El trastorno reactivo del apego en la adultez: ¿qué es y cuáles son sus consecuencias?
El trastorno de apego reactivo es una alteración que afecta a cómo nos vinculamos con los demás. Por lo general, se diagnostica y aborda durante la infancia, cuando los síntomas son más evidentes. Sin embargo, hay casos en los que no sucede así, y es en ellos en los que vemos las consecuencias del trastorno reactivo del apego en adultos.
La noticia positiva es que también es posible trabajar problemas asociados al apego en adultos. Así, si aprendemos a reconocer los efectos que tiene dicha afección en la adultez, podemos detectarla y buscar la ayuda necesaria.
Síntomas del trastorno reactivo del apego
El trastorno reactivo del apego es un problema poco frecuente que normalmente se desarrolla durante los primeros años de vida. Durante esa etapa, los infantes desarrollan lazos afectivos con sus cuidadores primarios. Este dato es importante, porque dependiendo del tipo de experiencia que tenga el niño con sus cuidadores desarrollará diferentes estilos de apego.
Siguiendo esta línea, hay casos en los que además los cuidadores actúan de manera negligente o abusiva hacia los infantes o se separan de ellos de forma abrupta. En consecuencia, es posible que este termine siendo el origen de un trastorno reactivo del apego, que suele expresarse en dos formas:
- Inhibido. Los niños que padecen esta variación renuncian a iniciar o mantener contacto con cualquier persona. Se les ve tímidos, que no responden cuando se les habla y sus reacciones emocionales son mínimas. Aunque, pueden tener episodios de miedo, tristeza, llanto o irritabilidad que aparecen sin explicación.
- Desinhibido. Contrario al anterior, el tipo desinhibido muestra una confianza excesiva hacia los adultos, incluso los desconocidos. Su comportamiento da la impresión de que se sienten muy familiares con cualquiera, aunque sea alguien que acaban de conocer.
Consecuencias del trastorno reactivo del apego en la adultez
En los niños, estos patrones de comportamiento se forman durante los primeros cinco años de vida. Es común que se presente en niños huérfanos, infantes de hogares problemáticos en los que hay violencia o abuso de sustancias.
Sin embargo, no en todos los casos la afección se diagnostica o se trata de la manera apropiada -es entonces cuando las consecuencias del trastorno reactivo del apego se traslada a la etapa adulta-.
Problemas de identidad
Vasquez y Stenland (2016) elaboraron un estudio sobre los problemas de comportamiento en adultos que fueron adoptados por extranjeros. Los autores señalan que en varios casos fue posible diagnosticar el trastorno reactivo del apego en estos adultos. Así, uno de los efectos que pudieron observar los investigadores en las personas con el trastorno es que suelen sentir que no pertenecen a sus grupos familiares.
En este sentido, los investigadores señalan que, durante la infancia, la familia es un grupo de referencia para la identidad; los adultos adoptados que tienen que interiorizar e integrar una realidad compleja en este sentido pueden tener problemas con su identidad.
Los participantes del estudio a menudo investigaban sobre su origen, informando muchos que se identificaban más con la cultura de su país nativo. Esta pasaba así a convertirse en una especie de paraíso perdido.
Aislamiento social y desconfianza
Como se explicó antes, los niños con un trastorno reactivo del apego inhibido tienden a evitar las relaciones sociales. Si esto no se corrige, es probable que termine trascendiendo a su vida adulta, generando a su alrededor solo relaciones superficiales.
Las limitaciones se traducen en grandes dificultades para generar y mantener vínculos significativos con los demás. Así, se refuerza su idea de que los otros son gente mala que solo se preocupa por sí misma.
Confianza excesiva y vinculación temprana
Las personas con un trastorno reactivo de apego se caracterizan por intentar establecer relaciones afectivas de confianza de manera muy rápida. Queman fases a una velocidad mucho más rápida de lo que lo haría una persona sin el trastorno.
El hecho de que no se tomen el tiempo necesario para evaluar el terreno social en el que pisan hace que sufran muchas decepciones. Por ejemplo, pueden llegar a esperar lo mismo de una persona con la que han tenido sintonía, pero a la que han conocido hace dos semanas, que de un amigo al que han conocido hace mucho tiempo.
Dicho patrón de apego los lleva a ser demasiado exigentes en las relaciones, ya que esperan mucho de los demás de manera muy rápida. Con este tipo de dinámicas, lo habitual es que se encuentren con algún tipo de rechazo, ya que el otro puede llegar a sentirse realmente abrumado con la evolución que plantea la persona que tiene el trastorno.
Falta de empatía
Debido a sus dificultades para establecer vínculos afectivos con otros, es común que les cueste entender las emociones ajenas. Hall y Geher (2003) publicaron un trabajo sobre las características de personalidad en niños con apego reactivo. Se concluyó que los participantes con trastorno reactivo del apego tenían puntajes más bajos de empatía que el grupo de control.
Problemas emocionales
Por otro lado, un síntoma frecuente de esta alteración son los problemas para regular las emociones y la inestabilidad afectiva. En un análisis superficial pueden parecernos personas alegres y tranquilas; sin embargo, no es extraño que reaccionen de manera desproporcionada ante cualquier acontecimiento que vaya en contra de sus deseos.
Para finalizar, una de las consecuencias del trastorno reactivo del apego en la adultez es el gran sufrimiento que produce (tanto en la persona que lo padece como en el entorno). La carencia de vínculos, a la que hay que sumar una instabilidad emocional muy invalidante, suele llevar a estos pacientes a buscar ayuda. Es en este momento cuando el trastorno se puede diagnosticar y trabajar con diferentes estrategias.
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- Hall, S. E. K., & Geher, G. (2003). Behavioral and personality characteristics of children with reactive attachment disorder. The Journal of Psychology, 137(2), 145-162.
- Vasquez, M., & Stensland, M. (2016). Adopted children with reactive attachment disorder: A qualitative study on family processes. Clinical Social Work Journal, 44(3), 319-332.