Si te convierte en su títere, no es amor
Bajo frases como “si no se siente celos, no hay amor verdadero”, “si de verdad me ama no necesita salir ni estar con nadie más”, o “amar significa adivinar lo que el otro quiere y necesita” aguantamos situaciones injustas y vejatorias en pro de mantener un amor romántico, la mayoría de las veces ficticio.
El amor, como casi todas las cosas en esta vida, se aprende. Y en ocasiones lo aprendemos de forma incorrecta. La idea de amor romántico e ilusorio que se propaga en la actualidad hace un flaco favor a las relaciones personales. Los valores que se encuentran en las relaciones de pareja sanas son totalmente contradictorios con los valores del amor pasional basados en el todo o nada.
El amor es uno de los sentimientos más potentes que existen, y cada uno le otorga unas características propias y unas ideas que en muchas ocasiones no son del todo ciertas. La gran mayoría de los problemas de pareja suelen venir de exigencias románticas sobre el amor y la pareja que quedan muy alejadas de la realidad. Estas ideas distorsionadas propias del amor apasionado pueden hacer comprometer incluso a parejas complementarias.
“Las emociones perturbadoras y las relaciones tóxicas han sido identificadas como factores de riesgo que favorecen la aparición de enfermedades”
Características en la manipulación
La manipulación se produce cuando una persona ejerce control sobre el comportamiento de otra persona. Para ello utilizan técnicas de persuasión buscando anular o condicionar las capacidades de juicio de los otros. La manipulación mental podría ser una forma particular de egoísmo.
Los manipuladores suelen utilizar a sus parejas sin remordimientos, con un objetivo narcisista de poder o para conseguir sus objetivos. Pueden apoyarse en la mentira o en la seducción, incluso en la coacción por la amenaza o la fuerza para desestabilizar a la víctima. Las personas manipuladoras ingenian situaciones para que el comportamiento de los demás se dirija a su propio beneficio. Si el manipulador es bueno, la persona manipulada no se dará cuenta de que está cayendo en su juego.
Las personas más propensas a caer en la manipulación de sus parejas suelen presentar baja autoestima, sentimientos de culpa y de inferioridad. Hay otros factores que pueden influir en la manipulación, como las situaciones externas: pérdida de familiares, ruptura, divorcio o pérdida del empleo.
El amor no entiende de manipulación
¿Cómo reconocer a un manipulador?
Reconocer a las personas manipuladoras nos ahorrará muchos problemas y frustraciones en nuestra vida cotidiana. Si nuestra pareja detesta recibir un “no” como respuesta y cuando intentas resistirte a los intentos de persuasión observamos que no responde como normalmente lo hace, llegando incluso a perder los papeles, es un indicio de que nos encontramos con una persona que no soporta no tener influencia sobre nosotros.
Las personas que manipulan en la pareja adoran mostrar sus puntos fuertes y sus proezas. Raramente son personas tímidas. Tienden a cargar la responsabilidad en los demás cuando los resultados que obtienen no son los esperados. Son personas que no están centradas en lo que pueden ofrecer o cómo pueden ayudar, viven centradas en sí mismas y parecen no conocer el significado de la palabra reciprocidad.
Siempre hablarán de sí mismas y raramente preguntarán desinteresadamente cómo estás o si necesitas algo. Además, nos daremos cuenta de que, a medida que vamos cediendo, además de no agradecer nuestras acciones, querrán más y más. Las personas manipuladoras suelen ser sumamente inseguras. A pesar de ello, tratarán de mostrarse como todo lo contrario, utilizando actitudes egoístas y dominantes para encubrir sus temores.
El primer paso imprescindible para solucionar una situación de manipulación es ser consciente de que estamos siendo manipulados. Darnos cuenta de que hemos sido manipulados por la persona que amamos, hasta el punto de convertirnos en su títere, es algo que nos provocará un gran malestar emocional.
Las soluciones que podemos encontrar a este problema son varias. Una de ellas sería terminar con la relación ante la imposibilidad de que el comportamiento de la pareja cambie. Otra podría ser modificar la tendencia de peticiones, haciendo que el manipulador en la pareja aprenda a pedirnos las cosas directamente y no indirectamente, como están acostumbrados para llevarnos a su terreno sin mostrarnos sus cartas o sus verdaderos deseos.
Curiosamente las personas que anhelan controlar a los demás, no se controlan ni a ellas mismas.
Imágenes cortesía de Catrin Welz-Stein