Una nueva idea sobre la muerte, el efecto Lázaro
Los avances de la biología y de la medicina nos han puesto frente a muchas paradojas. Nunca como ahora, el hombre había tenido una esperanza de vida tan alta. Pero a la vez, nunca como en los tiempos actuales el concepto de muerte se había relativizado tanto. Ni siquiera los científicos se ponen de acuerdo para definirla.
Los procedimientos para prolongar la vida artificialmente son tantos, que han dado lugar a fuertes debates éticos sobre la conveniencia y la manera de utilizarlos. Pero más allá de esto, también se han vuelto frecuentes los casos de personas que mueren médicamente y luego “resucitan” o reactivan todas sus funciones corporales, sin ningún daño en el organismo.
¿Qué está pasando?
El momento de la muerte
Hasta hace algunas décadas había consenso en que se declaraba médicamente muerta a una persona cuando cesaba la circulación. Se sabía que la muerte celular tomaba más tiempo, pero después de 20 minutos sin signos vitales, se estimaba que oficialmente la persona había muerto.
Ahora las cosas han cambiado. Antes el rango de los 20 minutos era una verdad casi absoluta. Se estimaba que si había un ataque al corazón y el cerebro dejaba de recibir oxígeno durante ese lapso, la muerte era inminente. Pero comenzaron a aparecer casos en los que algunas personas permanecían más de cuatro horas con el corazón detenido y, aún así, “volvían a la vida” con el cerebro intacto.
Al principio se trató de unas cuantas excepciones que se podían contar con los dedos de la mano. Pero con el tiempo, hubo nuevos registros en diversos lugares del mundo. Al momento no existe una estadística exacta, pero sí se sabe que se trata de un hecho que acontece en menos del 1% de los casos.
La pregunta del millón es ¿Cömo de fiables pueden ser esas cifras? ¿Cuántas personas han “muerto” simplemente porque no siguieron siendo atendidas después de que desaparecieron sus signos vitales? No son interrogantes de poca valía y aun la ciencia no define con claridad en qué punto está ese umbral que marca el paso de la vida a la muerte.
Las hipótesis
Hasta el momento, la discusión se adelanta principalmente en los casos en los que la muerte vincula fallas en el cerebro y el corazón. Así que la primera conclusión podría ser que un ataque al corazón no es sinónimo de muerte y que en estos casos debe evaluarse con sumo cuidado si efectivamente hubo fallecimiento o no.
El profesor Sam Parnia, director de investigación de resucitación en la Universidad Stony Brook, en Nueva York, indica que conoce casos en los que las personas han durado hasta cinco horas clínicamente muertas y luego retornan para vivir en condiciones completamente normales. Señala también que las técnicas de resucitación deben ser aplicadas correctamente para que el organismo pueda volver a la normalidad.
Parnia está convencido de que tras el ataque cardiaco, el cerebro entra en un proceso que puede llamarse “de hibernación”. Es como si se protegiera a sí mismo de la muerte y para lograrlo disminuye al máximo su actividad, en espera de que haya mejores condiciones para reactivarse.
En su libro “El efecto Lázaro” indica que la reactivación del cerebro es un momento peligroso y exige un manejo adecuado. El profesor ha aplicado exitosamente un método que consiste en bajar la temperatura de los pacientes para que el cerebro lleve a cabo su proceso lentamente y no colapse en el intento.
Probablemente la muerte ya no es lo que era y la ciencia está en mora de ofrecernos una nueva definición.
Imagen cortesía de natalia_maroz