Qué es la disociación: un fenómeno curioso de nuestra mente

Olvidar partes de tu vida, no saber cómo has llegado a ciertos lugares o por qué estás ahí... La disociación es un fenómeno psicológico frecuente, pero complejo. Te explicamos en qué consiste.
Qué es la disociación: un fenómeno curioso de nuestra mente
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 05 octubre, 2023

La disociación es un mecanismo que aplica el cerebro para separarse de la realidad inmediata. Es muy posible que relaciones este término con hechos patológicos, como la necesidad de desconectarse del dolor emocional asociado con los traumas. Ahora bien, cabe señalar que este proceso de distanciamiento momentáneo es algo que todos hacemos en más de una ocasión.

Ejemplo de ello es quedarte tan abstraído en una película o pieza musical que, por un instante, no eres consciente de nada más. Sin embargo, es obvio que esa discontinuidad en la integración normal de la consciencia tiene, casi siempre, una connotación problemática. Tras ella está el estrés postraumático y un amplio espectro de trastornos. Te proponemos profundizar en este tema.

«El intento de escapar del dolor, es lo que crea más dolor»[/atomic-quote]

¿Qué es la disociación?

La disociación es un mecanismo de defensa del cerebro en el que se interrumpe la conexión con la propia realidad interna y la externa. Hay una discontinuidad en el proceso normal de tu memoria, identidad, emociones y percepciones. Asimismo, esta condición psicológica aparece como síntoma de un gran número de problemas de salud mental.

Las personas con un trastorno límite de la personalidad (TLP) o con esquizofrenia, también lo suelen evidenciar. Por otro lado, trabajos publicados en Dialogues in Clinical Neuroscience inciden en que dicha realidad clínica está muy presente en la población. Se trata de un fenómeno algo desatendido que cursa con un riesgo sustancial de comportamiento suicida y autodestructivo.

Cabe señalar que este estado de alteración acumula cada vez más investigación con el paso de los años. Hay una necesidad clínica evidente por clarificarlo mucho más, en vista de que su presencia es muy frecuente y se necesitan recursos de afrontamiento más efectivos. A continuación, te detallamos cómo suele manifestarse.



Síntomas asociados

La disociación aparece en un caleidoscopio muy amplio de síntomas que no tienen por qué darse a la vez. Por lo general, el nivel de atención está distorsionado y la persona sufre una completa alteración del tiempo y el espacio, mientras la conducta se automatiza. Ejemplo de ello es ir conduciendo sin rumbo, y sin ser del todo consciente de lo que haces ni a dónde vas.

Como bien puedes deducir, estas experiencias son aterradoras para quien las sufre. Implica darte cuenta de que, por un instante, no tienes ningún control sobre ti mismo y que han sucedido cosas que no recuerdas. Detectar los síntomas es el primer paso para poder actuar. Toma nota.

1. Despersonalización

La despersonalización es un fenómeno que se da cuando la persona no se reconoce en su propio cuerpo o mente. Hay una sensación de desapego absoluta y lo vive como si fuera un observador externo de sí mismo. Ejemplo de ello es mirarse al espejo y no reconocerse o incluso sentir que no está conectado con el plano fisiológico.

Trabajos publicados en Frontiers in Human Neuroscience señalan que este fenómeno, como la desrealización, se acompañan también de un proceso de desencarnación. Es decir, no notas tus propias sensaciones físicas. Aparece, a su vez, un embotamiento de las respuestas emocionales.

2. Desrealización

En el caso de la desrealización, tienes la percepción de que lo que te rodea no es real; es como estar suspendido en una dimensión onírica. La confusion es inmensa y turbadora. Percibes el mundo de manera distorsionada y distante, sin poder hacer nada al respecto. Un ejemplo sería escuchar a alguien llamándote desde la lejanía y no saber si eso está sucediendo o no.

