Trastorno de rumiación: regurgitando lo que se ha ingerido

Trastorno de rumiación: regurgitando lo que se ha ingerido
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Francisco Pérez

Última actualización: 11 febrero, 2018

El término “rumiación” procede del griego “merykismós”, que significa “acción de rumiar”. Así pues, la acción de rumiar o rumiación es una afección en la cual los alimentos, después de permanecer en el estómago, se devuelven a la boca por un movimiento de retrocesión. De esta manera pueden ser nuevamente deglutidos e ingeridos o expulsados.

Cuando esto ocurre prácticamente a diario y la persona no padece ninguna enfermedad gastrointestinal, entonces puede que esté padeciendo un trastorno mental denominado trastorno por rumiación. El trastorno de rumiación se denomina así porque se produce una contracción del estómago que da lugar a una regurgitación, similar a la «rumia» de los animales herbívoros. De ahí su denominación. La rumiación puede ser voluntaria y provocarla la misma persona o bien involuntaria, pudiendo ocurrir durante el sueño. En estos casos la peor consecuencia puede ser el ahogamiento.

¿Qué es el trastorno de rumiación?

La principal característica del trastorno de rumiación es la regurgitación repetida de alimentos. Esto ocurre después de que la persona se haya alimentado o haya comido. La rumiación debe producirse al menos durante un mes para poder hablar de trastorno.

Mujer con ganas de vomitar

La comida tragada previamente, que puede estar ya parcialmente digerida, se devuelve a la boca aparentemente sin náuseas, arcadas involuntarias o desangrado. La comida se puede volver a masticar para después escupirse de la boca o tragarse.

La regurgitación en el trastorno de rumiación debería ser frecuente y producirse por lo menos bastantes veces a lo largo de la semana, con una frecuencia casi diaria. Para que se diagnostique el trastorno de rumiación, la regurgitación no debe ser causa de una afección gastrointestinal o de otra afección médica asociada.

¿Y si padezco de reflujo o estenosis pilórica?

Se pueden dar casos de regurgitación cuando la persona afectada padece reflujo gastroesofágico o estenosis pilórica. En estos casos, la regurgitación es consecuencia directa de estas afecciones y por lo tanto la persona no podría ser diagnosticada de trastorno de rumiación.

La estenosis pilórica es un agrandamiento y/o estrechamiento anormal del músculo píloro, a través del cual pasan los alimentos y otros contenidos del estómago hacia el intestino delgado. El agrandamiento del músculo pilórico causa un estrechamiento del canal pilórico. Esto impide que el estómago se vacíe en el intestino delgado.

La enfermedad del reflujo gastroesofágico aparece cuando el esfínter esofágico inferior, válvula que controla el paso de contenido del esófago hacia el estómago, está alterada o se relaja de forma inadecuada. Esta deformación permite que el contenido vuelva a pasar al esófago, irritando así la mucosa.

Hombre con manos en el cuello

El trastorno de rumiación y otros trastornos de la conducta alimentaria

El trastorno de rumiación no se produce exclusivamente durante el curso de una anorexia nerviosa o una bulimia nerviosa, un trastorno de atracones o un trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos. Si esto fuera así, la persona no sería diagnosticada de trastorno de rumiación sino de alguno de los trastornos de la conducta alimentaria citados.

Además, si los síntomas se producen en el contexto de otro trastorno mental (p. ej., discapacidad intelectual o trastorno del neurodesarrollo), deben ser lo suficientemente graves como para justificar una atención clínica adicional.

Trastorno de rumiación y discapacidad intelectual

El trastorno de rumiación se puede diagnosticar durante toda la vida, particularmente en las personas que también presentan discapacidad intelectual. Muchas personas con trastorno de rumiación pueden ser observadas directamente por los clínicos mientras llevan a cabo dicho comportamiento.

En otros casos, el diagnóstico del trastorno puede realizarse en base a la información proporcionada por el propio paciente. También puede ser corroborada por los padres o cuidadores. Las personas pueden describir el comportamiento como habitual o fuera de su control.

Niña con discapacidad intelectual

Causas del trastorno de rumiación

Como decíamos con anterioridad, en todos los casos hay que descartar patologías orgánicas congénitas o adquiridas que puedan ser causa de regurgitación. Estas patologías incluyen el reflujo gastrointestinal, la estenosis del píloro, hernia de hiato, reacciones secundarias a fármacos, alergias, enfermedades metabólicas, convulsiones y tumores, entre otros.

El trastorno de rumiación se suele dar más en varones que en mujeres. Los factores que predisponen a los niños a padecer este trastorno son los siguientes:

  • La falta de estimulación y el abandono.
  • Situaciones vitales estresantes.
  • Problemas en las relaciones padres-hijos.
  • Retraso mental.
  • En los adultos, el retraso mental también es un factor predisponente.

El inicio de este trastorno puede producirse en la lactancia, en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta. La edad de inicio en los bebés se suele producir entre los 3 y los 12 meses. Puede ser potencialmente mortal, en especial durante el período de lactancia.

El trastorno de rumiación puede presentar un curso episódico o continuo hasta que es tratado. En los bebés, así como en las personas de mayor edad con discapacidad intelectual, el comportamiento de regurgitación y de rumiación parece tener una función autotranquilizadora o de autoestimulación similar a la de otros comportamientos repetitivos, como golpearse la cabeza.

Bebé dormido

Consecuencias del trastorno de rumiación

La malnutrición secundaria a regurgitaciones repetidas puede estar asociada a retraso del crecimiento y afectar negativamente al potencial de desarrollo y de aprendizaje. Algunos individuos mayores con trastorno de rumiación restringen deliberadamente la ingesta de alimentos por el rechazo social a la regurgitación.

Pueden, en consecuencia, presentar pérdida de peso o bajo peso. En los niños mayores, los adolescentes y los adultos, es probable que el trastorno perjudique mucho su vida social.

Si los alimentos que ya han sido predigeridos por los ácidos del estómago pasan nuevamente por el esófago para llegar a la boca, se pueden producir lesiones erosivas en las mucosas de todo el tracto digestivo. Esto puede dificultar la alimentación posterior; por otro lado, pensemos que el hecho de escupirlos no arregla el problema.

Si nos descubrimos con una conducta reiterada de este tipo es importante que acudamos al médico. Será él quien pueda realizarte las pruebas necesarias que confirmarán o rechazarán el diagnóstico.

Referencias bibliográficas

American Psychiatry Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.