Que mis tiempos difíciles sean épocas de curación
Mis tiempos difíciles me dieron lecciones de vida y madurez. Fueron instantes donde hilvanar mis heridas, épocas de lenta curación que inocularon en mí altas dosis de amor propio, unas gotas de prudencia, mucha sabiduría y el ejercicio de la reflexión. Al fin y al cabo, pocos instantes demandan tanto de nosotros como esos en los que solo hay dos opciones, quedarnos atrapados o avanzar.
Decía William Shakespeare en su obra “La tempestad” que ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan. Si bien es cierto que hay algo de lógica en este razonamiento, hay un aspecto que no podemos descuidar: la forma y la actitud en que afrontemos ese día borrascoso determinará el modo en que el tiempo nos trate posteriormente.
No hay árbol que el viento no haya sacudido.
-Proverbio Hindú-
Así, si uno se aferra de forma obsesiva a ese hecho traumático, a esa decepción, a esa pérdida o frustración, los días se sucederán los unos a los otros como la resina que atrapa a un insecto. Nos convertiremos en un aliento de tristeza y desesperación envuelto en ámbar. Sin embargo, si asumimos esos tiempos difíciles cómo épocas de curación, como momentos valiosos donde adquirir nuevas fortalezas, favoreciendo la aceptación y generando a su vez nuevas actitudes, el tiempo avanzará siempre a nuestro favor.
Cabe decir no obstante, que asumir este enfoque no es algo fácil. Casi nadie está preparado para semejantes embestidas. Nadie nos ha dicho cómo y ni de qué manera debemos afrontar esos eventos que el destino coloca en ocasiones, de forma estratégica en nuestros caminos.
Tiempos difíciles, capítulos complejos
A la mayoría de nosotros nos gustan las cosas fáciles. Elegimos siempre el camino más corto entre dos puntos, no toleramos la incertidumbre, preferimos los instantes de ocio a los momentos de preocupaciones y nos gusta también que las cosas sucedan tal y como planteamos en nuestras agendas.
Asumir este enfoque no es negativo, en absoluto. No lo es porque es esto precisamente lo que busca nuestro cerebro, evitar riesgos, economizar energías y sobrevivir en ese espacio perfecto conocido como la zona de confort donde todo está bajo control. Sin embargo, como ya sabemos, los tiempos difíciles suelen llegar cuando uno menos se lo espera y en cualquiera de sus formas. A veces es una crisis económica, otras una ruptura afectiva, una pérdida, un engaño e incluso un instante de crisis existencial.
En sí mismo, esos tiempos difíciles contienen casi siempre las mismas dimensiones: pérdida de control sobre nuestra realidad, sensación de vulnerabilidad, crisis de valores, indefensión y miedo. Son raíces comunes que en conjunto lo que consiguen es desdibujarnos de nuestro aquí y ahora, emborronar lo que somos, convertirnos en un garabato de líneas inconexas.
Una estrategia interesante que nos propone un área de la psicología es que hagamos de esos tiempos difíciles un momento de reflexión personal. Debemos ser capaces de crear una nueva historia que hable de curación, de reflexión, de cambios y nuevos enfoques. Ese capítulo intermedio de contacto con uno mismo dará paso a uno nuevo más satisfactorio, más pleno y auténtico.
La terapia narrativa para tiempos difíciles
Si nunca hemos oído hablar de la terapia narrativa es un buen momento para conocerla. Estamos ante un tipo de estrategia terapéutica donde el cliente se va convirtiendo poco a poco, en un experto de su propia vida; al reflexionar y reorganizar sus pensamientos, al contar su historia, al narrarla, al entender por qué ha sucedido lo que ha sucedido y al darse la oportunidad de “crear” historias alternativas que le ayudarían a salir del problema presente.
“Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno de ellos se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”.
-Dalai lama-
Lo que se consigue con esta terapia es que la persona se sienta protagonista de su propia historia. Aún más, podrá entender que los tiempos difíciles son capítulos vitales que nos ofrecen oportunidades de crecimiento. Son momentos de sanación donde convertirnos en héroes, en autores y creadores de capítulos más propicios.
Veamos a continuación qué dimensiones definen a la terapia narrativa.
Características de la Terapia Narrativa
- La terapia narrativa es ante todo un proceso reflexivo donde la tarea psicológica busca conseguir que la persona explique su historia personal tal y como la percibe.
- El terapeuta trabaja como agente facilitador. Será él quien haga las preguntas pertinentes para que la persona profundice en sus historias, sacando a relucir ciertos temas e invitando a su vez a realizar reflexiones más profundas y a veces complejas.
- Es necesario que la persona narre su historia tomando conciencia de cosas que tal vez antes no había querido ver, de sentimientos y emociones que tenía escondidas.
- Con esta terapia se busca responder a preguntas como “¿Quién quieres tú?” “¿Qué es lo que quieres ahora?”, “¿Qué necesitas para contar la historia que quieres de verdad?”
- A menudo, las personas tenemos en nuestro interior historias olvidadas que hemos descuidado, sueños del ayer, proyectos abandonados por indecisión o miedo que tal vez, sea necesario recuperar para crear nuevos capítulos vitales.
Los tiempos difíciles nos demandan más que nunca alzarnos como protagonistas de nuestras propias historias. Son instantes donde perdemos el control, donde nos convertimos en personajes de reparto, en actores secundarios. Cojamos las riendas y veamos esas épocas como capítulos donde sanarnos, donde adquirir nuevos aprendizajes y donde reflexionar.
Pensemos hoy en la historia que queremos vivir mañana…