Usos de la terapia electroconvulsiva
La terapia electroconvulsiva aún sigue cargando con un cierto estigma, en parte gracias a la imagen que de ella se ha dado en películas y televisión. Sin embargo, a lo largo de los años se han efectuado numerosas mejoras en el procedimiento y se han establecido protocolos y recomendaciones de aplicación.
Gracias a ello, hoy en día es una técnica segura y bien tolerada, que además presenta una gran eficacia. Con este procedimiento se ha logrado obtener respuesta e incluso remisión de síntomas en enfermedades que no respondían a las alternativas convencionales de tratamiento.
¿En qué consiste la terapia electroconvulsiva?
La terapia electrovonvulsiva (TEC) consiste en enviar pequeñas corrientes eléctricas a través del cerebro. El objetivo es desencadenar una breve convulsión capaz de provocar cambios cerebrales que logren mejorar ciertos síntomas problemáticos.
El procedimiento se realiza siempre en un hospital y bajo anestesia general de corta duración. Se colocan varios electrodos en el cuero cabelludo de la persona a través de los cuales se distribuye una pequeña cantidad de corriente eléctrica.
La convulsión generada dura unos 40 segundos y la persona despertará a los pocos minutos sin recordar el tratamiento.
Para que sea eficaz ha de aplicarse de forma repetida, varias veces a la semana, hasta llegar a sumar unas seis a 12 sesiones. En ocasiones es recomendable continuar con TEC de mantenimiento, siendo las aplicaciones más espaciadas en el tiempo.
Usos de la terapia electroconvulsiva
Depresión
La terapia electroconvulsiva ha mostrado una gran eficacia en el tratamiento de la depresión. Se han hallado índices de una mejora significativa en el 80% de los casos. Por tanto, se sitúa por encima del tratamiento farmacológico. Además es un procedimiento seguro y de gran rapidez.
Esta específicamente indicada en casos de depresión severa, cuando el paciente no reacciona al tratamiento farmacológico. Igualmente constituye una gran alternativa en depresiones con riesgo suicida en las que es importante lograr una mejoría rápida. Además, es particularmente efectiva en el tratamiento de la depresión geriátrica.
Trastorno bipolar
La efectividad mostrada por la terapia electroconvulsiva ha sido similar a la del litio, uno de los fármacos más utilizados para tratar esta condición. Pero, además, la TEC provoca una respuesta más rápida. Los casos que más comúnmente se benefician de esta técnica son aquellos que presentan mayor agitación motora.
Catatonia
La catatonia es una condición clínica que puede derivar de diversos trastornos. En ella la persona puede permanece inmóvil, muda y carente de respuesta a los estímulos externos. Las tasas de respuesta en este síndrome se sitúan entre el 80% y el 100%. Por ello, la TEC constituye una de las mejores alternativas de tratamiento para el mismo.
Trastornos psicóticos
En el tratamiento de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos se recomienda aplicar la TEC en conjunto con los fármacos antipsicóticos. En los casos en que esto es posible, la mejora es más rápida si se combinan ambas soluciones.
La eficacia es mayor cuanto más agudo es el inicio del episodio y menor duración presenta. Igualmente, los casos con una importante alteración motora y de la conducta se ven más beneficiados por este tratamiento.
Efectos adversos de la terapia electroconvulsiva
- Suele producirse, de manera transitoria, una leve desorientación y confusión tras someterse al tratamiento.
- Pueden darse dificultades para retener y recordar información nueva tras la TEC. El efecto es transitorio y el paciente suele recuperarse en un periodo que como máximo suele ir a las dos semanas.
- Se produce una amnesia de eventos pasados. Esta afecta mayoritariamente a los recuerdos más cercanos en el tiempo. El olvido se va reduciendo sustancialmente en los seis meses posteriores al tratamiento, aunque pueden permanecer algunas lagunas.
- Con mucha menor frecuencia pueden ocurrir complicaciones cardíacas o respiratorias.
Indicaciones de uso
Actualmente, la TEC es considerada de forma habitual como un tratamiento de último recurso. Suele reservarse para casos en que la persona no reacciona a los fármacos o lo hace de manera insuficiente. También para situaciones de riesgo que requieren una rápida respuesta o, en caso de que el tratamiento farmacológico, esté contraindicado.
Sin embargo, muchos investigadores postulan que este tratamiento debería ser tenido en cuenta de una forma más prioritaria ya que ha mostrado ser una alternativa eficaz y rápida. Siguiendo los protocolos de actuación es un procedimiento seguro -entendiendo que toda intervención o cambio tiene un riesgo- que podría constituir la mejor opción para el abordaje de muchas enfermedades.
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