichology Today“, se nos explicaba que las personas auténticas o genuinas, son, por encima de todo, personalidades que no hacen uso de la falsedad y que a su vez, les incomoda.
- Además, es interesante tener en cuenta que son gente que vive el día a día desde el interior: atiende, analiza, reflexiona, valora sus pensamientos, sus actitudes y hace lo mismo con cada cosa que recibe de su entorno.
- Son personas independientes y que responden sólo a expectativas internas. Nunca buscarán la aprobación de los demás para hacer algo, y jamás dejarán que su felicidad, esté “custodiada en el bolsillo de otras personas”.
- La personalidad auténtica o genuina, aprende de sus fracasos o errores, los asume y los acepta para orientar de nuevo su camino. Entienden el valor del esfuerzo y la superación personal.
- Su autoestima es fuerte y segura. No obstante, llegar hasta donde están no ha sido fácil, a menudo, supone un largo camino de desencuentros y aprendizajes donde finalmente, descubrimos el valor de las esencias: de la verdad, de la libertad, de la humildad, el amor propio y la felicidad.
Las falsas apariencias: una personalidad tras una máscara
Tal y como hemos señalado al inicio, todos nosotros, en alguna ocasión, hemos tenido que aparentar algo que no éramos. El adolescente lo hace para sentirse integrado en su grupo social, y los adultos, en ocasiones, se sienten obligados a hacerlo por no contrariar, por mantener una fingida armonía en un momento puntual. Si hay algo que las personas auténticas no pueden soportar, son sin duda a las personas falsas quejándose de la propia falsedad.
Resulta sin duda muy destacable lo complejo que resulta el ser humano: unos moldean su personalidad para ser lo que otros esperan, otros desprecian a amigos o familiares pero fingen cariño sincero… ¿Por qué lo hacemos?
- A veces, las falsas apariencias y esas máscaras que nos vemos obligados a llevar de vez en cuando, forman parte de lo que consideramos “socializar”. No obstante, de mantener estas prácticas durante un periodo prolongado corremos el riesgo de dejar de reconocernos a nosotros mismos.
- La persona auténtica puede haber pasado por esta fase, pero al final, asume que no va a hacerlo más, que no va con su esencia, con sus principios.
Hemos de recordar que parte del aprendizaje de nuestra vida, es ir conformando nuestra imagen con integridad y consolidarla hacia nosotros mismos y hacia el exterior: este soy yo.
Relativiza lo que otros piensen o esperen de ti, es sólo aire, ruido, un cuenco vacío. Lo que importa es tu auténtica esencia y tu integridad: sé auténtico, sé libre.
Imágenes cortesía de Tuğba Sayın y Pascal Campion