Steve de Shazer, biografía de un pionero de la terapia breve centrada en soluciones
Steve de Shazer es reconocido en todo el mundo como uno de los pioneros de la terapia breve centrada en soluciones. Esta es una modalidad de intervención con base en la conversación y en los principios del construccionismo social. Este último enfatiza en la forma en que el contexto incide sobre las percepciones, afectos y la realidad en general.
Dicha terapia se considera un enfoque minimalista. En esta se parte de una serie de pequeños pasos capaces de producir un cambio. Tal cambio se amplia de forma gradual hasta generar modificaciones sistémicas o globales.
Otro de los grandes aportes del especialista fue el de contribuir en la «despatologización» de las dificultades. En lugar de enfocarse en los déficits y en las anomalías, se centraba en lo que el paciente o cliente era capaz de hacer. Este último tiene el papel protagónico en este tipo de enfoque.
«Tu posición determina lo que ves y no ves; determina también el ángulo desde el que lo ves; un cambio en tu posición lo cambia todo».
-Steve de Shazer-
La vida de Steve de Shazer
Steve de Shazer nació el 25 de junio de 1940 a orillas del lago Michigan, en Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos). Era hijo de un ingeniero electrónico y de una cantante de ópera. Su primera gran pasión fue la música clásica, así que se hizo saxofonista de jazz y se graduó con un título de bachiller en artes.
Después, continuó sus estudios en la Universidad de Wisconsin hasta graduarse como maestro en trabajo social. Se formó bajo la bajo la mentoría de John Weakland, otro de los pioneros de la terapia breve. Los dos tuvieron una amistad que duró toda la vida y resultó muy fructífera para ambos.
De Shazer se casó con la psicoterapeuta Insoo Kim Berg. Los dos fundaron el Centro de Terapia Breve de Familia en Milwaukee, en 1978. Este se convertiría en el epicentro del desarrollo de sus teorías. Siempre fue fanático del béisbol, las caminatas largas y la cerveza. Leyó a Wittgenstein en su idioma original y fue un gran admirador de Duke Ellington y de Thelonious Monk.
Un nuevo enfoque de la terapia
El gran aporte de este profesional fue el de reorientar la práctica de la terapia. Partió de la idea de que las personas son capaces de crear soluciones valiosas, partiendo de sus propios recursos. Les pedía a las familias que hablaran acerca de la última vez que habían logrado resolver ese problema que los llevaba a consulta. Pensaba que las soluciones debían provenir de los conocimientos y las ideas que ya tenían.
En este modelo, la función del terapeuta es orientar la atención hacia el presente y el futuro, dejando de lado el pasado. El proceso comienza cuando la persona logra visualizar el futuro deseado y da pequeños pasos para conseguirlo.
Esta perspectiva también se fundamenta en la idea de que hay muchas cosas positivas sucediendo en la vida de alguien que va a terapia. Los objetivos del proceso incluyen la identificación de esos aspectos positivos y el aislamiento de las cosas que a una persona le gustaría cambiar. Luego se trabaja para fomentar un cambio continuo, orientado en las ocho premisas de Steve de Shazer:
- Si no está roto no se repara.
- Si funciona: insiste.
- Si no funciona: no se insiste.
- Pequeños pasos pueden conducir a grandes cambios.
- La solución no necesariamente se relaciona con el problema.
- El lenguaje para el desarrollo de la solución es diferente del utilizado para la descripción del problema.
- No todos los problemas aparecen «siempre», hay excepciones que pueden ser utilizadas.
- El futuro es o creado o negociado.
Un legado de gran relevancia
El gran objetivo de este psicoterapeuta era simplificar la terapia, de modo que fuera menos onerosa para el paciente o cliente y, al mismo tiempo, más eficaz. Durante su trabajo en el centro que fundó, atendió personalmente 700 consultas por año.
En general, se trataba de familias pobres con grandes problemáticas, sin seguro social ni ayudas del gobierno. Con este tipo de personas comprendió que la mayor virtud de un terapeuta es la de saber escuchar a su consultante y tomarse en serio lo que dice.
Poco después del año 2000 le diagnosticaron una enfermedad terminal. Steve de Shazer no quiso dejar de trabajar, pues no concebía su vida sin estar en contacto con el conocimiento. Murió poco después de bajar de un avión en Viena, en 2005.
Precisamente fue en Europa donde más se valoraron sus ideas. Hoy por hoy hay al menos 50.000 empleados del Reino Unido que han sido capacitados en la terapia breve centrada en soluciones. En otros países del viejo continente ocurre algo similar. El legado Steve de Shazer es de alcance universal.
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