Tomar la iniciativa: cómo hacer que lo que quiero suceda
Tomar la iniciativa es dar el primer paso para pedir una cita a la persona que nos gusta, pero también ser capaz de romper los moldes e iniciar proyectos propios. O ser alguien proactivo y activar esa habilidad social que conjuga entusiasmo, intuición, creatividad y voluntad para anticiparse a las cosas y salir airoso de cualquier dificultad.
Admitáloslo… ¿a quién no le gustaría disponer de todas estas características? Es más ¿hay alguien a quien no le hayan dicho alguna vez aquello de «lo que te falta a ti es iniciativa»? Así, y casi sin darnos cuenta, esa palabra se convierte en un anhelo, en ese empuje que uno desea integrar en su personalidad y comportamiento para lograr que ocurra aquello que desea.
Virtud, habilidad social, capacidad de liderazgo, etc., podemos definir de muchos modos esta dimensión, pero lo que siempre queda en evidencia es un aspecto. Hay quien la tiene y hay quien carece de ella. Cuando nos falta iniciativa la razón de ello suele residir en la inseguridad personal y también en el miedo. Tememos fallar, nos aterra quedar en evidencia, exponernos y que otros descubran que somos falibles.
Sin embargo, hay algo que está claro: entre quedarnos donde estamos y fracasar no hay diferencia. Seguimos en el mismo sitio, en el mismo territorio, ese en el que nada ocurre, donde no avanzamos ni social ni afectiva ni laboralmente. Por tanto, en caso de que deseemos que la realidad mejore y alcanzar aquello que tenemos en la mente y el corazón, hay que hacerlo. Hay que tomar la iniciativa.
Claves par tomar la iniciativa y lograr lo que deseas
En algún momento de nuestra vida, hemos experimentado esa sensación: la de querer hacer algo y no saber cómo o, sencillamente, no atrevernos. Pedir un aumento de sueldo a nuestro jefe, decirle a alguien que nos gusta, dar un cambio a nuestra vida, iniciar una etapa nueva… Tomar la iniciativa requiere algo más que valentía.
Supone, por encima de todo, tener disposición y un plan de acción. Porque más allá de lo que podamos creer, la persona con iniciativa no improvisa, planifica. Algo así, requiere sin duda afinar adecuados procesos cognitivos, emocionales y también conductuales. Conozcamos una serie de estrategias que nos permitirán aprender a tomar la iniciativa.
Emociones sintonizadas con el objetivo
Hay emociones que serán disruptivas y no facilitadoras. Tomar la iniciativa provoca que a menudo, aparezcan dos emociones muy concretas: miedo y vergüenza. Tememos fallar y ponernos en evidencia. Esas van a ser nuestras peores enemigas y como tal hay que desactivarlas y reorientarlas.
¿De qué manera? estableciendo un diálogo con nosotros mismos para recordarnos lo que merecemos. Hay que tener claro que el miedo y la vergüenza nos inhabilitan como personas, apagan nuestro potencial y distorsionan nuestra identidad. En cambio, hay una emoción excepcional que siempre facilita la iniciativa: el entusiasmo.
Planifica, observa, aprovecha la oportunidad
Tomar la iniciativa no es sinónimo de lanzarnos a la piscina al contar tres. En ocasiones, la piscina puede estar vacía y podemos cometer un error que podíamos haber previsto.
- Tener iniciativa supone tener en cuenta el contexto, hacer previsiones de futuro, observar la situación desde diversos ángulos y diseñar un plan.
- Evitemos dejar nada al azar. Para alcanzar lo que deseamos puede acompañarnos la suerte, pero tengamos siempre en cuenta que la suerte la crea uno mismo con esfuerzo, trabajo y originalidad.
Para tomar la iniciativa recurre a aliados y mentores que puedan ayudarte
A la hora de crear el presente y dar forma al futuro que deseamos, la responsabilidad en cada proceso es nuestra. Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos contar con la ayuda y el consejo de algún experto. Seguro que en tu entorno hay alguien que puede poner de su parte para facilitarte algún paso.
Es más, puede que cuentes con alguien que haya pasado por lo mismo y pueda aconsejarte. Mantén la mente abierta, escucha opiniones, ten en cuenta otras perspectivas para tomar la decisión que tú creas aunando todos los datos posibles.
Prepara el camino, toda gran victoria parte de pequeñas batallas vencidas cada día
Las personas con iniciativa no improvisan y tampoco lo arriesgan todo en un mismo momento. Es decir, si me gusta una persona no puedo lanzarme de un día para otro a decirle lo que siento. El trabajo para conquistar parte de la seducción cotidiana. Ahí donde ir ganándonos a alguien día a día.
Lo mismo sucede en cualquier contexto. No puedo pedir un aumento a mi jefe si primero no le he demostrado lo que valgo. Tampoco puedo hacer un cambio radical en mi vida si no voy cerrando algunas puertas y abriendo otras. La clave es ir poco a poco e inyectando a cada situación de carisma e ingenio, demostrando en cada contexto lo que valemos y lo que somos.
Habrá momentos en que debamos dar un paso atrás. Pero hacerlo es bueno, supone aprender algo que no sabíamos, calibrar nuevas opciones y verlo todo con mayor perspectiva para tomar mayor impulso.
En esencia, tomar la iniciativa no va solo de valentías: va de saber planificar, ser paciente y manejar bien nuestras emociones para que nos inoculen ánimo y entusiasmo. En esta habilidad o competencia psicológica no sirve actuar por impulsos, sirve actuar con reflexividad e inteligencia.
Todos podemos entrenarnos para tener mayor iniciativa y lograr así bajarnos la luna si es lo que queremos o crear la vida que deseamos.