Tengo amigos, pero me siento solo, ¿qué puedo hacer?
“Tengo amigos pero me siento solo. No percibo conexión con ellos, me falta algo y no sé explicar realmente qué es”. Son muchas las personas -jóvenes y no tan jóvenes- que pueden tener esta sensación en algún momento de sus vidas. Es más, dicha percepción es muy común cuando atravesamos épocas de crisis, momentos complicados en los que la amistad es siempre necesaria.
Decía Aristóteles que el amigo auténtico es aquel que siempre te desea lo mejor. Sin embargo, hay veces en que incluso teniendo a nuestro lado personas fieles, hay algo que falla. Están, pero no las sentimos. Nos desean lo mejor, pero los sentimientos parecen impostados. Y aunque están cuando los llamamos, su presencia no es cálida ni tampoco cercana.
Bien es cierto que nadie se muere por carecer de amistades significativas o profundas. No obstante, la existencia brilla más con ellos. Cuando un amigo nos falla, debilita o rompe ese tendón psicológico y emocional que no siempre nos ofrece una relación de pareja o un familiar.
Tengo amigos pero me siento solo ¿es esto normal?
La soledad es una de las epidemias del siglo XXI. Como bien sabemos, esta dimensión, la de la soledad, puede especificarse en soledad real y soledad percibida y ambas tienen una elevada incidencia a día de hoy. Curiosamente, la sensación de aislamiento y desconexión, aun teniendo a nuestro lado múltiples figuras cercanas, es común.
John Cacioppo, director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, dijo una vez que disponemos de un cerebro orientado a la conexión social. Sin embargo, el auténtico bienestar no reside solo en disponer de esas conexiones, de esos lazos de amistad, de pareja o de familia. La satisfacción reside en sentir que esos vínculos son enriquecedores.
Por ello, cuando nos digamos aquello de “tengo amigos pero me siento solo” debemos tomar conciencia de algo. No importa en realidad, cuántos amigos tengas, da igual que sean 5, 20 o uno solo. Si esos lazos de amistad no te acarician o validan emocionalmente, lo que experimenta el cerebro es estrés.
Conozcamos ahora a qué se debe estas situaciones y qué podemos hacer.
La soledad en los adolescentes y las amistades de mala calidad
En el 2018 una empresa de seguros médicos llevó a cabo un estudio en Estados Unidos que puede extrapolarse perfectamente a cualquier país. Algo que pudo verse es que los jóvenes entre 18 y 22 años es el grupo poblacional más solitario. Esta tendencia y la percepción de este sentimiento se elevó drásticamente en el 2011, momento en que se asentó mucho más el uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías.
A día de hoy, son muchos los adolescentes de 11, 12 y 16 años que expresan eso de “tengo amigos pero me siento solo”. La causa está en que las relaciones a día de hoy se nutren casi en exclusiva del medio digital, de ese escenario que acontece en el teléfono móvil donde los vínculos son frágiles, poco duraderos y hasta poco confiables en su mayoría.
¿Qué puedo hacer?
Está muy bien hacer amigos por redes sociales y, por supuesto, interaccionar con las que ya tenemos a través del móvil. Sin embargo, las amistades significativas se construyen a través de conexiones reales compartiendo vivencias cotidianas. No necesitamos tener 20 amigos ni 2000 en nuestra cuenta de Instagram para ser felices.
La felicidad y el bienestar se encuentra a menudo con un par de amigos. Personas con las que quedar para compartir experiencias reales, anécdotas, aventuras, intimidades y construir una relación basada en la confianza auténtica.
Los verdadera amistad se preocupa por ti
Amistad es cercanía, reciprocidad, interés y preocupación. El sentimiento de conexión surge entre dos o más personas cuando estas, sienten que los demás los comprenden y se preocupan por ellas. De este modo, si ahora mismo estás pasando por una etapa en la cual, te asalta el pensamiento de que “tengo amigos pero me siento solo” tal vez debas clarificar algo.
¿Percibes que se preocupan por ti? No es necesario que te pase algo para que esas personas acudan a auxiliarte. El interés real se demuestra en el día a día. Si esos amigos no se interesan por cómo estás, por cómo va tu día, si no te preguntan cómo va todo y se quedan para escuchar todo lo que tengas que decir, esa amistad no es válida. En esas circunstancias, si lo que sientes es gelidez emocional y soledad, lo mejor es asumir que tal vez deberías cambiar de amigos.
Tengo amigos, pero me siento solo: tal vez sea momento de clarificar qué es lo que quiero
La soledad se describe también como la percepción subjetiva entre las relaciones sociales deseadas y las que tenemos realmente en este momento (De Jong Gierveld y Van Tilburg, 2006, Hawkley y Cacioppo, 2010). ¿Qué significa esto? Significa que, en ocasiones, llegamos a un momento en nuestro ciclo vital en el que tal vez necesitemos de otro tipo de relaciones, de interacciones y personas.
Puede que tengas a tu lado buenos amigos, buenas personas que te acompañan desde tus años en el instituto. Sin embargo, es común que en algún instante sientas que esos vínculos ya no te enriquecen, que no estimulan ni nutren tus necesidades existenciales. Así, lejos de darle más vueltas a esa situación, es necesario llevar a cabo un ejercicio de valiente introspección y clarificación.
En el momento en que asoma el pinchazo de la soledad es recomendable tomar decisiones. No es saludable ni recomendable resignarnos a compartir vida con figuras que lejos de despertar ilusiones, las apagan. Tal vez sea momento de iniciar nuevos capítulos vitales con amigos diferentes.
Hacerlo, dar el paso, es actuar en sintonía con nuestras necesidades presentes para seguir evolucionando como personas en el futuro. A veces, hay que saber desprenderse de lo que ya no nutre para poder crecer y ganar en felicidad.
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