Viajes transformadores: 6 claves que los definen
Solos o en compañía, en verano o en otoño, con 20 años o con 65, no importa. Los viajes transformadores son un ejercicio de libertad, descubrimiento y autoconocimiento. Y no, no hablamos de las clásicas escapadas o trayectos milimétricamente programados con un operador turístico que contratamos en nuestras vacaciones.
Este tipo de viajes tienen un componente filosófico, psicológico y trascendental que es mucho más profundo y enriquecedor. Ejemplo de estas vivencias lo tenemos en la figura de Ida Pfeiffer (1797-1858). Esta acomodada hija de comerciantes austríaca fue educada por un padre que le insistía en la necesidad de conquistar sus sueños.
Desafortunadamente, su progenitor falleció cuando tenía 9 años, siendo inmediatamente obligada a convertirse en una sumisa dama de la época. Terminó casada con un hombre 24 años mayor que ella, y no fue hasta que sus hijos fueron adultos cuando, por fin, decidió dar un cambio a su existencia. Se fue a Trieste y descubrió el mar por primera vez. Ese fue su viaje transformador.
Ida Pfeiffer abandonó su vida de ama de casa y viajó por todo el mundo, convirtiéndose en escritora de viajes y en la primera mujer europea en recorrer la isla de Borneo… A veces, basta con poner distancia de todo lo que nos es cotidiano para descubrir que debemos hacer un cambio profundo en nuestras existencias.
“Viajar es descubrir que todos están equivocados acerca de otros países ” .
-Aldous Huxley-
Los componentes de los viajes transformadores
Si tuviéramos que encontrar un origen antropológico y filosófico a los viajes transformadores podríamos recurrir al libro de Joseph Campbell El viaje del héroe (1990). En este trabajo se describen las etapas por las que pasa el viajero que parte de su mundo ordinario al sentir la llamada de la aventura y que, finalmente, trasciende a lo desconocido para obtener su recompensa.
No nos equivocamos al decir que este tipo de viajes ha sido siempre ese Santo Grial anhelado por millones de personas a lo largo de la historia. Aunque en realidad no se ansía lograr ningún tesoro o recompensa porque la auténtica gratificación es el propio viaje y ese conjunto de experiencias capaces de cambiarnos, despertar nuestra autoconciencia y añadir mayor sentido a la vida.
El viaje con sentido y con propósito transformador es aquel que nos sitúa en un escenario lo bastante desconocido como para reencontrarnos con nosotros mismos. Es despojar la mirada de los filtros del orgullo para conectar con el mundo de manera humilde. Solo entonces descubriremos lo pequeños que somos. Solo entonces despertaremos por dentro.
Conozcamos ahora esos componentes que favorecen y hacen posible este tipo de viajes.
1. La partida: la necesidad de un cambio en un momento de crisis
Los viajes trasformadores no son como cualquier viaje vacacional donde todo está previsto. Es decir, en este tipo de experiencias el viajero no asume un papel pasivo y expectante. No se trata de tumbarse en una playa, de hacer una excursión a unos pocos kilómetros del hotel y realizar unas compras.
Por lo general, este tipo de viajes buscan lograr una transformación interna. Esto únicamente es posible cuando la persona siente que necesita dejar algo atrás. Es decir, por término medio, estas vivencias surgen como necesidad de un cambio en épocas de crisis.
Hay un anhelo, una necesidad interna por sentir cosas nuevas y, por tanto, la mente está más preparada y dispuesta hacia dicho evento transformador.
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2. Dejar a un lado al turista para ser viajero en los viajes transformadores
Un turista recorre un país nuevo por placer y disfrute; el viajero ansía descubrirlo. El primero espera llevarse todos los souvenirs posibles en su maleta, comprar muchas cosas, divertirse y ver escenarios hermosos. El segundo no necesita objetos, busca experiencias y sabe que eso supone conocer las luces y sombras de ese destino.
Asimismo, todo viaje transformador requiere una inmersión completa en la cultura y las costumbres, tomar contacto con sus gentes, explorar y vivir alguna aventura.
3. Un viaje externo, pero también interno
Uno de los fines de los viajes transformadores es lograr el autoconocimiento. Trabajos, como los realizados en la Universidad de Virginia, nos recuerdan que no siempre es fácil alcanzar esta competencia psicológica y que la simple introspección no basta.
Conocernos a nosotros mismos, tomar contacto con lo que somos y nos define se logra también de forma activa situándonos en nuevos escenarios, sintiendo nuevas experiencias, conociendo nuevas personas… En esencia, a veces, al trascender en lo desconocido, en lo que se extiende más allá de nuestra zona de confort, revela también esas áreas de nosotros mismos que no conocíamos.
4. Los viajes transformadores nos conectan con nuestro planeta
Somos una sociedad enferma de estrés, atrapada en el laberinto de la preocupación y la sombra de la incertidumbre. No es de extrañar que los viajes transformadores sean una experiencia en auge y un objetivo que buscan muchos viajeros. Los operadores turísticos lo saben y son conscientes de que mucha gente quiere “productos” de superación y crecimiento personal y no tanto de sol y playa.
Los viajes transformadores buscan favorecer en la persona una nueva manera de ser y de participar en el mundo. Esto se logra sobre todo conectando con nuestro planeta de otro modo. Buena parte de ese cambio interno despierta o florece cuando tomamos contacto con la naturaleza. También en la inmersión en culturas muy diferentes a la nuestra.
5. La superación de obstáculos
El viaje que queda en el álbum de la memoria y no en la galería de fotos de un móvil es aquel que nos enseña algo. Esa enseñanza surge cuando descubrimos una nueva habilidad en nosotros, cuando vencemos algún miedo o superamos algún obstáculo.
En el momento en que nos permitimos ir más allá de rutinas y comodidades habituales, ampliamos nuestras perspectivas para alcanzar la transformación.
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6. El regreso y la valoración de todo lo vivido en los viajes transformadores
Nada se interioriza y consolida en nuestra memoria experiencial y emocional si no analizamos lo vivido. Cuando volvemos al hogar, a la rutina y a nuestra cotidianidad tras uno de estos viajes de transformación, nos sentimos extraños. Desubicados. Puede que hasta ese regreso nos sea doloroso porque no queremos romper ese vínculo con lo nuevo, lo estimulante y diferente.
Sin embargo, poco a poco, todos esos fragmentos de vida acumulados se van integrando en nosotros. Hallan su lugar para enriquecernos, para generar nuevas perspectivas y despertar necesitadas reflexiones. Es muy posible que, a las pocas semanas de esa vuelta, necesitemos tomar nuevas decisiones.
Porque como suele decirse, todo viaje nos cambia un poco. No volvemos a casa siendo los mismos. Solo entonces se abre en nuestro interior la posibilidad de que tal vez, sea el momento de dar forma a la vida que deseamos de verdad…
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- Campbell, Joseph (1990) El viaje del héroe. HarperCollins
- Stone, Matthew & Petrick, James. (2013). The Educational Benefits of Travel Experiences A Literature Review. Journal of Travel Research. 52. 731-744. 10.1177/0047287513500588.
- Skavronskaya, L., Moyle, B., & Scott, N. (2020). The Experience of Novelty and the Novelty of Experience. Frontiers in psychology, 11, 322. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.00322