Trabajar sin que te paguen: una trampa en la que muchos se sienten satisfechos
Aunque parezca mentira , en realidad sí hay muchas personas que están dispuestas a trabajar sin que les paguen por ello. Lo más grave es que lo hacen con el mayor gusto. Se trata de un fenómeno postmoderno: esto hubiera sido completamente ridículo para nuestros abuelos. Nada más absurdo que trabajar gratis, dirían ellos.
Sin embargo, el fenómeno existe y parece extenderse paulatinamente. El concepto de trabajo ha sufrido una gran transformación. Esto afecta especialmente a los llamados “trabajos intelectuales”; en teoría son los que más necesita el mundo, pero en la práctica son los que más se han precarizado.
“Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario”.
-Elbert Hubbard-
¿Cómo regala la gente su trabajo? De varias maneras. Unos porque abiertamente ingresan a una labor para hacer “pruebas gratis”, tras las cuales pueden ser o no contratados. Otros porque han renunciado a obtener las garantías de un trabajo formal, como la seguridad social o las prestaciones. Algunos más porque tienen un horario de trabajo eterno: su disponibilidad debe ser 7/24.
Nadie obliga a los trabajadores a que acepten estas condiciones . Ellos mismos, de buena gana, lo hacen. No están siendo engañados, al menos directamente. Aceptan todo esto libremente y, dicen que también conscientemente. Incluso asumen que buena parte de su bienestar depende de estar vinculados a un trabajo, sean cuales sean las condiciones. También dicen que si no lo aceptan ellos, no tardarán en encontrar a una persona que acepte esas mismas condiciones.
Las nuevas formas de trabajar de los intelectuales
Los intelectuales , especialmente, son muy dados a aceptar condiciones laborales precarias. Para casi todos ellos tienen un gran valor “el prestigio”. Si llegas a trabajar en determinada institución, o en “x” universidad, tu sentimiento de orgullo crece. No importa si no te pagan lo que mereces, o incluso si no te pagan nada.
Muchos responsables de recursos “inhumanos” del mundo han capitalizado la consigna de “trabajar en lo que amas”. Es un magnífico dispositivo para pagar bajos salarios o para no pagarlos. Por ejemplo, uno de los trabajos más precarizados es el de los investigadores que, al mismo tiempo, es uno de los que exige un mayor nivel de formación.
Los investigadores, así como muchos maestros y otros profesionales, frecuentemente están sobreculificados para buena parte de trabajos. No son muchos los que están dispuestos a pagarles lo que realmente merecen. Hay poca demanda y por eso sienten como su gran logro que los contraten para hacer lo que saben hacer, con independencia de las condiciones laborales, entre ellas el salario.
Esto pasa también con frecuencia en los trabajos de tipo creativo. Hacen una película y ya tienen 100 voluntarios dispuestos a hacer un papel pequeño, o un extra, por nada. A algunos escritores les toca pagar para que les publiquen un cuento. Muchos pintores deben exponer sus obras aceptando recibir un mínimo porcentaje si se venden. El negocio del trabajo precarizado funciona, el talento nunca ha sido tan barato aunque al mismo tiempo se pague mucho por él.
La autoexplotación y la competencia
Lo más difícil de trabajar actualmente es que participamos de una economía globalizada e inestable, si tú no estás dispuesto a ganar menos, habrá otros que sí. Algunos toman la batuta y se vuelven “muy empleables” porque piden una remuneración muy baja. Aunque sus amigos les repitan que debe valorarse, a estos trabajadores no les interesa valorarse, sino estar vinculados laboralmente. Estar en paro o ser desempleado puede ser peor que la peste para muchos.
La oferta laboral entonces queda envenenada por esa estrategia de precarización que utilizan algunos. Quieras o no, debes bajar tus expectativas de ingreso para no salir del mercado de trabajo. Te quejas, reniegas, pero cuando llevas un tiempo sin trabajar terminas agradeciendo cualquier empleo que te den.
El asunto no para ahí. Aunque te regales, seguramente te van a pedir más. Como quien no quiere la cosa, los empleadores te contratan como autónomo, pero te piden que cumplas horarios. O te exigen que entregues para ya mismo una tarea que te implica horas extras, aunque nunca se reflejen en tus ingresos. O te llaman a las 11 de la noche para darte una instrucción, o discutir contigo algún asunto. Y tú ya has internalizado la idea de que debes aceptar esos abusos.
La pregunta es: ¿resulta posible salir de esa dinámica? Claro que sí. El trabajo es lo que genera la riqueza de cualquier industria o empresa. Basta con que te niegues y promuevas la idea de que nadie, absolutamente nadie, debe trabajar gratis. Cuando no te pagan por trabajar estás en condición de esclavitud. Cuando piensas que “trabajar en lo que amas” es razón suficiente para no cobrar, tú mismo te haces víctima de una sofisticada y provechosa forma de manipulación.