Suele ser más frágil quien menos lo aparenta

Suele ser más frágil quien menos lo aparenta
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 19 julio, 2019

Suele ser más frágil quien menos lo aparenta. Quien viste gruesas corazas y regala sonrisas de admirable coraje y valentía, esconde a menudo un corazón de cristal que refleja y llora secretas amarguras. Abismos de profunda tristeza que no ha logrado resolver.

La persona secretamente frágil también es, a menudo, increíblemente susceptible. A veces, un pequeño acto de gratitud o bondad las llena de felicidad. Sin embargo, el más mínimo error o decepción vivida los lleva a una desesperación límite. Hablamos de esa “hipersensibilidad” con la que la persona frágil choca tan a menudo con su entorno.

“Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Cuando nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos?…”

“El mercader de Venecia” -William Shakespeare-

Todos conocemos a esas personas que en apariencia pueden con cada carga que la vida ha colocado sobre sus espaldas, pero no nos equivoquemos: porque llevan máscaras del color de la falsa entereza. E incluso visten armaduras de héroes de otros tiempos. Sin embargo, basta con tocar un poco sus corazas para ver que están llenas de óxido por esos sufrimientos internos. Por esas lágrimas derramadas a escondidas.

Toda persona frágil esconde la sensibilidad de esas criaturas que aunque sabias, tienen una alta necesidad de estima. Su piel es muy fina y reaccionarán al instante con cualquier alteración. Con cualquier reproche o errónea interpretación de un contexto que a veces sienten como una amenaza.

Te proponemos ahondar en el complejo tema de la fragilidad humana.

mano con mariposa

La persona frágil y la vulnerabilidad emocional

Definamos en primer lugar qué entendemos por fragilidad emocional. Ser frágil no significa en absoluto ser débil. Es por encima de todo, ver y entender la realidad desde una perspectiva más íntima, desde el propio corazón. Sin embargo, ello trae a su vez un complejo reverso: el de la vulnerabilidad emocional.

Para proteger este interior delicado suelen blindarse con distintas corazas. Hay quien demuestra un carácter fuerte y enérgico, marcando límites. Son personas que, en ocasiones, parecen estar en guerra con el mundo. Sin embargo, y esto hemos de tenerlo en cuenta, quien está siempre en guardia acaba agotado por tanto desgaste psicológico y emocional.

Porque quien entiende la vida como una autodefensa continua lo único que acumula son sufrimientos.

mujer en luna

El corazón frágil que ha sido muy dañado se vuelve desconfiado. Poco a poco desarrolla un carácter susceptible que interpreta cualquier acto como una ofensa. Una conversación intrascendente se convierte en una batalla. Una frase dicha con un tono determinado se siente como un agravio. Tal y como nos decía Leonardo Da Vinci “donde hay más sensibilidad hay más martirio”.

Sin embargo, todo podemos canalizar esa fragilidad de un modo creativo, saludable y poderoso para delimitar dicho sufrimiento.

Hacer de nuestra fragilidad nuestra fortaleza

Siempre has sido de este modo, y es así como has intentado sobrevivir hasta el momento. De niño, creaste un mundo de fantasía a tu medida porque no te gustaba lo que veías. En la adolescencia llegaste a la conclusión de que nadie te entendería y entonces sentiste miedo. En la madurez sientes que nadie te ama como tú mereces, y al miedo, se le ha sumado la rabia.

“Sé comprensivo, porque cada persona que encuentres en tu camino está librando una dura batalla”

-Platón-

Has ido añadiendo “capas de cebolla” a tu ser interno, desconectándote por completo de esa única fuerza capaz de darte lo que necesitas: tu autoestima. Entiende que la vida no es un campo de batalla del que defenderte en cada momento. Crecer, madurar y avanzar implica reencontrarnos con nosotros mismos para dejar de ver enemigos donde no los hay. Te explicamos a continuación cómo lograrlo.

mujer cruzando nubes

Aprender a sobrevivir en un mundo de alfileres

Las personas rechazamos la fragilidad de forma casi instintiva. Autopercibirnos como más sensibles nos supone una amenaza y por tanto optamos por blindarnos. No obstante, el auténtico problema llega cuando tras alguna mala experiencia, al temor a ser heridos de nuevo se le añade la ira e incluso la búsqueda continua de culpables.

  • Para evitar dichos estados hemos de ser capaces de mitigar la hipersensibilidad. Si percibes que todo tu entorno está orlado de alfileres, tu piel fina y tu corazón sensible explotarán al más mínimo roce.
  • Pon calma en tu mente porque a veces, el peor enemigo eres tú mismo. Deja que a partir de hoy en tu palacio mental habite el equilibrio. No focalices tanto tu existencia a lo que los demás hagan o digan para validarte a ti mismo. La única persona para la cual debes ser válida, eres tú mismo.
  • Esa visión exageradamente subjetiva de todo lo que te envuelve hace que derives en los pensamientos obsesivos. Recuerda que las personas no te amarán por lo que eres, sino por lo que les haces sentir. Si vas siempre a la defensiva viendo alfileres por cada rincón, lo que conseguirás es que te eviten. No caigas en estos círculos viciosos.
  • Las personas sensibles encuentran adecuados canales de expresión en dimensiones como el arte, la pintura, la música… Busca ese medio donde puedas canalizar tu sensibilidad, te servirá de adecuado desahogo.

Por último, recuerda que ser sensible es una gran virtud, pero ser hipersensible es un defecto. Aunque seas un poco más frágil y emocional que el resto no hagas de ello una maldición. Porque ser frágil no es ser débil es tener una percepción interna más intensa sobre lo que te envuelve. Cuida de tu autoestima y saca provecho de esta capacidad.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.