9 técnicas psicológicas para conseguir que los niños coman
Para los padres, la alimentación de los hijos constituye una de las principales preocupaciones. Las creencias erróneas, la presión del entorno o los propios miedos hacen que nos impliquemos en exceso y en muchos casos consigamos un efecto contrario al que queríamos, aflorando la famosa profecía autocumplida.
Es cierto que es necesario que vigilemos la alimentación de nuestros pequeños pero sin caer en la obsesión.
Los niños, al igual que los adultos, también tienen sus razones para no comer determinados alimentos o comer menores cantidades en algunas ocasiones. Es esto lo que tendríamos que analizar para posteriormente poder solucionarlo.
Lo que nos gustaría es que nuestros niños comiesen sin ningún esfuerzo, que les gustase todo y que se comieran todo el plato, pero eso pasa en contadas ocasiones y debemos de tener paciencia. A veces las texturas, los colores, los olores o sabores pueden ser muy novedosos para ellos y tenemos que darles un periodo de adaptación.
Pongámonos en su lugar, algo muy importante en cualquier relación social y más si se trata de nuestros hijos. A nosotros tampoco nos gusta todo y además no es plato de buen gusto -nunca mejor dicho- que nos presionen para que comamos algo.
Recordemos que nosotros también hemos sido niños y hemos necesitado nuestro tiempo de adaptación.
Algunas técnicas desde la psicología para que los niños coman
No hay un método infalible para conseguir que un niño coma tal y como nosotros deseamos, pero sí que existen algunas estrategias que como padres podemos usar para que nuestro hijo se haga un poco más amigo de las comidas.
Un tiempo para las comidas
Las comidas deben durar entre veinte y cuarenta minutos, no más. Si son muy rápidas dificultan la digestión, lo que puede generar que el niño cree una asociación entre su malestar y la hora de comer. Piensa que lo que buscamos es precisamente lo contrario: que asocie placer a la comida.
Si el niño no ha conseguido comerse todo el plato pasado este tiempo, se ha de retirar y esperar a la siguiente comida. De esta manera, irá cogiendo el hábito de comer en un tiempo prudencial.
No ceder
Muchos padres, desesperados, lo que hacen es ceder: ante las continuas negativas de los niños, preparan otro plato que sí les guste. Con esto consiguen que coma, pero no que esté nutrido, que es lo realmente importante. El niño va reduciendo sus alimentos hasta quedarse en dos o tres por lo que la variedad es casi nula. Además, su sensación es que pueden con sus padres si son un poco insistentes, lo que hará que sigan con esa actitud e incluso que la generalicen para conseguir otros deseos.
No comer con la televisión ni con ninguna distracción
Comer ha de ser una actividad relajante por sí sola, no hace falta la televisión ni cantarle ninguna canción para que coma. El niño debe saborear la comida, disfrutar de su olor, de la compañía del resto de comensales, etc. Las distracciones hacen que el niño deje de comer, pues cambia su foco de atención.
No presionar
Al igual que no debemos ceder, tampoco debemos presionar. Cuando presionamos a cualquier persona para que haga algo, le robamos su libertad y esto hace que se ponga nervioso y a la defensiva. A los niños les gusta llevar la contraria a los padres porque les encanta obtener atención y esta es una buena forma. Por lo tanto, las normas se dicen una vez, pero no presionamos.
Nada de castigos o gritos
Con ellos se produce otra asociación: hora de comer=castigos y por lo tanto, puede derivar en una fobia a las comidas y alimentos, lo que no es nada recomendable. Es necesario que seamos firmes y nos pongamos serios pero eso no es lo mismo que gritar y castigar. Una cosa es establecer límites y otra sobrepasarlos nosotros.
Terapia cognitiva: hacer que el niño sienta el deseo de comer ciertos alimentos o platos
Los pensamientos son la llave de nuestra conducta. Es decir, si pienso cosas negativas sobre los alimentos, no comeré, pero si pienso cosas positivas, será más fácil que acceda a probarlos. Como padres tendremos mucho ganado si conseguimos que a los niños “les entren por el oído” los alimentos. ¿No te has dado cuenta de que cuando te presentan un plato con un nombre más bonito te apetece más probarlo?
Si son muy pequeños, otra estrategia que puedes usar es inventarte historias interesantes sobre los platos. Mi madre, cuando era pequeña, me decía que el puré de verdura era la comida de los Reyes Magos de Oriente y con esto, que a los ojos de un adulto parece absurdo, consiguió que comiese puré de verduras todas las semanas.
Alimentos prohibidos
Permíteles que elijan dos o tres alimentos que después de haberlos probado, no les gusten. Están en su derecho y esto hará que vean que se les toma en serio y se respetan sus decisiones. Aceptaremos que estos alimentos no los van a comer; afortunadamente podemos encontrar todos los nutrientes esenciales en muchos tipos de alimentos.
Platos adaptados a ellos
Esto es super importante. No debemos ponerles a los niños los mismos platos que nos ponemos nosotros, es mucho mejor empezar con cantidades pequeñas y luego, si quiere, que repita. Una cantidad de comida grande puede agobiar al niño y echarle para atrás a la hora de comer.
Puedes elegir el postre
Como refuerzo positivo, y con el poder que tienen los postres para los niños, podemos usar esta última estrategia: dejarle elegir el postre. Esto motivará al niño durante la comida, sabiendo que luego viene el premio final. Si conseguimos que ese postre esté compuesto por frutas o lácteos mejor que mejor, pero no olvides ser flexible.
Pero recuerda: lo más importante es tener paciencia y que el niño no observe que te desesperas. Pasito a pasito, se consiguen grandes avances y tu hijo crecerá, eso es seguro.