Te hago una propuesta: enséñame lo bonito de la vida
Enséñame lo bonito de la vida. Lo que se esconde tras tu sonrisa. Aquello que hace que te despiertes con la fuerza de un huracán y me contagies energía. Enséñame lo que hay tras esa mirada que se pierde en el infinito, disfrutando de todo aquello que ve.
Dime cómo disfrutas del olor de la lluvia… aunque te cale hasta los huesos. Cómo la hierba mojada es tu mayor placer. Explícame si eres tú la que dibuja los arcoíris en el cielo o es una coincidencia. Sí, esa misma que produces cuando las gotas resbalan por mis manos y el cielo se tiñe de gris, cuando me recuerdas que el agua nos da la vida en color.
Recuérdame lo bonito que es todo cuando te pones el parche de pirata en el ojo que solo ve lo negativo. Dime una y otra vez que todos pasamos por tormentas, pero que igual que llegan se van. No me dejes ahogarme en mis penas y que me abandone a mi misma cuando la tristeza intenta convencerme de que la única alternativa que me queda es la queja.
Disfruta de cada abrazo, de cada mirada, de cada beso. La felicidad se esconde en cada rincón y se muestra en cada pequeño acto de amor.
Enséñame lo bonito que es ver la vida en color
Cuéntame el truco que hacer para dejar de ver el mundo negro y convertirlo en multicolor. Dime algo para verlo todo de manera distinta y que lo que llevo conmigo, eso que arrastro, no pese tanto. Ayúdame a dejar de pensar en aquello que me duele y me rompe, en aquello que anda mal a cada instante. Como si la vida fuera un absoluto fracaso que se amontona sobre mi espalda y me llena de desesperación. ¿Cómo haces tú, cuando te pasa, para conseguir que no lo contamine todo? ¿Cómo haces de un agujero negro una estrella?
Recuérdame lo bonito que tienen las nubes, aunque vuelvan tímido al sol. Avísame cuando me olvido y no saboreo los detalles que hay a mi alrededor. Haz que piense que en la vida hay absolutos muy pocos absolutos más allá de que podemos pensar, imaginar o tener esperanza.
Grítame si hace falta. Repíteme una y otra vez que lo bonito de la vida puede ser todo porque siempre está en nuestra mano elegir el sentido de aquello que ocurre. Todos caemos, todos nos levantamos, pero solo algunos saben obtener algo positivo de aquello que los derribó.
Mira alrededor, eres tú la que haces tu propio camino, eres tú la dueña de tu destino.
Enséñame a no rendirme y a confiar en mi valor
Enséñame a no rendirme y a confiar en mi valor. Porque me veo pequeña para enfrentarme a este mundo en el que no faltan obstáculos y avenidas de muchos carriles sin semáforo. Lo cierto es que tengo miedo a caerme en un obstáculo más grande que yo. Ante todo, enséñame a no tener que enseñarme, a no depender de nadie porque nadie vale más que yo.
Recuérdame que en la vida caminamos solos, aunque existan personas como tú que nos den la mano. Esto es muy importante, porque enseñarme no es atarme, enseñarme no es hacerme depender. Enseñarme es mostrarme la forma de ser libre y a la vez la forma de enfrentarme a lo que hace que mi mundo no siempre encaje con lo que espero.
A veces cuando caminas solo sonríes recordando los buenos momentos que pasaste acompañado. Lo que aprendiste paseando de su mano, pero sigues caminando, porque estar solo no implica no haber aprendido de aquellos que te acompañaron el resto del camino.
Porque lo bonito de la vida, de cada latido, es aprender lo bueno de aquellos que te rodean. Aceptar lo malo que llega, ya sea para cambiarlo o para integrarlo en mi historia de una manera que no me dañe. Sonreír ante todo lo que se pueda o intentarlo, porque el intento ya en sí merece la pena. Y vivir, vivir sin miedo hasta quedarte sin aliento. Enséñame que lo bonito de la vida es esto. Finalmente, recuérdame que para apreciar lo bueno tengo que atreverme a soltar tu mano y apreciar todo aquello que me has enseñado.
Firmado: una alumna, tu alumna, que te mira con esperanza.