3. Amnesia disociativa

La amnesia disociativa es la incapacidad para recordar información autobiográfica relevante. Puede ser que la persona se olvide de su cumpleaños, de la fecha de su boda o incluso de partes de su vida. Ahora bien, este tipo de fallo en la memoria es diferente al olvido diario, puesto que es un proceso patológico que altera el funcionamiento general por completo.

Investigaciones divulgadas en Frontiers in Psychiatry inciden en que esa pérdida de memoria puede ser focal a global. Lo llamativo es que hay alteraciones neurológicas que correlacionan con este proceso. Ejemplo de ello, es evidenciar una baja actividad en la corteza prefrontal inferolateral y en las regiones del hipocampo.

4. Confusión y alteración de la identidad

La confusión de la identidad se produce cuando uno duda de quién es en realidad. Aparecen distorsiones en el tiempo, el espacio y la situación. Ejemplo de ello es pensar que tienes diez años menos o no tener claro a qué te dedicas. La turbación es tan inmensa que los sentimientos de perplejidad por no saber quién eres se acompañan de un bloqueo y de gran conflicto.

5. Fuga disociativa

La fuga disociativa es un fenómeno disociativo poco común en el cual la persona olvida su identidad e incluso puede asumir una nueva. Si esta última se produce, aparecerán rasgos más afiliativos y desinhibidos que los que caracterizaban a la personalidad anterior. No obstante, cabe señalar que no son muchos los casos descritos.

La Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría describe que, por lo general, puede manifestarse de tres modos: amnesia biográfica, cambio de identidad y asentamiento en lugar extraño.

5. Somatización

Los estados disociativos severos suelen provocar problemas psicológicos que afectan la salud del cuerpo. En estos casos, lo más común es que se manifiesten a través de trastornos psicosomáticos, como los problemas gastrointestinales o dolores musculares; así como también pueden desencadenar alteraciones dermatológicas o metabólicas.

6. Otros síntomas asociados

Además de las entidades clínicas descritas, los pacientes que sufren disociación suelen sufrir un cuadro sintomatológico muy variado. Esas características interfieren por completo el funcionamiento psicosocial. Te las describimos:

  • ansiedad constante y malestar emocional,
  • aparece la ideación suicida,
  • autolesiones,
  • sensación de peligro y angustia constante,
  • alteraciones del sueño, como pesadillas.
  • anhedonia o incapacidad de sentir placer,
  • cambios en el descanso y la alimentación,
  • tener flashbacks, es decir, breves recuerdos de eventos traumáticos.

Causas de la disociación

Una parte de los fenómenos de disociación no son patológicos. Sin embargo, como bien te hemos señalado al inicio, el espectro de condiciones psicológicas que incluyen esta realidad es inmensa. No es lo mismo quedarte abstraído unos segundos durante una conversación con alguien, que ir al trabajo y acabar en la playa sin saber cómo ni por qué.

Las causas que orquestan esta realidad son múltiples y son una combinación de factores psicosociales, ambientales, genéticos y neurológicos. Te los describimos a continuación:

  • El trauma psicológico: el abuso, el maltrato infantil, la violencia o cualquier vivencia adversa pueden desencadenar la disociación. En estos casos, la mente recurre a este mecanismo para protegerse de un dolor abrumador que no puede procesar, y que interfiere con el funcionamiento normal.
  • Estrés extremo: acumular muchos años de estrés y ansiedad persistente también puede desencadenar esta reacción psicológica. Con ella, el cerebro puede desconectar por un instante de esa carga emocional y protegerse.
  • Mecanismo de defensa: te lo hemos descrito a lo largo del artículo. La disociación puede ser un mecanismo psicológico inconsciente con el que poder transitar y afrontar hechos complicados y dominados por emociones de valencia negativa.
  • Factores genéticos y biológicos: hay personas con una predisposición genética a este tipo de procesos. Por lo general, son cerebros con una mayor vulnerabilidad a los eventos estresantes. Los viven con gran intensidad e indefensión, sin unos mecanismos adecuados de afrontamiento o resiliencia.
  • El cerebro: estudios publicados en Current Psychiatry Reports inciden en que la disociación cursa con de una alteración del sistema cerebral cortico-límbico, es decir con disfunciones en la amígdala y su conexión con la corteza cingulada anterior.

