Tres cosas simples que se han vuelto complicadas
Vivimos tiempos contradictorios en los que asuntos sumamente complejos se han vuelto sencillos y cosas simples se volvieron complicadas. Actualmente es relativamente fácil conectar diferentes puntos del planeta en cuestión de segundos, pero conseguir un saludo del vecino puede convertirse en una hazaña.
En gran medida, el consumismo es el factor que nos ha llevado a ponerle artificios y arandelas a cosas simples, que no tendrían por qué implicar alguna complejidad. Así como la modernidad trae consigo fantásticos avances que debemos aprovechar al máximo, también es posible aprender a valorar aspectos del pasado que pueden venirnos bien en el ahora. Estos son tres de esos aspectos.
“El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”.
-Ernest Hemingway-
1. Comer, una de las cosas simples que se volvieron complicadas
Comer no es opcional, ya que si no lo hacemos, sencillamente morimos. Hasta hace apenas unas cuantas décadas, la comida formaba parte de esas cosas simples de la vida que no tenían mayor misterio. La gente comía lo que había, tratando de darle prioridad a aquello que tuviera más nutrientes o fuera más agradable al gusto.
En la actualidad, la comida es una de esas realidades que se volvieron complicadas. En nuestra época, prácticamente todos los alimentos causan algún daño y el tema de la dieta se volvió muy complejo para algunos. Leche sin lactosa, café descafeinado, sin azúcar, sin sal, sin harina, sin gluten, sin carne, sin grasa; no demasiado, pero tampoco muy escaso; no combinar esto con aquello…
Las cosas podrían ser mucho más sencillas en este aspecto. Por un lado, el criterio a seguir es que ningún exceso es bueno; eso se sabe perfectamente desde la época de los estoicos y no ha cambiado. Por otro lado, cuantos menos alimentos ultraprocesados se ingieran, mucho mejor.
Comer no puede ser visto como una amenaza, pero tampoco como un ritual sublime. Es más simple.
2. Vestirnos, un respaldo ciego al consumo
El consumismo nos ha llevado a niveles absurdos. Seguramente muchos saben que sus abuelos y bisabuelos compraban un atuendo muy de vez en cuando. Los productos eran de tan buena calidad que incluso se heredaban del hermano mayor al menor o del padre al hijo.
Lo que la gente buscaba era que la ropa le abrigara suficientemente si hacía frío o que le permitiera sentir frescura si hacía calor. Los criterios para vestirse en el día a día eran la utilidad y la comodidad. Por lo mismo, se elaboraban y se compraban prendas que fueran duraderas, bien confeccionadas y con materiales adecuados.
El vestido siempre ha tenido algo que ver con la estética. Sin embargo, nuestros antepasados solo le daban relevancia a ese aspecto en días o momentos especiales. Era común que cada persona tuviera su traje dominical, a usar en días en que no se trabajara o hubiese una celebración especial.
El mundo actual lo ha complicado mucho, especialmente para algunas personas que son extremadamente permeables o dependientes de la opinión ajena y, por lo tanto, hacen demasiado por gustar o agradar. Las modas son una forma de volver obsoletas las prendas y garantizar mayor consumo. El perfecto ejemplo de una de las cosas simples que se volvieron complicadas.
3. Divertirnos terminó siendo complejo
Resulta desconcertante que la diversión también quepa en la lista de las cosas simples que se volvieron complicadas, pero así es. Se han creado cientos de opciones de diversión, pero lo grave es que ni siquiera divierten realmente, sino que más bien permiten pasar el tiempo o entretener de cuando en cuando.
Lo que hay actualmente es una gigantesca industria del espectáculo que promueve figuras en el mundo del entretenimiento. Obviamente allí hay personajes de gran talento, pero también son muchos los cantantes que no cantan, los actores que no actúan, los escritores que no saben escribir, etc. En el fondo, esta esfera es una continuación del mundo del modelaje.
Se fabrican celebridades, muchas veces a la fuerza, y se obtienen cantidades industriales de dinero por sus presentaciones o visualizaciones. Mucha gente en la actualidad es espectadora de la diversión, pero no realmente partícipe activa de la misma. Se ha olvidado que una buena conversación, un juego sencillo, el baile en comunidad o una buena lectura son, en verdad, divertidos.
La palabra “divertir” viene de la raíz latina divertere, que significa ‘dar giro en dirección opuesta, recrear’. Eso no es exactamente lo que pasa en buena parte de la diversión actual, más bien todo lo contrario, ya que estamos inmersos en una eterna reiteración de las tendencias.
La comida, el vestido y la diversión podrían volverse más sencillas y accesibles. Quizás hacerlo forma parte del camino para recobrar el bienestar.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- De Bono, E., & Millet, A. S. (2000).
- Simplicidad: técnicas de pensamiento para liberarse de la tiranía de la complejidad
- . Paidós.