El trauma relacional complejo: ¿en qué consiste?
¿Te cuesta mantener un vínculo de pareja estable y satisfactorio? ¿No confías demasiado en los demás? ¿Temes que acaben abandonándote o hiriéndote como ya te sucedió en el pasado? Entonces, cabe la posibilidad de que sufras un trauma relacional complejo.
Cuando las personas experimentamos varios eventos adversos de manera continuada, el cerebro cambia. Nadie (o casi nadie) sale indemne de una infancia de violencia física o emocional. Pocos son inmunes a una crianza negligente, a una situación de bullying que dura años o a una pareja violenta.
Son hechos de gran calado psicológico que perviven en la mente durante décadas. El ser humano experimenta diversos tipos de traumas, y es importante saber que no todos son iguales.
El relacional complejo tiene que ver en exclusiva con una forma de abuso, acoso o sufrimiento que uno o varios individuos ejercen sobre alguien. Ese tipo de violencia sucede de manera continuada durante años, y por lo general, el daño psicológico generado será mayor cuanto más vulnerable es la víctima. Esto explica por qué todo aquello que sucede en la infancia determina nuestra madurez…
Características del trauma relacional complejo
El trauma relacional complejo se relaciona con la exposición temprana de los niños a eventos adversos. Ahora bien, la principal característica de estas realidades es que el desencadenante es el factor “relacional”. Es decir, el trauma no surge por un evento puntual, como puede ser una accidente, una agresión, sufrir la pérdida de un progenitor o por ser testigo de un evento dramático.
Tiene que ver con la acción dañina y mantenida en el tiempo de una o varias personas sobre una víctima. Este hecho, el de la durabilidad y el dolor ejercido por una figura cercana y familiar, hace muchas veces que ese niño o ese joven “asuma” el maltrato. No ven salida y caen en un estado de indefensión que a veces perdura incluso más allá de que esa situación ya no se suceda.
Por ejemplo, si un niño ha sido maltratado en la infancia y en la adolescencia, esa vulnerabilidad emocional persiste en la edad adulta. Esto provoca que sus relaciones románticas sean siempre disfuncionales. El apego es ansioso o inseguro, hay miedo al abandono, temor a ser herido e incapacidad para disfrutar del afecto, e incluso de la sexualidad.
En el trauma complejo el estresor traumático es otro ser humano que daña de forma continuada e intencionalmente a una víctima, y esta no tiene medios o capacidad para detener esa conducta.
Síntomas asociados
El trauma relacional complejo se manifiesta de múltiples maneras. Sin embargo, si ese evento estresante tiene su origen en la niñez, el impacto será mayor. Por término medio, suele aparecer mediante las siguientes conductas o situaciones:
- La persona se muestra siempre hipersensible e hipervigilante.
- Sus relaciones amorosas rara vez duran.
- Temor constante al abandono y a ser heridos. La desconfianza es una constante.
- Anteponen las necesidades del otro a las suyas propias.
- Deficiencias en la regulación emocional.
- Baja autoestima.
- Problemas para regular los impulsos.
- Alteraciones de la atención, flashbacks…
- Aplican la disociación (separación de la conciencia de determinados pensamientos y recuerdos) como mecanismo de defensa.
Cuanto más cercana es la relación entre abusador y víctima, peor pronóstico
Un desencadenante común del trauma relacional complejo son los abusos por parte de un cuidador primario. En estas situaciones, la víctima suele llegar a la edad adulta sin haber tenido la oportunidad de manejar ese sufrimiento, ese trauma latente. Y de algún modo, ese malestar les aboca a dar forma a una vida de fracasos emocionales, de escasa confianza en uno mismo, de miedos persistentes y preocupaciones crónicas.
De este modo, cuanto más íntima o cercana es la relación entre la víctima y el abusador, mayor será el impacto psicológico. Sabemos además que la neurobiología de este tipo de traumas provoca que el hipocampo (relacionado con la memoria) sea más pequeño que la media, y que la amígdala (asociada al procesamiento de las emociones) esté inundada de hormonas del estrés.
Esto hará que la persona desarrolle desde trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y el estrés hasta que padezca problemas de la salud, como problemas digestivos, alergias, cefaleas… Las afecciones somáticas son una característica común en estos casos.
¿Cómo se trata?
Hay muchos enfoques a la hora de abordar el trauma relacional complejo. Uno de ellos es el EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares) reconocida por la OMS como un recurso válido para superar el estrés postraumático.
Ahora bien, en los últimos años se aplica cada vez más la terapia de aceptación y compromiso (TAC). En ella se guía al paciente para que encuentre nuevas metas y conductas más saludables acordes a sus valores y propósitos.
Solo así se da forma a una existencia en la que poder aceptar el dolor del ayer y el sufrimiento como parte innegable de la vida. Ser resilientes implica desarrollar una mente más flexible, comprometiéndonos en nuestra recuperación y bienestar. Esa es la clave.
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