Complicaciones de la disociación patológica

Cuando la disociación es patológica y no se trata, hay un riesgo mayor de desarrollar complicaciones. Son indicadores ante los que hay que actuar con celeridad con el fin de ofrecer un tratamiento psicológico adecuado:

  • pensamientos y comportamiento suicidas,
  • autolesiones,
  • trastornos por alcoholismo y abuso de drogas,
  • depresión y trastornos de ansiedad,
  • trastornos de la conducta alimentaria (TCA),
  • síntomas físicos, como aturdimiento o convulsiones no epilépticas,
  • dificultades considerables en las relaciones personales y en el trabajo.

¿Cómo afrontar la disociación?

Los episodios disociativos requieren atención y lo más aconsejable es recurrir a la terapia psicológica. De forma complementaria, también hay estrategias cotidianas que puedes utilizar. Sin embargo, es prioritario que solicites ayuda especializada para no derivar en un cuadro clínico de mayor gravedad. Te describimos esas claves de afrontamiento.

1. Terapia EMDR

El enfoque basado en la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares es un modelo muy útil en estos casos. La terapia EMDR es muy efectiva en el tratamiento de los traumas. No podemos dejar de lado que la disociación suele ser consecuencia de esas realidades adversas.

Tanto desde la Organización Mundial de la Salud, como desde Frontiers in Psychology, destacan su utilidad en un amplio número de eventos traumáticos, lo cual la convierte en una herramienta de gran valor en estas situaciones.

2. Mantener un diario

Llevar un diario y apuntar en él tus recuerdos, sensaciones y reacciones te permitirá comprender el origen de tu desconexión emocional. Además, mediante la escritura puedes entrenar a la memoria y clarificar mejor tus pensamientos y necesidades.

3. Hacer visualizaciones

La visualización es una técnica útil que te permitirá encontrar un punto de calma en momentos difíciles y estresantes. Cuando te sientas sobrepasado por las emociones de valencia negativa, ancla tu mente a una imagen positiva y relajante. Esto evitará que tu cerebro recurra a la disociación.

4. Practicar mindfulness

Estar en el presente y disfrutar del aquí y el ahora puede ser una buena estrategia para abordar la desconexión mental de la disociación. En estos casos, la meditación, las técnicas de relajación y actividades como el yoga también son útiles para hacer frente a las crisis disociativas.

5. Cuidar la salud física y mental

El bienestar físico y mental va de la mano de la buena alimentación, tener unas rutinas que estructuren tus días, practicar deporte y disfrutar de la conexión social. De esta forma, y sumada a la terapia psicológica, podrás reducir la sintomatología asociada a cualquier problema de salud mental.



¿Qué hacer si nos sentimos identificados con alguno de los síntomas de la disociación?

Como te hemos indicado, la disociación no siempre es patológica. Que de vez en cuando te des cuenta de que no has escuchado a tu pareja o te quedes absorto hasta el punto de perder el metro, no quiere decir que necesites terapia. Todos vivimos momentos así. Ahora bien, hay otros síntomas que sí invitan a la preocupación.

La despersonalización, la desrealización o el simple hecho de coger el coche y llegar a un lugar sin saber cómo, ya requiere que consultes con un profesional. A veces, el estrés acumulado en el tiempo y no regulado ocasiona este tipo de circunstancias. Sea como sea, ante cualquier inquietud, no dudes primero en hablar de lo que te ocurre con tu entorno.

Después, inicia terapia psicológica. Dispondrás de un escenario seguro donde te darán herramientas para abordar tus emociones y necesidades profundas. Mereces estar bien y tener una buena calidad de vida.


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