Te seguiré viendo... pero con otros ojos, en otras formas
Aunque no estés te seguiré viendo, seguirás estando en mis decisiones, te sentiré en mi risa y vivirás en mi forma de ser que se forjó junto a la tuya. Nunca un no somos nadie fue tan injusto, las personas somos fugaces en el tiempo y eternas en el alma. De alguna manera, nunca nos iremos de la vida de quien amamos.
Afrontar una pérdida es una de las más arduas tareas a la que nos enfrenta la vida. El vacío emocional que deja en nuestras vidas la falta de una persona querida vivirá siempre junto a nosotros. Sin embargo, la persona fallecida nunca desaparece por completo de nuestro lado, sino que también permanecerá y vivirá en otras formas en nuestra existencia.
No nacimos para decir adiós para siempre. Solo se dice adiós cuando se olvida, y no podemos decir adiós para toda la vida a quien seguiremos recodando cada día. Nuestra percepción cambia cuando vivimos la muerte de un ser querido; aunque no podamos seguir disfrutando de su compañía como lo hacíamos hasta ahora, sabemos que sigue en todas y en cada una de las personas en las que dejó su huella, incluidos nosotros.
“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”.
-Rabindranath Tagore-
Te seguiré viendo
Podríamos pensar que no somos seres humanos en un viaje espiritual, sino seres espirituales en un viaje humano. La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente. Por eso, te seguiré viendo.
Ante una pérdida, lo que estaba establecido cambia. Nos encontramos con situaciones nuevas y con diferentes puntos de vista. Uno de los mayores cambios está en aceptar lo que se nos ha ido y ver de alguna manera lo que nos queda. A menudo en los más oscuros cielos es donde vemos las estrellas más brillantes.
“Los recuerdos de nuestras vidas, de nuestros trabajos, de nuestras acciones, continuarán en otros”
-Rosa Parks-
Hay recuerdos que nunca se borrarán y personas que nunca se olvidarán
“Solo déjame ser débil y llorar hoy, mañana volveré a ser fuerte”. Esta frase resume el vacío que nos deja la falta de una persona que nos ha acompañado durante toda la vida. La añoranza nos suele recordar tristemente que hubo un momento en el que todo era perfecto y no supimos darnos cuenta de ello. Pero incluso en esa tristeza, también albergamos la alegría de que lo que pasó, pasara.
Los recuerdos que jamás negamos y las personas que nunca olvidamos son las murallas con las que construimos nuestra fortaleza. Esa fortaleza es la base sobre la que encontraremos un nuevo camino donde ubicar a la persona que ya no está físicamente, pero que siempre nos acompañará. Por eso, te seguiré viendo.
Esta esperanza no es lo mismo que el optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte. Y, en el caso de los seres humanos, ya sabemos cuál es el resultado final; lo que no nos exime de tener la certeza de que todo tiene sentido.
Esto ocurre, sobre todo, en el caso de las vidas que no serán recordadas en un papel o no pasarán a la historia por hitos y logros extraordinarios; sino las que con su ejemplo reforzaron el hilo de humanidad de la bondad, la compasión y la humildad.
A la memoria de mi padre. Es el principio de verte de una nueva forma y el fin de como te he visto siempre. Te seguiré viendo en todas partes; en mi madre, en mis hermanos, en tus nietas y en todos aquellos en los que dejaste huella, sobre todo en mí. Incluso después de abandonar este planeta, nuestra huella emocional perdurará en las personas que conocimos.
“La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo”.
-Isabel Allende-