La teoría cuádruple del amor: así nacen y acaban las relaciones

La nueva teoría del amor incluye cuatro dimensiones básicas que explicarían, por ejemplo, qué hacen que las relaciones sean felices y duraderas, o, por el contrario, que acaben fracasando.
La teoría cuádruple del amor: así nacen y acaban las relaciones
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 03 marzo, 2022

La teoría cuádruple del amor define un último intento de la ciencia por explicar uno de los misterios más fascinantes. ¿Por qué amamos, qué mecanismos guían y hacen posible que nos enamoremos y cuidemos esa relación? Aún más, ¿qué explica el hecho de que este sentimiento tan intenso y casi cegador se desintegre con el tiempo en algunos casos?

Lo cierto es que llevamos varios siglos intentando dar respuesta a estos y otros interrogantes del contexto. Decía Platón que el amor es un impulso que nos lleva a querer ir más allá de lo material para tomar contacto con esa forma de belleza. Según el filósofo griego, las personas necesitamos amar para sentirnos completos, y en esa experiencia era imprescindible que existiera la admiración.

Si durante un tiempo, el intento por dar respuesta a qué es y cómo se orquesta el amor recayó en la filosofía, fue a lo largo del siglo XX cuando la psicología se interesó de manera científica por el tema. Psicólogos sociales, como Robert Sternberg, desarrollaron enfoques tan interesantes como la teoría triangular del amor.

Sin embargo, con el avance de la neurociencia se abren nuevas reformulaciones. En la actualidad se busca un encuadre más integrador en el que incluir desde aspectos neurobiológicos hasta sociales y emocionales. Ha llegado el momento de aportar una nueva explicación.

Pareja paseando
Dentro de la teoría cuádruple del amor se pone especial atención en el tipo de apego que define a la pareja.

La teoría cuádruple del amor: ¿en qué consiste?

La teoría cuádruple del amor fue enunciada en la Universidad Sapienza de Roma en 2020 y publicada en la revista académica Frontiers in Psychology. Su propósito no fue otro que ofrecer un modelo más integrador. Como bien hemos señalado, los avances en neurobiología fueron decisivos para pensar en una nueva reformulación más completa.

Ahora sabemos, por ejemplo, que el cerebro dispone de una red especializada en toda forma de amor, y que el papel del tipo de apego es un factor muy decisivo. La interacción entre la oxitocina y la dopamina en el cuerpo estriado cerebral tiene mucho que ver con el apego, y, por lo tanto, con el tipo de relaciones que establecemos con los demás.

De este modo y, como bien sabemos, una vinculación más segura y madura alimentará una relación más saludable. Por el contrario, un apego ansioso o dependiente define dinámicas más complejas y dolorosas. Es decir, el avance de la ciencia nos ha permitido identificar más factores que explican cómo se origina, se mantiene y se desvanece el amor. Descubramos esas cuatro dimensiones.

En el amor hay dos variables cruciales: el apego seguro y el cuidado mutuo.

Primer factor: la atracción

Si bien es cierto que a menudo podemos sentirnos atraídos por alguien sin necesidad de amarlo, el amor auténtico sí incluye en todos los casos esta variable. Figuras como la conocida antropóloga Helen Fisher, por ejemplo, destacan el papel de la atracción: conforma esa explosión de neurotransmisores tan intensa que asienta la pasión, el cariño, el deseo…

Nos sentimos atraídos por alguien por dimensiones que van más allá del aspecto físico. Nos atrae su forma de pensar, de expresar, de tratar a los demás, nos fascina su personalidad, carisma, encanto…

Segundo factor: la conexión o resonancia

Este es el elemento más interesante de la teoría cuádruple del amor. La conexión está compuesta por el compromiso, la intimidad y la necesidad de cuidado mutuo. Sin estas variables y su ejercicio cotidiano, el amor fenece, se apaga, carece de sentido.

A su vez, en esta dimensión, los expertos enfatizan la necesidad de hablar de resonancia o sintonía. Es decir, una pareja necesita sentir familiaridad con la persona amada, compartir con el otro un sistema de valores, de metas comunes y pasiones similares. Además de amante, es esencial ser amigos.

Por otro lado, la conexión o la resonancia solo será posible si esas dos personas establecen entre ellas un apego seguro. Se trata de un vínculo nutritivo en el que fluye la confianza, el respeto, la validación de emociones y las necesidades mutuas. Solo entonces dejaremos a un lado los celos, la desconfianza, la dependencia que asfixia y daña…

Tercer factor: la confianza

La confianza es ese pegamento que consolida el amor, que lo hace fuerte y que hace posible encarar cualquier dificultad. Sin esta dimensión, aflora la incertidumbre afectiva, el resentimiento y las incertezas.

Necesitamos poder confiar en el otro para resolver problemas, apoyarnos mutuamente y saber que, pase lo que pase, contaremos con el afecto y comprensión de esa persona. La confianza es la piedra angular de la satisfacción en una relación de pareja.

Pareja de personas mayores sentada en un banco
Las parejas con un estilo de apego seguro tienen mayores probabilidades de construir una relación feliz y duradera.

Cuarto factor: el respeto

Respetarnos entre nosotros debería ser la base de todo pacto social. Ahora bien, el respeto en una relación de pareja es como el oxígeno, algo vital, prioritario y necesario. Es un elemento cardinal en las relaciones interpersonales, pero cuando nos adentramos en el amor, es imprescindible.

Si esta dimensión no está presente, surgen la desconfianza, la frialdad y todas esas emociones de valencia negativa que destruyen una relación.

Por ello, desde un punto de vista psicológico, si nos preguntamos cuál es la cualidad más deseable que debemos buscar en una posible pareja, no es su atractivo o la pasión que sintamos por esa persona. Dinámicas como la confianza, el respeto, el cuidado y la conexión son esas raíces que hacen florecer las relaciones felices.


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