Si tienes hijos, no cometas estos 3 errores
Educar a los hijos no es tarea fácil, no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo. Muchos padres se sienten desbordados. Ya no saben qué hacer para reeducar a un hijo que se les “ha ido de las manos”. En las últimas décadas hemos observado un cambio muy grande en el ámbito familiar, así como en las relaciones padres-hijos. Este cambio ha supuesto aciertos muy relevantes, como el mayor reconocimiento del derecho de los menores.
Sin embargo, también se ha generado una polémica, en algunos casos muy intensa, sobre la forma en que los padres tienen que afrontar el control y supervisión de sus hijos. En términos generales, hemos pasado de un modelo autoritario a otro más igualitario, caracterizado por ideas más ambiguas y abiertas sobre cómo educar a un hijo.
Como decíamos, no son pocos los padres que se quejan de la falta de límites y de no saber cómo controlar a sus hijos. Y es que ejercer como padres no es nada fácil en una sociedad que reclama libertad para quienes están sedientos de ella y todavía no están preparados para hacer un buen uso de la misma.
Educar a los hijos no es tarea fácil
Educar a un hijo va más allá de satisfacer las necesidades básicas de alimentación y sustento. La crianza también incluye aspectos tan relevantes como educar en un clima de afecto, apoyo y respeto.
Este clima debe facilitar el desarrollo de relaciones de apego seguras, el establecimiento de normas y disciplina, enseñar hábitos y estilos de vida saludables, etc. Todo ello sin olvidar mantener un equilibrio entre libertad y control, adaptado a la edad de los pequeños, a medida que van creciendo. El objetivo último es que aprendan a autorregularse por sí mismos cuando su cerebro esté completamente desarrollado.
No todos los padres saben, por instinto, cómo actuar y resolver las nuevas problemáticas planteadas en relación a la educación de los hijos. De hecho, no son pocas las ideas erróneas sobre la crianza de los menores.
Algunas de estas ideas erróneas son del tipo “es mejor hacerse amigo de mi hijo”, “más vale un azote a tiempo”, “disciplina es lo mismo que castigo”, “la culpa de cómo sean los hijos la tienen los padres”, etc. Estas ideas equivocadas son el germen de muchos de los problemas educativos actuales.
Tres errores comunes a evitar: la inconsistencia, la permisividad y la rigidez
Tres errores comunes en la educación de un hijo hacen referencia a la inconsistencia de las normas, la permisividad y la rigidez. Vamos a verlos con detalle:
La inconsistencia
La inconsistencia se caracteriza por la falta de estabilidad y coherencia en las estrategias de control, supervisión y disciplina empleadas. Los padres inconsistentes modifican de manera impredecible y continua las normas en función de factores internos o externos (p. ej., la presencia del otro progenitor).
En estos casos, las pautas educativas están determinadas en mayor medida por el estado anímico del padre más que por el comportamiento del menor. El problema es que no existe un plan sistemático para corregir la conducta inadecuada. Esta inconsistencia puede manifestarse de las siguientes maneras:
- Se emplean de manera arbitraria normas, reglas y disciplina en diferentes momentos. El padre hace cambios impredecibles en las expectativas y en las consecuencias aplicadas por la infracción de las reglas.
- Reacciones desproporcionadas ante los comportamientos positivos o negativos del menor (p. ej., castigando conductas apropiadas al tiempo que se premian comportamientos inadecuados).
- Se cede ante las peticiones de los hijos, lo que puede servir como un premio o recompensa de un comportamiento inadecuado.
- Se produce inconsistencia en los padres. Padre y madre actúan de forma contradictoria respecto a las normas disciplinarias básicas y en la aplicación de las consecuencias por infringir las reglas.
La excesiva permisividad
La excesiva permisividad y el “dejar hacer” como pauta educativa también pueden resultar problemáticos. Los menores necesitan que se estructure el ambiente. Necesitan que se les proporcionen normas y reglas de conducta y que se les aplique control y supervisión.
La permisividad excesiva puede generar sentimientos de confusión y ansiedad en los menores. Puede llegar a convertirse en un factor de riesgo para el desarrollo de dificultades en el establecimiento de límites a largo plazo.
Esta permisividad puede ocurrir también por desconocimiento y baja implicación de los padres. Los padres ignoran las actividades que realiza el hijo, quiénes son sus amigos o cuál es su rendimiento en el colegio. Asimismo, pueden desconocer cuáles son las aficiones, sus gustos o los hobbies que los hijos tienen.
La rigidez
La rigidez o falta de flexibilidad conlleva el empleo de un rango muy limitado de estrategias educativas. Estas estrategias son aplicadas indiscriminadamente a todos los tipos de comportamiento inapropiados del menor.
Los padres excesivamente rígidos e inflexibles son incapaces de tener en cuenta los factores del ambiente en los que tiene lugar la conducta de sus hijos. Son incapaces de emplear el razonamiento de ajustar la intensidad de la disciplina a la gravedad del comportamiento inadecuado.
Asimismo, la sobreprotección también puede constituir una forma de rigidez. Para los padres, la sobreprotección puede ser una manera de controlar la propia ansiedad que aparece cuando se sienten desorientados. Para los hijos, puede suponer un obstáculo para desarrollar estrategias de afrontamiento adecuadas. También puede llegar a crearles inseguridad y falta de de confianza en sí mismos.
Es recomendable proporcionar a los hijos la posibilidad de hacer las cosas por ellos mismos. No hay que regularles y controlarles en todas las situaciones, tan solo en aquellas que no puedan asumir por su edad. Dentro del margen que nos facilite su nivel de desarrollo, lo adecuado es dejar que acierten o cometan errores y asuman las consecuencias.
Ser padres, desde el punto de vista biológico, puede ser una tarea sencilla. Sin embargo, serlo o ejercer como tales desde un punto de vista psicológico puede constituir un verdadero reto. Así, si evitamos la inconsistencia, la permisividad y la rigidez estaremos un poco más cerca de conseguirlo.